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sábado, 7 de septiembre de 2013

El Santo Rosario meditado para Niños: Misterios dolorosos


           
 
Primer misterio: Jesús ora en el Huerto de los olivos. Suda sangre a causa del dolor, la pena y la tristeza que le producen nuestros pecados. Les pide a sus amigos que recen con Él, pero sus amigos, vencidos por la pereza y el sueño, se duermen. Virgen María, ayúdame a que no peque más, para que no cause dolor a Jesús, y enséñame a rezar, para que esté siempre con Jesús en el Huerto, rezando por la salvación de los hombres.
            Segundo misterio: la flagelación de Jesús. Los soldados romanos atan a Jesús a la columna y comienzan a pegarle con látigos, y le dan tantos latigazos, que se forma un pequeño lago de sangre a sus pies, y toda su espalda queda sin piel. Virgen María, ¡haz que yo siempre beba de la Sangre de Jesús, derramada por mis pecados, y que por esta Sangre sea puro de cuerpo y alma!
            Tercer misterio: la coronación de espinas. Colocan a Jesús una enorme corona de gruesas espinas, que le hacen doler mucho y le hacen sangrar mucho, tanto, que la Sangre de su cabeza le tapa los ojos, los oídos, la boca, la nariz. Virgen María, haz que la Sangre de Jesús descienda sobre mis ojos, oídos, labios, nariz, para que nunca ofenda a Jesús con mis sentidos!.
           Cuarto misterio: Jesús lleva la cruz a cuestas, camino del Calvario, y la cruz le provoca una gran herida en su hombro. La cruz está cargada con mis pecados, y le pesa tanto, que lo hace caer y golpearse en el suelo. Su Mamá lo acompaña, y la fuerza del amor que hay en sus ojos, le da fuerzas a Jesús para levantarse y seguir hasta el Calvario. Virgen María, haz que yo cargue mi cruz de todos los días y siga a Jesús, para morir crucificado junto con Él, y cuando ya no tenga fuerzas, mírame con tus ojos maternales, y podré así seguir hasta la cima del Monte Calvario, para estar al lado de Jesús.
            Quinto misterio: Luego de tres horas de agonía, Jesús muere en la Cruz, dando su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad por mí, y continúa ese don en la Eucaristía. Virgen María, haz que reciba en mi corazón la Eucaristía, que es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús, con el mismo amor que late en tu Inmaculado Corazón.

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