(Domingo XVII – TO
- Ciclo B – 2015)
¿Qué
hace Jesús en el Evangelio de hoy? Un gran milagro: multiplica panes y pescados
y les da de comer a mucha gente.
¿A
cuánta gente le dio de comer en total? El Evangelio dice que eran 5.000, pero
además estaban las mujeres y los niños, eso quiere decir que multiplicó panes y
peces para unas 10.000 o 15. 000 personas.
Pero
más importante que saber a cuánta gente dio de comer, es saber que Él lo hizo
porque Jesús es Dios: Él es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Si no
tuviera el poder de Dios y si no fuera Dios, no podría hacerlo.
¿El Evangelio qué dice que hace la gente cuando termina de
comer? Quieren hacerlo rey a Jesús.
¿Y
qué hace Jesús? ¿Se deja coronar por la gente? No, porque el Evangelio dice que
Jesús, sabiendo que querían hacerlo rey, “se retiró solo a la montaña”. Jesús no
deja que lo nombren rey. Jesús hizo este milagro con mucho amor, porque todo lo que hace Jesús,
lo hace por Amor; no lo hizo por interés y para que lo nombren rey.
Entonces,
el Evangelio nos dice que Jesús, porque quería mucho a esa gente, multiplicó
milagrosamente, con su poder de Dios, panes y pescados, y dio de comer a todos
los que estaban ahí, unas 10.000 o 15. 000 personas; la Escritura nos dice también que ellos, en
agradecimiento porque Jesús les dio de comer pan de cebada y carne de pescado,
lo quisieron hacer rey, pero Jesús no los dejó y subió solo a la montaña.
Y
ahora, nos preguntemos: ¿qué hace Jesús en la Misa por nosotros?
Comparemos qué hace Jesús por la gente en el Evangelio y qué
hace por nosotros en la Santa Misa y veremos que con nosotros, Jesús se porta
con mucho más amor que con la gente del Evangelio de hoy.
Jesús
nos trata con más amor que a ellos, porque a ellos les da de comer sólo pan, un
pan común, más carne de pescado; a nosotros, nos alimenta con el Pan de Vida
eterna y con la Carne del Cordero de Dios, la Eucaristía. Para ellos,
multiplicó pan de cebada y carne de pescado; para nosotros, multiplica su
Presencia en la Eucaristía, porque multiplica el Pan de Vida eterna y la Carne
del Cordero de Dios.
Pero
hay otra cosa que tenemos que saber, para darnos cuenta de cuánto nos ama
Jesús. Cuando la gente del Evangelio se dio cuenta de que Jesús les había dado
de comer milagrosamente, lo quiso hacer rey, pero, como vimos, Jesús subió a la
montaña y no dejó que lo nombraran rey; en cambio, con nosotros se porta de una
manera distinta: baja desde el cielo hasta la Eucaristía, para que después
nosotros lo entronicemos a Él en nuestros corazones, porque Jesús sí quiere ser
el rey, el Único Rey de nuestros corazones. Ahí nos damos cuenta entonces de
cuánto nos ama Jesús: no se dejó coronar rey por la gente del Evangelio, pero
en cambio sí quiere que nosotros lo hagamos rey de nuestros corazones.
¿Qué
vamos a hacer? Simplemente, copiar a la gente del Evangelio y darle gracias
porque nos alimenta con el Pan de Vida eterna y con la Carne del Cordero, la
Eucaristía, y nombrarlo Nuestro Rey.
Le
pidamos entonces, a la Mamá de Jesús, la Virgen, que nos ayude para que nuestros
corazones sean un altar en donde lo adoremos a Jesús Eucaristía y que Él sea el
Único Rey de nuestros corazones.
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