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jueves, 27 de octubre de 2022

En la Confirmación el Espíritu Santo convierte sus cuerpos en su templo y sus corazones en altares de Jesús Eucaristía

 


(Homilía en ocasión de Santa Misa de Confirmaciones)


¿Qué sucede en la Confirmación?

A decir verdad, suceden varias cosas, pero nos detendremos en un solo aspecto: cuando alguien recibe el Sacramento de la Confirmación, su cuerpo se convierte en algo especial, en algo más valioso que todo el oro del mundo entero: se convierte en templo del Espíritu Santo. Además, el corazón se convierte en altar en donde debe ser adorado única y exclusivamente, Jesús Eucaristía.

¿De qué manera el cuerpo se convierte en templo del Espíritu Santo? Lo hace porque, en primer lugar, Nuestro Señor Jesucristo lo “compró”, por así decirlo, a un precio altísimo, al precio de su Preciosísima Sangre derramada en la Cruz y vertida en el Cáliz del altar.

Para darnos una idea de cómo el cuerpo es templo del Espíritu Santo, imaginemos que nuestro cuerpo es como este templo: el altar es el corazón, las paredes y el techo son la cabeza y el resto del cuerpo. Ahora hagamos este ejercicio de reflexión: a este templo material, en el que estamos celebrando la Santa Misa, ¿podríamos convertirlo en un establo para caballos, por ejemplo? Por supuesto que no, porque sería una gran ofensa a Jesús Eucaristía; de la misma manera, no podemos dejar que las pasiones sin la gracia -ira, envidia, gula, lujuria- dominen nuestro cuerpo. A este templo, ¿podríamos pintarlo con toda clase de letreros, de frases indecentes? Por supuesto que no, y por eso no podemos hacernos tatuajes en nuestro cuerpo. A este templo, ¿podríamos poner música a todo volumen, música indecente, que incite a cosas malas, y podríamos colocar luces de colores, como se hace un lugar donde se va a bailar? ¿Podríamos consumir cosas que no se deben consumir? Por supuesto que no, y por esa razón, nuestro cuerpo no puede escuchar música inapropiada, ni tampoco beber cosas que no se deben beber, ni consumir cosas que no se deben consumir.

En otras palabras, a partir de la Confirmación, nuestro cuerpo es sagrado y por este motivo es que el cuerpo debe ser tratado con respeto, con veneración, porque ya no nos pertenece: es propiedad del Espíritu Santo. Esto incluye muchas cosas, como por ejemplo, no escuchar música indecente, no mirar cosas que no se deben mirar, no colocarse tatuajes, no colocarse cosas de metal incrustadas en la piel, no modificarlo con  cirugías innecesarias -hay quienes se hacen cirugías para parecerse a marcianos, o a vampiros, por ejemplo-.

Por el contrario, en nuestro cuerpo deben resonar cantos de alabanza a Dios, de adoración a Jesús Eucaristía y así como en el altar y en el sagrario se adora a Jesús Eucaristía, así también en nuestro corazón no se debe adorar a nadie más que no sea Jesús Eucaristía. Por el Sacramento de la Confirmación, nuestro cuerpo es propiedad del Espíritu Santo, es templo del Espíritu Santo, del Amor de Dios y por eso debemos cuidarlo y respetarlo.

sábado, 22 de octubre de 2022

En la Eucaristía, Jesús nos da su Sagrado Corazón

 



Una vez, en una de sus apariciones a Santa Margarita, Jesús le dijo lo siguiente: le dijo que le diera su corazón y la santa así lo hizo, entregándoselo a Jesús. Ella decía que su corazón, comparado con el horno de fuego que era el pecho de Jesús, era como un granito de arena en un inmenso horno de fuego.

Entonces Jesús tomó el corazón de la santa y lo introdujo en su pecho, luego lo sacó y se lo devolvió, pero no ya como corazón de carne, sino como una llama en forma de corazón. Estas llamas eran las llamas del Amor de Dios, el Espíritu Santo, las mismas llamas que envuelven al Sagrado Corazón. El Sagrado Corazón había convertido al corazón de Margarita en una pequeña copia de su propio Corazón Divino.

Cuando pensamos sobre esta experiencia, nos ponemos a pensar cuán dichosa fue la santa, porque Jesús convirtió su corazón en una copia del suyo. Pero cuando nos ponemos a pensar bien, con cada Comunión Eucarística -y no solo con la Primera Comunión-, Jesús hace con nosotros algo infinitamente más grande y hermoso: a nosotros, Jesús no nos pide nuestro corazón para introducirlo en su pecho, sino que NOS DA su propio Sagrado Corazón en la Eucaristía, para que nosotros lo introduzcamos en nuestros pechos por la Comunión. Y una vez que el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús está en nuestro pecho, le transmite las llamas del Divino Amor, el Espíritu Santo, para que nuestros corazones se incendien de amor con el Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo. Aunque no sintamos nada, si recibimos la Eucaristía con fe y con amor y en estado de gracia, después de confesarnos, lo que sucede es eso: el Sagrado Corazón nos comunica su Amor, el Espíritu Santo, para que nuestros corazones ardan en el Fuego del Divino Amor. Por esta razón es que no hay nada más hermoso, en esta vida, que recibir la Sagrada Comunión, porque lo que recibimos, que por fuera parece un pan, en realidad es el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús. Cuando nosotros vemos una imagen del Sagrado Corazón, vemos una representación, pero en la Eucaristía, el Sagrado Corazón está vivo, palpitando de Amor Divino; está real, glorioso, resucitado, deseoso de concedernos su Amor.

Ustedes van a recibir ahora al Sagrado Corazón en la Eucaristía por primera vez, y eso es lo más hermoso que le puede pasar a una persona en esta vida. No cometan el error de muchos niños y jóvenes, para quienes la Primera Comunión es la última, porque nunca más vuelven a recibir a Jesús Eucaristía. En cada Santa Misa, Jesús repite el milagro de bajar del Cielo para dejar su Corazón en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos con un corazón puro y lleno de amor. Si ustedes no vienen a recibir al Sagrado Corazón en las misas de Domingo, Jesús se queda triste y solo en el sagrario. Hagamos el propósito de asistir a la Santa Misa del Domingo, para recibir al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

viernes, 14 de octubre de 2022

Recibir la Primera Comunión es recibir al Rey del cielo, Cristo Jesús


 


         ¿Qué es recibir la Primera Comunión?

         Cuando uno mira desde afuera y ve que alguien comulga, le parece como si estuviera recibiendo un pedacito de pan; en este caso, un pan bendecido en una ceremonia religiosa.

         Pero la Sagrada Comunión, la Eucaristía, no es eso, no es un pedacito de pan bendecido: es una Persona y esa Persona es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es Dios Hijo encarnado que continúa su Encarnación en la Eucaristía. En la Eucaristía está Jesús en Persona, vivo, glorioso, resucitado, con su Corazón Eucarístico lleno del Amor de Dios, el Espíritu Santo, para darnos todo su Amor cuando lo recibimos en gracia, con fe, con piedad y con amor.

         Comulgar no es comer un pedacito de pan, es recibir al Rey del cielo, al Rey de reyes y Señor de señores, que viene desde el cielo solo para quedarse en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos con un corazón puro y santo por la gracia santificante de la Confesión sacramental. Comulgar es abrir de par en par las puertas del corazón para que ingrese el Rey de los cielos, Cristo Jesús. No hay nada más hermoso en este mundo que recibir la Sagrada Eucaristía, porque es recibir al Rey de los ángeles y de los hombres, Cristo Jesús, nuestro Dios, nuestro Señor y nuestro Redentor. Somos nosotros los que necesitamos de su Amor, de su Fuerza, de su Paz, de su Alegría y no es Él quien necesita de nosotros. A partir de ahora debe comenzar una nueva vida en ustedes, niños, una vida caracterizada por la relación de amor personal con Cristo Jesús en la Eucaristía, pero si ustedes no vienen los Domingos, nunca van a ser amigos de Jesús y se van a perder lo mejor de esta vida, que es la amistad y el Amor con Jesús Eucaristía.

Por eso da tanta pena ver a tantos niños y jóvenes que desprecian la Eucaristía, toman la Primera Comunión y ya no la vuelven a tomar más, dejándolo solo a Jesús en el Sagrario. No cometan el mismo error, no dejen a Jesús solo en el sagrario, vengan a visitarlo, a conversar con Él, a dejarse amar por Él, vengan los Domingos a recibirlo en la Eucaristía, con el corazón purificado por la Confesión Sacramental.

        

miércoles, 12 de octubre de 2022

Recibir la Primera Comunión quiere decir comenzar una nueva vida en Cristo

 



(Homilía en ocasión de Santa Misa de Primeras Comuniones)

         Muchos niños y jóvenes, cuando toman la Primera Comunión, al terminar el tiempo de formación en Catequesis, piensan que con eso, han terminado sus compromisos con la Iglesia y con Dios. Muchos piensan, equivocadamente, que recibir la Primera Comunión es como cuando alguien termina la primaria o la secundaria: así como quien termina la primaria y la secundaria no regresa más, así también muchos, luego de recibir la Primera Comunión, no regresan más y nunca más vuelven, ni a confesarse, ni a comulgar. Alguno, con suerte, asistirá a alguna misa cuando lo inviten para el aniversario de un difunto, o para cuando algún conocido cumpla años, pero por lo general, no volverá nunca más, ni a la Confesión sacramental, ni a la Sagrada Comunión. Para estos, la Primera Comunión es la última, pero eso indica que no entendieron nada de lo que en realidad se trata el Sacramento de la Eucaristía.

         Recibir la Primera Comunión no es finalizar algo, sino comenzar algo, es comenzar una nueva vida, una vida caracterizada por la relación personal con Jesús, que es Dios y que se queda en Persona en la Eucaristía, para venir a nuestros corazones y para colmarnos con el Amor de su Sagrado Corazón. Por esta razón es que comulgar no es comer un pedacito de pan bendecido: comulgar es abrir el corazón para recibir a Jesús con todo el amor del que seamos capaces, para adorarlo, para darle gracias, para bendecirlo y para hablar con Él, así como se habla con un padre, con un amigo, con un hermano. Comulgar es recibir a una Persona, la Segunda Persona de la Trinidad, que por la Eucaristía viene a habitar en mi corazón, pero no porque Él tenga obligación de hacerlo, sino solamente porque me ama con todo el Amor de su Corazón, que es el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

         No cometamos el error de muchos que toman la Primera Comunión y luego desaparecen de la Iglesia. Recibir la Primera Comunión es comenzar una nueva vida, la vida de los hijos de Dios, la vida de la luz de Dios, la vida en la que Jesús Eucaristía tiene que ocupar el centro de mi vida y de mi corazón.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Oración a San Ignacio de Loyola

 


Oración a San Ignacio de Loyola

Querido San Ignacio/

Tú que en el Cielo/

Eres mi santo protector/

Ruega a Jesús y María por mí/

Para que la Sabiduría, el Amor/

Y la Fuerza de Dios/

Me hagan crecer cada día más/

En la vida de la gracia./

Protégenos desde el Cielo/

Querido San Ignacio/

A mí, a mis padres/

Y a mis seres queridos/

Para que, amparados por el Amor Divino,/

Lleguemos un día al Reino de Dios. Amén./

Un Padrenuestro, Avemaría, Gloria.