Primer misterio
de gozo: La Anunciación del Ángel a la Santísima Virgen María y la
Encarnación del Hijo de Dios. Mientras la Virgen está rezando, entra el
Ángel por la ventana y, haciendo una gran reverencia, la saluda de parte de Dios
y le dice: "¡Ave María Purísima! ¡Alégrate, Llena de gracia, porque eres
la más Pura y Limpia de todas las creaturas y por ser tan Hermosa, Dios Padre
te ha elegido para que seas la Madre de su Hijo Jesús, y para que lo ames con
el Amor de Dios Espíritu Santo!". La Virgen, llena de alegría y amor de
Dios en su Corazón, se inclina haciendo una gran reverencia y dice: "¡He
aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra!". María, Madre
mía, haz que yo también, al igual que tú, reciba la Palabra de Dios en la mente
y en el corazón.
Segundo misterio
de gozo: La Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel.
La Virgen, que está embarazada por obra del Espíritu Santo y lleva al Niño Dios
en su panza, visita a Santa Isabel para ayudarla, porque su prima está también
embarazada. Cuando llega la Virgen, el Espíritu Santo le avisa a Isabel y al
Bautista que Jesús viene con María, y por esto el Bautista salta de alegría en
el vientre de su mamá. María, te ruego que visites a mis seres queridos, para
que ellos también experimenten el gozo de conocer y amar a Jesús.
Tercer misterio
de gozo: El Nacimiento de Nuestro Señor en un humilde portal de Belén.
Jesús, que es Dios, nace en el Portal de Belén, una humilde gruta que era
refugio para dos animalitos: un buey y un burro. En la ciudad había muchos
albergues, pero estaban todos ocupados, y nadie quería abrir sus puertas a la
Virgen, para que diera a luz a su Niño Jesús; solo el albergue, pobre y
humilde, y sin ninguna belleza, se ofrece para que nazca en Él el Niño Dios.
Virgen María, ven tú a mi corazón, que es pobre como el Portal de Belén, para
que nazca en él el Niñito Jesús.
Cuarto misterio
de gozo: La Presentación de Nuestro Señor en el templo y la Purificación
de María Santísima. La Virgen lleva a su Niño recién nacido al templo, para
consagrarlo a Dios. Cuando el anciano Simeón lo ve, reconoce en ese Niño al
Redentor de los hombres. Virgen María, llévame a mí también al templo y
preséntame ante tu Hijo Jesús, y concédeme también la gracia de imitar al
Sagrado Corazón, para que todo aquel que me vea, Lo vea, y el que me oiga, Lo
oiga.
Quinto misterio
de gozo: El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo entre los doctores
de la ley. A la edad de doce años, Jesús acompaña a Jesús y a María a
Jerusalén. Llegado el momento de regresar, Jesús se queda en el Templo,
explicando con su Sabiduría divina los misterios de Dios a los doctores de la
ley. San José y la Virgen piensan que Jesús se ha perdido, porque no lo
encuentran, pero Jesús nunca se perdió, ya que siempre estuvo en el Templo. ¡Virgen
María, haz que encuentre siempre a tu Hijo Jesús en el templo, en el sagrario,
en la Eucaristía!