(Homilía en ocasión de Santa Misa de Confirmaciones)
¿Qué sucede en la Confirmación?
A decir verdad, suceden varias cosas, pero nos
detendremos en un solo aspecto: cuando alguien recibe el Sacramento de la Confirmación,
su cuerpo se convierte en algo especial, en algo más valioso que todo el oro
del mundo entero: se convierte en templo del Espíritu Santo. Además, el corazón
se convierte en altar en donde debe ser adorado única y exclusivamente, Jesús
Eucaristía.
¿De qué manera el cuerpo se convierte en templo del
Espíritu Santo? Lo hace porque, en primer lugar, Nuestro Señor Jesucristo lo “compró”,
por así decirlo, a un precio altísimo, al precio de su Preciosísima Sangre
derramada en la Cruz y vertida en el Cáliz del altar.
Para darnos una idea de cómo el cuerpo es templo del
Espíritu Santo, imaginemos que nuestro cuerpo es como este templo: el altar es
el corazón, las paredes y el techo son la cabeza y el resto del cuerpo. Ahora hagamos
este ejercicio de reflexión: a este templo material, en el que estamos celebrando
la Santa Misa, ¿podríamos convertirlo en un establo para caballos, por ejemplo?
Por supuesto que no, porque sería una gran ofensa a Jesús Eucaristía; de la
misma manera, no podemos dejar que las pasiones sin la gracia -ira, envidia,
gula, lujuria- dominen nuestro cuerpo. A este templo, ¿podríamos pintarlo con
toda clase de letreros, de frases indecentes? Por supuesto que no, y por eso no
podemos hacernos tatuajes en nuestro cuerpo. A este templo, ¿podríamos poner música
a todo volumen, música indecente, que incite a cosas malas, y podríamos colocar
luces de colores, como se hace un lugar donde se va a bailar? ¿Podríamos
consumir cosas que no se deben consumir? Por supuesto que no, y por esa razón,
nuestro cuerpo no puede escuchar música inapropiada, ni tampoco beber cosas que
no se deben beber, ni consumir cosas que no se deben consumir.
En otras palabras, a partir de la Confirmación, nuestro
cuerpo es sagrado y por este motivo es que el cuerpo debe ser tratado con
respeto, con veneración, porque ya no nos pertenece: es propiedad del Espíritu
Santo. Esto incluye muchas cosas, como por ejemplo, no escuchar música
indecente, no mirar cosas que no se deben mirar, no colocarse tatuajes, no
colocarse cosas de metal incrustadas en la piel, no modificarlo con cirugías innecesarias -hay quienes se hacen
cirugías para parecerse a marcianos, o a vampiros, por ejemplo-.
Por el contrario, en nuestro cuerpo deben resonar cantos
de alabanza a Dios, de adoración a Jesús Eucaristía y así como en el altar y en
el sagrario se adora a Jesús Eucaristía, así también en nuestro corazón no se
debe adorar a nadie más que no sea Jesús Eucaristía. Por el Sacramento de la Confirmación,
nuestro cuerpo es propiedad del Espíritu Santo, es templo del Espíritu Santo, del
Amor de Dios y por eso debemos cuidarlo y respetarlo.