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sábado, 26 de abril de 2014

El Evangelio para Niños: La Divina Misericordia


         Una vez Jesús se le apareció a una monjita que se llamaba Sor Faustina y le dijo que pintara una imagen así, tal como lo veía. Jesús estaba de pie y de su pecho salían dos rayos: uno rojo, que da la vida de Dios al alma, y uno blanco, que significa la gracia que nos santifica.
         Jesús también le dijo que a las tres de la tarde se acordara siempre de Él, porque era la hora en la que Él murió en la cruz, y que a esa hora, pidiera perdón y misericordia por todos los pecadores, que Él no le iba a negar nada de lo que le pidiera, por los méritos de su Pasión, si eso no era contrario a su salvación.
También le enseñó una oración que se reza con el Rosario y que se “Coronilla de la Divina Misericordia” y le dijo que si se la rezaba al lado de alguien que estaba por morir, Él personalmente se iba a poner entre esa persona y Dios Padre y le iba a decir a Dios Padre que le perdonara todos sus pecados y lo iba a llevar al cielo. Y que todo aquel que rezara la Coronilla, por más que fuera muy pecador, Él le iba a dar todas las gracias necesarias, para que se arrepintiera e hiciera una buena confesión y se salvara.
También le dijo que esta imagen era la última devoción hasta que Él viniera por Segunda Vez; que todos los que quisieran salvarse, tenían que mirarlo a Él en esa imagen y rezarle y tenerle mucho amor y mucha confianza, que si no le rezaban y no le tenían confianza, no se podían salvar.
Jesús también le mandó un ángel a Sor Faustina para que la llevara al infierno y le mostrara que el infierno existe y que está ocupado con personas que no creían en el infierno y Dios le dijo que volviera y contara a todo el mundo lo que había visto, para que nadie dijera que el infierno no existe o que está vacío.
Después se le apareció la Virgen a Sor Faustina, y le dijo que su Hijo Jesús es muy misericordioso, pero que no hay que abusar de la misericordia, y que cuando Él venga por Segunda Vez, no va a venir como Rey de Misericordia, sino como Justo Juez, y que ese día, hasta los ángeles del cielo van a temblar; que el mundo tenía que prepararse para su Segunda Venida y que teníamos que obrar la misericordia, pero no abusar de ella, es decir, no tenemos que creer que porque Jesús es misericordioso, podemos vivir como queramos, sin preocuparnos por la gracia, pensando que podemos vivir en pecado y que nos vamos a confesar cinco minutos antes de morir.
Si queremos ir al cielo, tenemos que hacer obras de misericordia, corporales y espirituales, las que nos pide la Iglesia; tenemos que rezar a las tres de la tarde, que es la Hora de la misericordia; tenemos que rezar la Coronilla de la Misericordia; tenemos que venerar la imagen de Jesús Misericordioso, en la Iglesia y también en un pequeño altar que podemos hacer en nuestros hogares, pero sobre todo, la imagen de Jesús Misericordioso debe estar en ese altar vivo que es nuestro corazón en gracia: allí debe estar entronizado Jesús Misericordioso y allí le debemos rendir homenaje, día y noche, con cantos de alabanza y de adoración, en esta vida y en la otra vida, por toda la eternidad, en el cielo, para siempre.


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