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sábado, 18 de agosto de 2018

El Evangelio para Niños: La Eucaristía es verdadera comida y verdadera bebida



(Domingo XX - TO - Ciclo B – 2018)

“Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida” (Jn 6, 51-58). Todos nosotros, como seres humanos que somos, pensamos todos los días en qué hemos de comer y en qué hemos de beber. Es lógico, porque tenemos que alimentar el cuerpo: un cuerpo sin alimentación o con una alimentación deficiente, es un cuerpo que se debilita de a poco y puede incluso llegar a morir, si la falta de alimentos se prolonga mucho tiempo. Por eso es importante alimentarnos, es decir, comer y beber, aunque hay que tener en cuenta el dicho que dice: “Hay que comer para vivir y no vivir para comer”. Hay que evitar, en la comida y en la bebida, la glotonería, el comer por comer, lo cual es un pecado de gula.
Pero en la cuestión de la comida también hay que tener en cuenta otra cosa: somos seres humanos, compuestos de cuerpo y alma: al cuerpo, lo alimentamos con alimentos materiales, terrenos, que es la comida que comemos en la mesa todos los días. Ahora bien, si alimentamos el cuerpo, también tenemos que alimentar el alma, pero el alma no se alimenta con alimentos terrenos. Si yo como un trozo de pan, ese trozo de pan alimenta mi cuerpo, pero no mi alma. Si bebo un vaso de agua, el agua calma la sed del cuerpo, pero no la sed del alma.
¿Cómo alimentar el alma?
Jesús nos lo dice: con su Cuerpo y su Sangre y su Cuerpo y su Sangre están en la Eucaristía. Es decir, el alimento del alma es la Eucaristía. Si nos preocupamos por el alimento del cuerpo, mucho más tenemos que ocuparnos del alimento del alma, que es la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Hay muchos que, lamentablemente, solo alimentan el cuerpo, pero no el alma, porque creen que la Eucaristía es solo un pedacito de pan. Pero la Eucaristía es un pan que solo tiene apariencia de pan, porque es un Pan que es Carne, la Carne del Cordero de Dios. El que se alimenta del Pan de la Misa, que es la Eucaristía, se alimenta con Carne de Cordero, asada en el Fuego del Espíritu Santo, la Carne del Cordero de Dios, Jesús. Y el que se alimenta con la Eucaristía tiene un alma fuerte y llena de luz, porque en la Eucaristía está la vida de Dios, que es vida divina, que da la fortaleza y la luz de Dios a quien se alimenta de ella.
Lamentablemente, hay muchos que descuidan el alimento del alma, que es la Eucaristía, y así sus almas están raquíticas, débiles e incluso muchas almas mueren por la falta del Pan bajado del cielo. No seamos como ellos, alimentemos nuestras almas con el Pan de Vida eterna, que es la Eucaristía, para tener en nuestros corazones la luz y la vida de Dios Uno y Trino.

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