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sábado, 22 de septiembre de 2018

El Evangelio para Niños: El que quiera ser primero sea el servidor de todos



(Domingo XXV – TO – Ciclo C – 2018)

         “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 30-37). Mientras Jesús les está hablando a sus discípulos y les revela por anticipado qué es lo que le va a suceder –será traicionado, encarcelado, crucificado y luego resucitará-, ellos, en vez de prestar atención a lo que Jesús les dice, estaban “discutiendo entre sí” y la razón de la discusión era porque todos querían ser el más grande. Es decir, mientras Jesús les avisa que se vienen tiempos de mucho peligro y dolor, porque Él será crucificado y morirá y que solo después de esto vendrá la alegría y la resurrección, los discípulos no escuchan a Jesús y si lo escuchan, no les importa lo que les está diciendo: cada uno de ellos está pensando en otra cosa; cada uno de ellos piensa en ser el más importante; cada uno de ellos piensa en recibir aplausos, honores, agasajos. Jesús les habla de la Cruz y de la Resurrección, que es lo más importante en esta vida, y ellos están pensando en quién va a ser el más grande, para recibir el aplauso de los hombres. Con esto, demuestran que no entienden lo que Jesús les dice –el Evangelio afirma que “no comprendían” lo que Jesús les decía- y que no les importa tampoco, porque en vez de la Cruz y la Resurrección, ellos quieren que los traten como a gente importante.
         Lo que Jesús les dice, acerca de la Cruz y la Resurrección, es lo que realmente importa en esta vida, porque estamos en esta vida para subirnos a la Cruz, morir al hombre viejo y luego resucitar para la vida eterna. Lo que los discípulos quieren, el ser considerados como importantes y así recibir los aplausos de los hombres, no sirve para nada, porque los aplausos que los hombres se dan entre sí, no valen nada ante los ojos de Dios. Los hombres acostumbran a aplaudirse unos a otros -y muchas veces se aplaude al que hace el mal-, pero este aplauso se llama “gloria mundana” y no sirve de nada ante los ojos de Dios. A los ojos de Dios, solo tiene valor la gloria de Dios y la gloria de Dios es Jesús crucificado. Si realmente queremos ser los primeros, no busquemos el aplauso de los demás: trabajemos por el Reino de los cielos, subamos a la Cruz y así seremos llevados al Cielo, en donde reinaremos con Jesús y la Virgen para siempre.

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