(Domingo
XXXIII – TO – Ciclo C - 2016)
En este Evangelio, Jesús anuncia dos cosas: que el Templo de
Jerusalén va a ser destruido, y que Él va a volver al final de los tiempos. Lo primero
ya se cumplió, porque en el año 70 d. C., los romanos invadieron Jerusalén y
destruyeron el Templo. Lo segundo, que es su Segunda Venida al fin de los
tiempos, todavía no pasó, y no sabemos cuándo será.
Pero aunque no sabemos cuándo será, sí podemos saber si está
cerca o no, porque Jesús dice que antes que venga Él, van a haber muchas
guerras, hambre, terremotos. Y cuando Jesús venga por Segunda Vez, ya no va a
ser el Dios misericordioso, lleno de amor y perdón, sino que va a ser el Justo
Juez, porque dará a cada uno lo que cada uno se eligió con sus obras: o el
Cielo, para los que fueron buenos, o el Infierno, para los que se portaron mal.
¿Cómo nos podemos preparar para la Segunda Venida de Jesús?
Lo primero, es abrir nuestros corazones –de par en par- para que entre Jesús
allí por la Comunión Eucaristía y pedirle que por su gracia nos convierta, nos
haga alejar del pecado y nos ayude a ser buenos con todos.
Si hacemos esto, es decir, si nos confesamos por frecuencia,
si no faltamos a Misa por pereza, son que venimos a Misa por amor a Jesús
Eucaristía, si nos confesamos con frecuencia, si somos misericordiosos con los
prójimos más necesitados, si nos refugiamos en el Inmaculado Corazón de María,
entonces estamos listos para cuando Jesús llegue por Segunda Vez, y cuando
Jesús nos vea que así lo estamos esperando, nos llevará a la Casa de su Papá,
el Reino de los cielos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario