(Domingo XII – TO – Ciclo A - 2017)
En
el Evangelio, Jesús dice que si alguien da testimonio de Él ante los hombres,
en esta vida terrena, después Él, en la vida eterna, dará testimonio de esa
persona ante Dios Padre: “Al que me reconozca ante los hombres, yo lo
reconoceré ante mi Padre que está en el cielo”. Pero también dice que si
alguien se calla y no dice nada ni hace nada por Él, Él también se quedará
callado ante su Padre en el cielo: “Pero yo renegaré ante mi Padre que está en
el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres” (Mt 10, 26-33).
¿Qué
quiere decir “dar testimonio de Jesús”? No quiere decir pararse en un banquito
en la plaza y leer la Biblia en voz alta; no quiere decir estar fijándose en
qué es lo que hacen los demás, para señalarles sus errores. Dar testimonio de
Jesús quiere decir, en primer lugar, tener grabados, en la mente y en el
corazón, los Mandamientos de la Ley de Dios y las palabras de Jesús, y obrar según
ellos. Por ejemplo: en el Tercer Mandamiento, se dice: “Santificarás las
fiestas”, lo cual quiere decir asistir a la Santa Misa en el día Domingo,
además de hacer obras buenas, como leer un buen libro, visitar a un enfermo,
dar limosna, o hacer tareas livianas como asear la casa, hacer las tareas de la
escuela, hacer alguna compra necesaria, etc. Eso es dar testimonio de Cristo. Pero
no lo es si, por pereza, falto a la Misa dominical, cometiendo pecado mortal, a
menos que haya una excusa grave, como por ejemplo, cuidar un enfermo o uno
mismo estar enfermo.
Otra
manera de dar testimonio de Jesús, es con el Cuarto Mandamiento: honrar padre y
madre. Se cumple este mandamiento tratando a los papás con respeto, con cariño,
con amor, y obedeciendo siempre de buena gana, sin reprochar, y evitando todo
lo que les pueda hacer sentir mal, como por ejemplo, protestar por la comida,
pelear con los hermanos por cosas sin importancia, no hacer los deberes, ser
caprichosos, etc.
Si
tratamos de dar testimonio de Jesús, con nuestras obras, y no con sermones,
entonces, cuando sea la hora de ir al cielo, Jesús dará testimonio de nosotros
ante su Papá del cielo, y nos hará entrar en el cielo, para gozar y alegrarnos
para siempre en la Casa de Jesús.