Jesús Niño crucificado.
(Domingo
XXIII – TO – Ciclo C – 2016)
En este Evangelio, Jesús nos dice que tenemos que hacer tres
cosas si queremos ser sus discípulos: renunciar a lo que tenemos, cargar la
cruz y amarlo a Él más que a nuestros padres, hermanos e incluso hasta nuestra
propia vida.
¿Qué quiere decir renunciar a lo que tenemos? Quiere decir
que el que quiere ser sacerdote, o religiosa, tiene que dejar su familia,
elegir no casarse y dejar todo el dinero o casas, o autos, que pudiera tener. Pero
para el que no va a ser sacerdote ni religiosa, quiere decir renunciar a lo que
nos aparta de Dios, que es el pecado: la mentira, el enojo, las peleas, la
pereza.
¿Qué quiere decir cargar la cruz? Quiere decir que tenemos
que llevarnos a nosotros mismos e ir detrás de Jesús, que va con la cruz a
cuestas, hasta la parte más alta del Monte Calvario, para que ahí nuestro “yo”
egoísta, malo, perezoso, muera en la cruz y así pueda nacer un nuevo “yo”, que
vive la vida de la gracia y evita todo pecado como si fuera la peor de las
pestes.
¿Qué quiere decir renunciar a la propia vida? Quiere decir
estar dispuesto a perder la vida antes que renunciar a Jesús; por ejemplo, es
lo que sucede hoy en Medio Oriente, en donde muchos niños cristianos prefieren
morir antes que decir que no creen en Jesús. Pero para nosotros, que no nos
persigue nadie, quiere decir que tenemos que estar dispuestos a perder la vida
antes que cometer un pecado mortal o venial deliberado, y un ejemplo de esto es
la gracia que pidió Santo Domingo Savio el día que hizo su Primera Comunión: “Morir
antes que pecar”. Es decir, debemos estar dispuestos a perder la vida, antes
que decir siquiera una mentira pequeña deliberadamente.
Para que sepamos si somos verdaderamente amigos de Jesús,
tenemos entonces que hacer estas tres cosas: renunciar a lo que tenemos, cargar
la cruz, amar a Jesús más que a la propia vida.
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