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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Catecismo para Niños de Primera Comunión - Lección 18 – Cristo a la derecha de Dios Padre

Catecismo para Niños de Primera Comunión - Lección 18 – Cristo a la derecha de Dios Padre[1] 

         Doctrina

         ¿Qué quiere decir estar sentado a la derecha de Dios Padre? Quiere decir que Jesucristo en cuanto Dios tiene igual poder y gloria que el Padre y mayor poder y gloria que ninguna criatura en cuanto hombre. También quiere decir que Jesucristo como hombre tiene parte en el poder y gloria del Padre celestial; en otras palabras: Jesús es el Hombre-Dios y por eso tiene, como Dios, igual poder y gloria que Dios Padre y como Hombre, es el que más poder y gloria tiene inmediatamente después de Dios.
         ¿Para qué quiso Jesucristo subir al cielo en presencia de sus discípulos? Para que pensemos que el cielo es donde está nuestra verdadera Patria y que estamos en este mundo y en esta vida terrena sólo de paso, como peregrinos que vamos de camino. Recordemos que Santa Teresa de Ávila decía que esta vida era “como una mala posada, en una mala noche”. Así como la mala noche termina para que llegue el día y podemos salir de la mala posada para ir al prado verde y a la luz del sol, así esta vida, llena de peligros y tribulaciones, termina pronto, y comienza la vida eterna, la vida que no tiene fin.
         ¿Qué hace Jesucristo en el cielo por nosotros? Jesucristo en el cielo intercede por nosotros ante el Padre. Esto quiere decir que, mientras estamos en esta tierra y caminamos hacia el cielo, Jesucristo ruega al Padre para que nos conceda su Espíritu Santo, que nos da la Sabiduría y el Amor de Dios y así seamos capaces de discernir cuál es la Voluntad de Dios en nuestras vidas, y podamos cumplir los Diez Mandamientos y vivir en gracia.
         Explicación
        

         En el ángulo superior derecho, vemos el cielo, morada de Dios, y a Jesús sentado ya a la derecha del Padre. Jesús aparece con la cruz en la que murió; el Eterno Padre tiene el globo del mundo, y entre los dos resplandece el Espíritu Santo en forma de paloma.
         “Estar sentado a la derecha del Padre” es una forma de decir, ya que el Padre no tiene derecha o izquierda, ni manos porque es espíritu purísimo. Esto quiere decir que Jesús en el cielo ocupa como hombre el puesto más honorífico. Así como aquí en la tierra el que tiene más poder después del rey es el que se sienta a su derecha, así Jesucristo, por tener más poder que nadie después de Dios, se dice que está sentado a la derecha de Dios Padre, con autoridad, como en trono, y esto en cuanto hombre; en cuanto Dios, como ya dijimos, es igual al Padre y uno con el Padre (Jn 10, 30) y tiene la misma autoridad que el Padre y se sienta en el mismo sitio que el Padre. Por eso dijo Jesucristo: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28, 18).
         La parte baja de la lámina representa el martirio de San Esteban. Mientras le estaban apedreando, él tenía los ojos fijos en el cielo; veía la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra del Padre (Hech 7, 55-56). El Espíritu Santo lo asistía para que no sufriera los dolores de su martirio, al mismo tiempo que llenaba su alma del Amor y de la gracia de Dios, para que fuera inmediatamente al cielo luego de morir, lo cual es un privilegio de los mártires.
         El hombre que está de pie, hacia atrás, con unas vestimentas en la mano, es San Pablo, quien observaba y aprobaba la muerte de San Esteban. Pablo -entonces Saulo-, en ese entonces, todavía no estaba convertido, y es por eso que perseguía a los cristianos; pero luego de que Jesucristo se le apareciera en su alma como una brillante luz en el camino a Damasco (Hech 9), se convirtió en gran predicador y apóstol de Jesús.
         Práctica: Jesucristo es Señor y Dueño de nuestra vida. Por eso, cada mañana, le consagraremos, por intermedio del Inmaculado Corazón de María, no sólo nuestras obras del día, sino nuestra mente, nuestro corazón y todo nuestro ser.
         Palabra de Dios: “Tenemos un Pontífice que está sentado a la diestra del trono de la majestad de los cielos” (Hech 8, 11); “Y es, por tanto, perfecto su poder de salvar a los que por Él se acercan a Dios y siempre vive para interceder por ellos” (Hech 7, 25); “Al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor” (Fil 2, 10-11).
         Ejercicios bíblicos: Mc 16, 19; Heb 1, 3; Mt 25, 31; Col 3, 1.



[1] Adaptado de El Catecismo ilustrado, de P. BENJAMÍN SÁNCHEZ, Apostolado Mariano, Sevilla3 1997.

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