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miércoles, 24 de agosto de 2016

Catecismo para Niños de Primera Comunión - Lección 35 - El Santo Rosario



Catecismo para Niños de Primera Comunión - Lección 35 - El Santo Rosario


Las apariciones de la Virgen en Fátima a los tres Pastorcitos son una de las más grandiosas manifestaciones marianas de todos los tiempos y dentro de todos sus mensajes espirituales, uno de los más importantes está relacionado con el rezo del Santo Rosario: ese mensaje es que la Virgen quiere que sea rezado por todos, pero especialmente por los niños, porque cuando la Virgen se les apareció, los Pastorcitos tenían edades que oscilaban entre los siete y los diez años.
         Ya desde la primera aparición, acaecida el 13 de mayo de 1917, la Virgen manifestó su interés –que es el interés del mismo Dios Trino- en que se rezara el Rosario. En esa ocasión Lucía le preguntó si ella y Jacinta irían al cielo, y la Virgen le contestó que sí, pero cuando preguntó por Francisco, la Madre de Dios contestó: “También irá, pero tiene que rezar antes muchos rosarios”. Aquí hay una primera indicación que señala al Rosario como camino para llegar al cielo. Luego de decir esto, la Virgen de Fátima abrió sus manos y les comunicó a los tres Pastorcitos una luz divina muy intensa. Ellos cayeron de rodillas y alabaron a la Santísima Trinidad y al Santísimo Sacramento. Luego la Virgen señaló: “Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. La Virgen les hace experimentar la luz de Dios, después de pedirles que recen el Rosario, para que nos demos cuenta que esa misma luz invade el alma, por la gracia, cuando se reza el Rosario. Después les pide que recen el Rosario “todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”, porque en ese entonces, se desarrollaba la Primera Guerra Mundial. Efectivamente, al poco tiempo, esta Guerra terminó y hoy si bien no hay una Guerra Mundial, sí hay muchos motivos para rezar el Rosario, ya que se necesita paz para las personas, para las familias, para la sociedad y también para todo el mundo. Y algo muy importante, la paz que se obtiene por el rezo del Rosario, no es una paz que viene de los hombres, sino que es una paz que, viniendo de Dios, nos la trae la misma Virgen María.
En la segunda aparición la Virgen María se les presentó después que ellos rezaron el Santo Rosario, para que nos demos cuenta de cómo Ella está escuchando nuestro rezo de cada Rosario, y en la tercera ocasión Nuestra Señora les enseñó una oración para pedir ser librados del infierno y la misericordia divina: “Cuando recen el Rosario, decid después de cada misterio: ‘Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia’”. Como podemos ver, el Rosario, además de alcanzarnos la paz de Dios, es una oración que nos ayuda a llegar al cielo y evitar el infierno, y además para implorar misericordia a Dios, pidiéndole por la conversión de los pecadores.
Para la cuarta aparición Jacinta le preguntó a la Madre de Dios lo que quería que se hiciera con el dinero que la gente dejaba en Cova de Iría. La Virgen les indicó que el dinero era para la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario y que lo que quedaba era para una capilla que se debía construir. En esa misma aparición, la Virgen tomó un aspecto muy triste y les dijo: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quién se sacrifique y rece por ellas”. La expresión de tristeza de la Virgen se debe a que, como Madre, Ella ve cómo muchos de sus hijos se dirigen a la condenación eterna, por no tener quién rece por ellos. En las apariciones de Fátima, la Virgen se mostraba con su Inmaculado Corazón rodeado de espinas, que significan nuestros pecados y su dolor porque sus hijos no se convierten a Dios y este dolor se calma, en gran medida, por el rezo del Rosario. Nuevamente, aquí se manifiesta el gran poder que tiene el Rosario para pedir por los pecadores, y además, para calmar el gran dolor de la Virgen, ya que la Virgen experimenta un gran consuelo cuando rezamos el Rosario pidiendo por sus hijos que están más alejados de Dios. ¡Un motivo más para rezar el Santo Rosario!
Al llegar el día de la quinta aparición, los niños llegaron a Cova de Iría con dificultad debido a las miles de personas que les pedían que presentaran sus necesidades a Nuestra Señora. Los pastorcitos se pusieron a rezar el Rosario con la gente y la Virgen, al aparecerles, animó nuevamente a los niños a continuar rezando el Santo Rosario para alcanzar el fin de la guerra. Una vez más, la Virgen se les aparece después que ellos rezan el Rosario, lo cual nos hace ver cómo está María presente, en medio nuestro, cuando rezamos el Rosario.
En la última aparición, antes de producirse el famoso milagro del sol, en el que el astro pareció desprenderse del firmamento y caer sobre la muchedumbre, la Madre de Dios pidió que hicieran en ese lugar una capilla en su honor y se presentó como la “Señora del Rosario”. Posteriormente, tomando un aspecto más triste dijo: “Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido”. Esto sucedió el 13 de octubre de 1917. El rezo del Santo Rosario puede causar milagros más grandes que el ver danzar al sol, y es la conversión de un corazón a Jesús, Sol de justicia, y esto se debe a que, en el Rosario, interviene la Madre de Dios concediendo sus gracias, aunque nosotros no nos demos cuenta.
Después de las Apariciones de la Virgen, unos 40 años después, Lucía, convertida en monja carmelita descalza, dio una entrevista al entonces Postulador de la Causa de Beatificación de Francisco y Jacinta Marto y a algunos miembros del alto clero. Allí manifestó que la Santísima Virgen les dijo, tanto a sus primos como a ella, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el Inmaculado Corazón de María. Esto es particularmente importante para nuestros días, por lo que debemos rezar el Santo Rosario con fervor y amor, y consagrarnos al Inmaculado Corazón de María, para aliviar al Corazón de Jesús, que sufre por las almas que no quieren convertirse y viven en el camino del error y del mal.
Pero además, el Rosario es fuente de gracias inimaginables; podemos decir que tenemos en nuestras manos la llave que abre los tesoros del Corazón de Jesús, y ésa llave es el Santo Rosario. Con el Rosario podemos conseguir todas las gracias que pidamos y la solución de todos los problemas, porque es la Virgen, nuestra Madre, la que interviene cuando le pedimos algo a través del Rosario. Dice así Sor Lucía: “No hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias, del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario”. “No hay problema que no pueda ser resuelto por medio del rezo del Santo Rosario”; entonces, ¿qué esperamos para rezarlo?
Sor Lucía dijo también que con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. “Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario”, advirtió.
Por medio del Santo Rosario, el camino de la salvación eterna será fácil y agradable, porque con el Santo Rosario “practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros”.
Por último, dice Sor Lucía que el Rosario es un arma, un arma espiritual, una de las más grandiosas que podamos tener en nuestras manos; un arma con la que nos venceremos a nosotros mismos, a la tentación y al Demonio y lograremos resonantes triunfos espirituales: “El Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los últimos tiempos”, afirmó la vidente de la Virgen de Fátima.
Además de todo esto, podemos decir que el Santo Rosario es la forma más hermosa de agradar a Nuestra Madre del cielo, la Virgen, porque cada Ave María es una rosa espiritual que le regalamos a la Virgen, lo que significa que cada Rosario es un hermoso ramo de rosas que le damos a Nuestra Madre celestial. Y es la oración que más le gusta, porque le hacemos recordar el momento en que el Ángel le anunció la noticia más maravillosa para toda la humanidad: que Ella sería la Madre de Dios. También le recordamos que esté con nosotros en la hora en que debamos pasar de este mundo a la otra vida, para luego seguir estando con Ella y con Jesús para siempre. Con el Rosario, entonces, agradamos al Inmaculado Corazón de María y le quitamos un poco la tristeza que le dan muchos de sus hijos, que no se acuerdan de Ella.
Paz de Dios, conversión de los pecadores, alivio del Corazón de María, alivio del Corazón de Jesús, fuente de gracias, cumplimiento de la voluntad de Dios, vida de santidad. ¡Recemos el Rosario!


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