Catecismo para Niños de Primera
Comunión - Lección 10: La Redención y los
Milagros de Jesucristo, el Hombre-Dios
Doctrina
¿Qué es un milagro?
Es un hecho extraordinario y sensible, que supera las fuerzas de la naturaleza;
esto quiere decir que es algo que puede ser visto por los ojos del cuerpo y
puede ser percibido por los sentidos del cuerpo, y que sólo puede hacerse por
una intervención especial de Dios (como por ejemplo, la resurrección de un
muerto, la curación de un ciego de nacimiento).
¿Qué nos demostró
Jesús con sus milagros? Nos demostró que Él era Dios Todopoderoso, Señor de
las cosas, de los elementos de la Naturaleza, de la vida y de la muerte.
Ejemplos:
1. Jesús es Señor de las cosas del
mundo: lo demuestra cuando obra la multiplicación de panes
y peces: Mc 14, 21.
2. Jesús es dueño de los elementos de
la naturaleza: lo demuestra cuando calma con su sola
voz a la tormenta, aquietando el viento y la tempestad: Mc 4, 35.
3. Jesús es Señor de la vida y de la
muerte: lo demuestra cuando devuelve la vida al hijo de la
viuda de Naím: Lc 7, 11-17; a la hija
de Jairo: Mc 5, 35-44; a Lázaro: Jn 11, 1-44.
¿Hay algún milagro
más grande que todos los milagros juntos? Sí, hay un milagro que es más
grande que todos los milagros juntos, el “Milagro de los milagros” y se llama “TRANSUBSTANCIACIÓN”.
¿En qué consiste la
TRANSUBSTANCIACIÓN? Consiste en que Jesús convierte las substancias del pan
y del vino en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Por la TRANSUBSTANCIACIÓN,
que se produce en el altar, las ofrendas del pan y del vino se convierten en el
CORDERO DE DIOS, es decir, la EUCARISTÍA, en donde late el Sagrado Corazón
Eucarístico de Jesús, que posee en su interior todo el infinito Amor de Dios,
para comunicarnos ese Amor cada vez que comulgamos.
¿Para qué hizo Jesús los milagros?
Para confirmar, con sus obras, que lo que Él decía era verdad. Es decir, Él
decía de sí mismo que era Dios; entonces, hacía obras –los milagros- que sólo
Dios puede hacer; por lo tanto, si decía que era Dios y hacía obras que sólo
Dios puede hacer, entonces, era Dios. Los milagros son la prueba de que Jesús es
quien dice ser: Dios Hijo encarnado. Si alguien viene y dice: “Yo Soy Dios”,
pero es incapaz de hacer verdaderos milagros –resucitar un muerto, dar la vista
a un ciego, el habla a un mudo, devolver la capacidad de oír a un sordo,
multiplicar panes y peces, expulsar demonios, etc.-, entonces ese alguien
demuestra que lo que dice es falso.
¿Qué pasa si alguien
no cree en los milagros? Si alguien no cree en los milagros, deja de creer
en Jesús como Hijo de Dios. Por eso Jesús les dice a los que lo ven hacer
milagros y no creen que Él sea Dios: “Si no hago las obras de mi Padre, no me
creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed las obras; para que
sepáis y entendáis que el Padre está en mí y yo en el Padre” (Jn 10, 37-38). Es decir, Jesús les dice:
“Crean en Mí, al menos por los obras que hago”.
Nota: Jesús
realizó la redención de nuestros pecados, sufriendo en su Pasión lo que
nosotros merecíamos por ellos, y además, nos concedió el ser hijos adoptivos de
Dios por la gracia, y esta es la obra más grande del Amor de su Sagrado
Corazón.
1. Con su doctrina y sus milagros,
o sea, con la luz del Evangelio iluminando nuestro entendimiento.
2. Con sus mandamientos y promesas,
inclinando nuestra voluntad hacia el bien, y especialmente,
3. Con su Pasión y muerte de cruz,
sufridas voluntariamente como sacrificio expiatorio –quiere decir que fue
castigado como si fuera culpable, aunque Él era Inocente, por ser el
Hombre-Dios-, mereciendo así para nosotros la gracia de Dios y la vida eterna.
Durante
su vida pública, Jesús no sólo predicó su doctrina, sino que la confirmó
obrando multitud de milagros con su propio poder, a diferencia de los santos,
quienes hacen milagros, pero no con poder propio, sino con el poder de Dios.
Explicación de las imágenes:
En
esta imagen, vemos a Jesús en Cafarnaúm que cura, con su sola palabra, a un
paralítico, que había sido llevado delante de Él, postrado en una camilla.
Jesús lo curó milagrosamente al decir: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (Mc 2, 1-12).
En
esta otra imagen, vemos a un santo, el Padre Pío, que realizaba muchos milagros.
Los santos obran milagros, como dijimos, con el poder de Dios, que les
“presta”, por así decir, su poder, para que los santos puedan hacer los
milagros y así aliviar a la gente que sufre. Nadie puede hacer milagros, si
Dios no le concede su poder. Sólo Jesús, que es Dios Hombre, puede hacer
milagros con su propio poder.
Práctica:
Creeré firmemente y confesaré ante todos los hombres que Jesucristo es Dios, y
amaré todos sus milagros, hechos por su bondad y amor, especialmente amaré al
Milagro de los milagros, la TRANSUBSTANCIACIÓN, la Eucaristía, la conversión
del pan y del vino en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús.
Palabra de Dios:
Los milagros confirman la Palabra de Dios; así lo dijo Jesús: “Si no me creéis
a Mí (a mis palabras), creed en mis obras (los milagros) que ellos dan
testimonio de Mí” (Jn 10, 38). Y como
veremos en la lección siguiente, Jesús hizo el milagro de la resurrección de
Lázaro para confirmar su misión divina (Jn
11, 42).
Ejercicios bíblicos:
Jn 12, 18-19; Mt 14, 20-21; Mc 4, 41.
Nota: Adaptado de El
Catecismo ilustrado, de P. BENJAMÍN SÁNCHEZ, Apostolado Mariano, Sevilla3
1997.
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