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domingo, 15 de julio de 2018

El Evangelio para Niños: Jesús nos envía a iluminar el mundo con su Evangelio



(Domingo XV - TO - Ciclo B – 2018)

         “Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros” (cfr. Mc 6, 7-13). Un gran santo, San Cirilo de Jerusalén, cuando comenta este Evangelio, dice que Jesús envía a los Doce Apóstoles a la misión para que “brillen como antorchas”. No quiere decir que los Doce tenían que encender doce antorchas y salir a predicar, aun a plena luz del día: quería decir que debían brillar espiritualmente. Lo que hace una antorcha es iluminar, es decir, si está todo oscuro y no hay luz eléctrica, ni de velas, ni del sol, ni de la luna, la única luz que permite ver lo que nos rodea es la luz de una antorcha y esto es lo que sucede cuando una persona vive y predica el Evangelio de Jesús, porque Jesús es “luz del mundo”, como Él lo dice en el Evangelio y Jesús nos ilumina con su palabra en el Evangelio. Leer la Biblia es llenarnos de luz divina el alma.
         En los tiempos de Jesús, aunque había luz del sol y luz de las velas, las gentes vivían en oscuridad espiritual, porque eran paganas, es decir, no conocían a Jesús y por eso hacían cosas muy malas, propias de los paganos, de los que no conocen a Jesús. Pero llegaron los Apóstoles y los iluminaron con la luz del Evangelio de Jesús y muchos se convirtieron y dejaron de hacer cosas malas para empezar a ser buenos y santos, viviendo los Mandamientos de la Ley de Dios.
         Hoy también Jesús nos envía al mundo, para que iluminemos el mundo con el Evangelio de Jesús, porque el mundo hoy vive en tinieblas, vive en oscuridad, porque no conoce a Jesús o en muchos casos lo conoce, pero lo rechaza. Para eso, tenemos que leer todos los días una parte del Evangelio de Jesús, para que la luz de Jesús esté en nosotros y así nosotros podamos ser luz de Jesús para nuestros hermanos. Vivamos en gracia, leamos la Palabra de Dios, confesemos con frecuencia, comulguemos en estado de gracia y así podremos ser luz del mundo y sal de la tierra para el mundo de hoy que, a pesar de la luz de las computadores, la luz de los celulares, la luz de las tablets, la luz de los televisores, vive en tinieblas y en sombras de muerte. Solo si tenemos la luz de Cristo en nosotros, que nos viene por la fe y por la gracia, podremos iluminar el mundo con la luz de Cristo.

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