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sábado, 10 de agosto de 2013

El Evangelio para Niños: Estén preparados porque no saben cuándo llegará Jesús

(Domingo XIX – TO – Ciclo C – 2013)
         En este Evangelio Jesús nos dice que “estemos preparados” como un servidor que espera a su amo, que está por regresar de una fiesta de bodas. Si el amo vuelve a su casa en horas de la madrugada y encuentra a su sirviente que lo está esperando para abrirle la puerta y guardar su ropa, entonces va a estar contento con su sirviente y le aumentará el sueldo, pero si vuelve de la fiesta de bodas y ve que su sirviente está durmiendo, o está tratando mal a los demás, entonces se va a enojar con su sirviente, y no solo no le aumentará el sueldo, sino que lo echará del trabajo. Jesús nos dice que “estemos preparados” como el sirviente bueno, que está con las velas encendidas y con la túnica ceñida esperando la hora de regreso de su amo.
         También nos dice que “estemos preparados” porque “no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá Él”.
         ¿Para qué tenemos que estar preparados? Para la muerte, que es el paso de esta vida a la otra. El amo que regresa a la madrugada de una fiesta de bodas, es Jesús, que viene a buscarnos el día de nuestra muerte, el día en que tengamos que pasar de esta vida a la otra. Con la muerte no termina nada, porque seguimos viviendo en la otra vida: la muerte es solamente un umbral que hay que atravesar; es una puerta que se abre hacia la vida eterna.
         ¿Por qué tenemos que estar preparados? Porque, como dice Jesús, no sabemos “ni el día ni la hora” en que vendrá Jesús a buscarnos. Nadie sabe el día en que habrá de pasar de esta vida a la otra, solo Dios lo sabe, y porque no lo sabemos, tenemos que prepararnos.
         ¿Cómo tenemos que prepararnos? Como el sirviente que está con “las velas encendidas” y la “túnica ceñida”: las velas encendidas significan la fe en Jesús Salvador; significa que creemos que Jesús nos salva por su Cruz y por su gracia; significa que creemos que Él está en la Eucaristía, con su Cuerpo lleno de luz y de gloria del cielo; significa que creemos que Él recompensa a los buenos y castiga a los malos: a los buenos, con el cielo, que es alegría para siempre; a los malos, con el infierno, que es dolor para siempre.
         La “túnica ceñida” quiere decir varias cosas: el que tiene túnica ceñida, es porque está despierto y porque está atento y vigilante; es alguien que está en actividad, porque la túnica deja de estar ceñida cuando vamos a dormir, y la actividad que tenemos que tener es nuestra disposición a obrar el bien para con todos; también quiere decir moderación en la comida y también quiere decir castidad, es decir, pureza de cuerpo y alma.
         Jesús nos dice también que “estemos preparados” como un “dueño de casa que sabe a qué hora va a venir el ladrón”: si el dueño de casa sabe a qué hora llega el ladrón, está atento y despierto, no se va a dormir; lo espera detrás de la puerta, para que, antes de que entre el ladrón, él pueda llamar a la policía. Jesús viene como un ladrón, no porque Él sea ladrón –aunque podemos decir que nos roba el amor del corazón y no nos deja nada, porque todo el amor que tenemos se lo lleva Él-, sino porque llega sigiloso, como un ladrón al que nadie escucha ni siente, y al que nadie espera. El día de nuestra muerte será así, llegará de improviso, sin que lo esperemos, y por esto tenemos que estar preparados.

Jesús entonces quiere que nos preparemos para el día en que Él nos venga a buscar para pasar de esta vida a la otra, y vamos a estar preparados si tenemos fe, si estamos en gracia y si obramos el bien con todos. Si estamos preparados como quiere Jesús, ese día, aunque sea un día triste en la tierra, será un día de alegría en el cielo y los ángeles harán fiesta, porque habremos salvado nuestras almas; si estamos preparados como quiere Jesús, ese día comenzaremos a vivir, para siempre, en el Amor de Dios, un Amor que dura para siempre.

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