Cuando recibimos el Sacramento de la Confirmación, el
Espíritu Santo en Persona ingresa en nuestras almas, para convertirnos en
templos suyos, en templos del Espíritu Santo y para convertir nuestros corazones
en altar de Jesús Eucaristía.
Pero, además, el Espíritu Santo realiza en nosotros
muchas otras cosas y entre ellas, está la de convertirnos en soldados de
Cristo. Ser soldados de Cristo quiere decir ser pertenecer a la Iglesia Militante,
a la Iglesia que peregrina en la tierra hacia la Jerusalén celestial, en el
Reino de los cielos y que en ese peregrinar debe luchar contra los enemigos de
la Fe Católica, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y contra las “potestades
de los aires”, es decir, los demonios, los ángeles caídos.
El Espíritu Santo, entonces, nos convierte en soldados de
Cristo y para saber qué significa eso en la realidad de todos los días,
recordemos qué es lo que hace un soldado en la tierra, como por ejemplo, un
soldado de nuestro Ejército Argentino. El soldado, en primer lugar, está para
defender a la Patria; no está para atacar a nadie injustamente, sino para defender
la Patria, cuando la Patria es agredida injustamente. Eso es lo que pasó en
Malvinas, por ejemplo, los soldados argentinos lucharon para defender a nuestra
Patria, que estaba siendo ocupada -y lo sigue estando- por los usurpadores
británicos.
De la misma manera a como un soldado en la tierra
defiende a la Patria, así un soldado de Cristo defiende a Cristo, pero no a
cualquier cristo, sino al Único Cristo Verdadero, el Cristo de la Iglesia Católica,
el Cristo Eucarístico, el Dios del sagrario y lo defiende de los enemigos de la
Santa Fe Católica y del Altar Eucarístico. Y las armas que utiliza el soldado
de Cristo, no son armas materiales, sino armas espirituales, principalmente la penitencia, el ayuno, la oración, el Santo Rosario y los Sacramentos, sobre todo la Confesión y la Sagrada
Eucaristía. De entre muchísimos soldados de Cristo, se destacan los valientes cristeros, los soldados mexicanos católicos que defendieron con sus vidas a Cristo y a la Iglesia Católica, como el mártir adolescente San José Sánchez del Río.
Y así como un soldado de la tierra rinde homenaje a su
Patria honrando a su bandera, así el soldado de Cristo le rinde honores,
adorándolo en el altar de su corazón, cuando Cristo Dios ingresa en su alma por
medio de la Comunión Eucarística.
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