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martes, 13 de noviembre de 2018

La Eucaristía es más valiosa que el cielo porque es Dios Hijo en Persona



(Homilía en ocasión de una Santa Misa de Primeras Comuniones)

         En el mundo existe mucha gente de buen corazón, pero que a pesar de esto, no tuvo la dicha de recibir la gracia del Bautismo y por lo tanto de ser hijos adoptivos de Dios. Y al no tener la gracia del Bautismo, tampoco tuvo el don de recibir en sus corazones al mismísimo Hijo de Dios en Persona, tal como ustedes lo van a hacer ahora. Mucha gente de buen corazón, querría estar en el lugar de ustedes el día de hoy, pero no lo está, porque no recibieron la dicha y el regalo enorme de Dios de ser adoptados como hijos suyos por el Bautismo y tampoco recibieron el regalo de hacer el Catecismo para tomar la Primera Comunión. Si se enteraran de lo que es la Eucaristía, Dios Hijo en Persona, muchos darían la vida por estar sentados donde ustedes están sentados. Muchos buscan a Dios con un corazón lleno de amor, pero no saben lo que ustedes saben, no saben que Jesús es Dios y está en la Eucaristía y por eso se quedan frustrados, al no poderlo recibir en sus corazones.
         No hay nada más valioso en el mundo que la Eucaristía, porque la Eucaristía es Dios Hijo en Persona, que viene a nuestra alma para darnos el Amor de su Sagrado Corazón. ¡Cuán errados están aquellos que, habiendo recibido el don del Bautismo y el don de la Eucaristía, una vez que recibieron la Primera Comunión, abandonan la Iglesia y dejan de comulgar! Quienes esto hacen, no saben lo que hacen, porque están perdiendo a Dios Hijo, Presente en Persona en la Eucaristía, por unos bienes mundanos y perecederos. Muchos católicos tienen estos dones, recibidos gratuitamente del cielo, y sin embargo, lo desprecian y lo desaprovechan, porque prefieren las cosas de la tierra antes que la Eucaristía. Hay muchos que el Domingo, en vez de acudir a la Iglesia para recibir el don de la Eucaristía, prefieren el fútbol, el paseo, la diversión, sin darse cuenta de la grandeza infinita y del inmenso valor de lo que pierden, al dejar de lado la Eucaristía.
         Para que nos demos cuenta del inmenso valor de la Eucaristía, consideremos lo siguiente: en las Escrituras se narra que San Pablo fue llevado a los cielos, estando aún en vida y quedó tan maravillado por las hermosura del cielo, que dijo que “ningún ojo vio” lo que Dios tiene preparado para los que lo aman., Nosotros no somos llevados al cielo y sin embargo podemos decir que comulgar la Eucaristía es un don inmensamente más grande que ser llevado al cielo, porque viene a nuestro corazón no el cielo con sus hermosuras, sino Dios en Persona, que es la Belleza y la Hermosura Increada y por quien es bello y hermoso todo lo que es bello y hermoso.
San Pablo fue llevado a los cielos, pero no recibió a Dios en su corazón, sino que vio las maravillas de Dios; cuando comulgamos, no somos llevados al cielo, sino que es el Dios de los cielos, el Dios ante el cual los cielos son nada, el que viene a nuestros corazones. Es decir, en vez de nosotros subir al cielo, Dios baja desde el cielo para quedarse en nuestros corazones y así convertir nuestros corazones en un cielo, porque allí se encuentra Dios en Persona. Pero todo esto sucede cuando el alma comulga y comulga en gracia; no sucede cuando el alma, por pereza, deja de asistir a Misa, o cuando comulga en estado de pecado mortal. Recibir la Sagrada Comunión es un don infinitamente más valioso que ser transportado a los cielos en esta vida mortal, porque es recibir al mismo Hijo de Dios en Persona; no dejemos la Comunión por las cosas del mundo y acudamos, con el corazón limpio por la gracia y convertido en trono de Jesús Eucaristía, a recibir la Eucaristía cada Domingo. No cometamos el error de muchos niños y jóvenes, para quienes la Primera Comunión se convierte en la última. Que nuestra Primera Comunión sea la Primera de muchas que, por la gracia de Dios, recibiremos en esta vida, para que así nuestros corazones queden colmados con el Amor del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

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