(Domingo I de Adviento - Ciclo A - 2013-14)
Comenzamos un nuevo Año Litúrgico con el tiempo de Adviento,
para prepararnos para celebrar, una vez más, la Navidad. ¿Por qué la Iglesia
repite todos los años las mismas misas? Porque por una parte, es igual que en
la escuela, que todos los años repite las mismas lecciones para sus alumnos;
así la Iglesia quiere que aprendamos las hermosas lecciones que son la vida de
Jesús. La Iglesia quiere que todos los años nos acordemos de Jesús, para que
así vayamos aprendiendo cada vez más de Él y así todos lleguemos a ser como Él.
Pero hay algo más: cuando la Iglesia celebra la Navidad una
y otra vez –y también la Pascua, una y otra vez-, no es porque solamente quiere
que nos acordemos de Jesús: por la liturgia y por la Misa, Jesús baja del cielo
en Persona para darnos su Amor y para quedarse con nosotros, y para darnos
todos los frutos de la Redención. ¿Vieron cuando un árbol está cargado de
frutos –cualquier que nos podamos imaginar: manzanas, peras, duraznos, etc.- y
uno se acerca para cortarlos y comerlos, disfrutando de su dulzura? Bueno,
Jesús está en la Cruz, que es el Árbol de la Vida eterna, y el que se acerca a
este Árbol bendito, recibe su fruto exquisito, que es su Cuerpo, su Sangre, su
Alma y su Divinidad, y al comer este fruto, que es la Eucaristía, se deleita y
se goza con la dulzura del Amor de Jesús. Para que nosotros podamos hacer esto,
es decir, para que podamos comer del Fruto exquisito del Árbol de la Vida, que
es la Eucaristía, la Iglesia, todos los años, comienza un nuevo Año Litúrgico,
en el que celebramos, principalmente, la Navidad y la Pascua de Jesús.
¿Qué quiere decir “Adviento”? “Adviento” significa “venida”
y se refiere a la venida de Jesucristo para Navidad. En este tiempo, en la
Iglesia esperamos que venga Jesús, como Niño, para Navidad, así como los justos
del Antiguo Testamento esperaban que viniera el Mesías Salvador (aunque nosotros
sabemos que ya nació, murió en la Cruz y resucitó).
¿Cómo tenemos que vivir este tiempo de “Adviento”?
La Iglesia nos pide lo siguiente para vivir el Adviento, que
es la preparación para la Navidad: oración, penitencia, misericordia, alegría.
Oración: porque la oración es al alma lo que la respiración
y el alimento es al cuerpo. ¿Alguien puede vivir sin respirar? No, a lo sumo,
alguno podrá aguantar la respiración en la pileta, debajo del agua, no más de
dos minutos, pero no se puede pasar la vida sin respirar; así tampoco se puede
vivir sin rezar, porque la oración es lo que le permite al alma respirar con la
vida de Dios. ¿Alguien puede vivir sin comer? No, nadie puede vivir sin comer,
porque se muere de hambre a los pocos días; así también, no se puede vivir sin
rezar, porque el alma que no reza, es un alma que muere, porque se queda sin la
vida de Dios.
Penitencia: porque somos pecadores y el pecado nos impide
recibir a Dios que viene como Niño. Haciendo penitencia y confesándonos, vamos
a preparar nuestro corazón, que va a quedar limpito, como la gruta de Belén,
para que ahí pueda nacer el Niño Dios.
Misericordia:
que quiere decir “amor dado a los demás con obras y no con palabras”. Jesús es
Dios de Amor, y viene para Navidad como un Niño, sin dejar de ser Dios, para
darme su Amor; entonces, yo tengo que dar de este mismo amor a los que me
rodean, empezando los papás y los hermanos.
Alegría: no hay nada más hermoso en este mundo que Jesús y
saber que Jesús me ama y que va a venir como un Niño para llevarme al cielo, es
la causa de mi alegría, y esa alegría es la que tengo que dar a los demás,
junto al amor.
Así es como tenemos que vivir el Adviento, como nos pide la
Iglesia: oración, penitencia, misericordia, alegría. Esa es la manera de
prepararnos para la Venida de Jesús.
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