(Domingo XI – TO – CB – 2015)
Jesús dice que el Reino de Dios es como un grano de mostaza,
que primero es pequeño, muy pequeño, y luego se hace grande, tan grande, casi
como un árbol, y como se hace grande, los pájaros del bosque van a hacer nido
en sus ramas.
Pero el grano de mostaza también puede ser nuestra alma,
cuando no tiene la gracia de Dios: es pequeña, insignificante, tan
insignificante, que es la más pequeña de todas las semillas, puesto que cabe en
la yema de un dedo. Pero por la gracia de Dios, nuestra alma se vuelve robusta,
gigante, y crece, porque la gracia de Dios hace que nuestra alma se convierta
en una imagen viviente de Jesús, y así, es como cuando la semilla de mostaza
crece y se convierte en un árbol de grandes dimensiones, en donde van a hacer
nido las aves del cielo. Cuando nuestra alma está en gracia, es como un árbol
gigante: lleno de ramas, de hojas verdes, de frutos, y los pájaros del cielo,
al ver un árbol tan lindo, van ahí a hacer sus nidos: eso quiere decir que, por
la gracia, el corazón se vuelve más bueno, más paciente, más generoso, más
bondadoso, porque se vuelve más parecido al Corazón de Jesús y al Corazón de
María.
Pero hay algo que falta: ¿quiénes son esas misteriosas aves que
van a hacer nido en el árbol, cuando la semilla crece? Es decir, quiénes van a
habitar en nuestra alma, cuando nuestra alma está en gracia? Porque Jesús dice que,
cuando la semilla de mostaza crece y se convierte en árbol, las aves del cielo
van a hacer sus nidos ahí. ¿Quiénes son? Estas aves del cielo, que van a hacer
nido en el árbol, es decir, en nuestra alma en gracia, son las Tres Divinas
Personas de la Santísima Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Es por eso que, si nuestra alma es pequeña como un grano de
mostaza, tenemos que confiársela a la Virgen, porque Ella es la Divina
Agricultora, y Ella se va a encarga de regar nuestra alma con el agua de la
gracia, de arrancar los malos pastos de las pasiones y las malas amistades, de
remover la tierra de los malos hábitos y de alimentarnos con el nutriente que
nos da la Vida eterna, el Pan Vivo bajado del cielo. Así, al cuidado de la
Virgen, la Divina Jardinera, nuestra alma, pequeña como un grano de mostaza,
crecerá como un árbol frondoso, en el cual harán su nido las aves del cielo, las
Tres Divinas Personas.
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