Jesús, Justo Juez y la Virgen, en el Día del Juicio Final.
(Domingo
XIX – TO – Ciclo C – 2016)
“Estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la
hora menos prevista” (Lc 12, 32-48). Jesús
nos cuenta de un señor, dueño de casa, que se va a una fiesta de un casamiento
y vuelve tarde, cuando ya están todos durmiendo, y tiene dos sirvientes: uno,
que es bueno, y que lo quiere, y que lo espera para cuando vuelva, despierto,
con la ropa de trabajo, con una candela encendida, y con la mesa puesta; el
otro siervo, es malo, perezoso, no le gusta trabajar, no lo quiere a él, su amo,
y como piensa que va a volver tarde, se pone a tomar vino y como es malo y
peleador, empieza a pegarles a los demás sirvientes. Jesús dice que, cuando
llegue el dueño de casa, y nadie sabe a qué hora va a llegar, al sirviente
bueno, le va a dar una recompensa, porque él mismo va a hacer que se siente a
la mesa, como si fuera el dueño, y le va a empezar a servir una rica comida; al
sirviente malo, en cambio, lo va a castigar, echándolo fuera de la casa, en
medio de la noche.
El
dueño de casa es Él, Jesús, que va a venir en algún momento -que no sabemos
cuándo será-, para llevarnos al cielo y, al fin del tiempo, en el Día del
Juicio Final, vendrá como Juez de todos nosotros, para darnos una recompensa –el
cielo- si nos portamos bien, o para darnos un castigo si nos portamos mal –el infierno-.
¿Y
quiénes son los dos siervos, uno bueno y otro malo?
Somos
nosotros: si vivimos en gracia –confesándonos seguido y comulgando con fe y con
amor, principalmente los Domingos- y cumplimos los Mandamientos de Dios –como niños,
tenemos que cumplir todos los mandamientos, pero hay dos mandamientos
especiales para nosotros, y son el Primero y el Cuarto- y si tenemos en la
mente y en el corazón a Jesús y a la Virgen, somos el siervo bueno y, cuando venga
Jesús a buscarnos, nos dará como recompensa el Reino de Dios y nos llevará con
Él y con la Virgen al cielo, para estar con ellos para siempre.
Pero
si no vivimos en gracia, y no nos preocupamos por confesarnos y venir a Misa
los Domingos para recibir a Jesús en la Eucaristía, y si no nos portamos bien
en casa, peleando con nuestros hermanos y no hacemos caso a nuestros papás, y
somos perezosos y no queremos ayudar ni hacer la tarea de la escuela, entonces,
cuando venga Jesús, no nos llevará con Él y nos quedaremos solos y tristes, porque
el Único que nos da alegría, paz, amor y felicidad, es Jesús.
¿Cuál
de los dos servidores queremos ser? ¡Por supuesto que queremos ser el buen
servidor, el que ama a Jesús y la Virgen y cumple sus mandamientos! Y para eso, tenemos que vivir siempre en gracia, como quiere Jesús.
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