(Homilía para niños del Ciclo Primario del Colegio La Asunción, Leales, Tucumán, Argentina)
¿Qué sucede en la Santa Misa?
Para
saberlo, debemos tener en cuenta que existe una realidad invisible a los ojos
del cuerpo, misteriosa, sobre el altar, cuando se celebra la Misa. Necesitamos
para eso, no solo usar la imaginación, sino pedirle al Espíritu Santo que nos
ilumine la mente y el corazón, así podremos saber qué es lo que pasa en la Santa
Misa. Para eso, podemos rezar la siguiente oración: “Espíritu Santo, Espíritu
del Padre y del Hijo, ilumina nuestras mentes y corazones, para que veamos a
Jesús en la Cruz del Altar”.
Una
vez que pedimos la ayuda del Espíritu Santo, tenemos que saber lo siguiente: cuando
se celebra la Misa, primero el altar se convierte en una parte del Cielo y segundo,
cuando el sacerdote dice las palabras de la consagración sobre el pan y el vino
–cuando el sacerdote pone las manos sobre el pan y el cáliz y dice “Esto es mi
Cuerpo, Esta es mi Sangre”-, Jesús baja del Cielo, con su cruz y convierte con
su poder divino el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. Por eso, cuando
comulgamos, no comulgamos un trocito de pan sin levadura, aunque tenga sabor a
pan sin levadura, sino que comulgamos el Corazón de Jesús, que está envuelto en
las llamas del Amor de Dios, el Espíritu Santo y cuando el sacerdote bebe del
cáliz, no bebe vino, aunque tiene sabor a vino, sino que bebe la Sangre del
Corazón de Jesús y con la Sangre de Jesús, bebe el Espíritu Santo.
Otra
cosa que tenemos que saber es que en la Misa Jesús hace, invisiblemente, lo
mismo que hace en el Calvario: ofrece su Cuerpo en la Eucaristía y derrama su
Sangre en el Cáliz y todo esto, sin que sepamos cómo y sin que nos demos cuenta
de cómo sucede, porque es algo que Jesús hace de forma invisible, pero sucede
realmente. Por eso la Misa es como viajar en el tiempo, es como si nosotros
viajáramos a Palestina, en el día del Viernes Santo, o como si Jesús, con su
Cruz, viniera hasta nosotros. En la Misa Jesús renueva su sacrificio de la Cruz
y por eso debemos estar en Misa como estuvieron la Virgen y San Juan al pie de
la Cruz: adorando a Jesús, que por nuestra salvación se ofreció al Padre para
morir en la Cruz.
Entonces,
cuando participemos de la Santa Misa, pidamos al Espíritu Santo su luz
celestial, para que seamos capaces de ver, con los ojos de la fe, lo que pasa
sobre el altar: Jesús baja del Cielo para quedarse en la Eucaristía, para que nosotros
lo recibamos, con un corazón puro y en gracia y así nuestro corazón se
convierta en el Cielo del Rey del Cielo.