Primer
Misterio Gozoso. La Anunciación del Ángel a María..
Mientras la Virgen estaba orando, el Arcángel Gabriel se le apareció para darle
la más hermosa noticia que la Virgen podía recibir: Ella había sido elegida por
Dios, por su humildad, por su caridad y por su hermosura, para ser la Madre de
Dios Hijo encarnado (cfr. Lc 1,26-38).
Lejos de ensoberbecerse, la Virgen dijo de sí misma: “He aquí la Esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra”. ¡Virgen
de la Eucaristía, danos un corazón humilde y lleno de amor como el tuyo, para
recibir en él a tu Hijo, Jesús Eucaristía!
Un Padre Nuestro, diez Ave María, un
Gloria.
“Oh Jesús mío, perdona nuestros
pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.
Segundo
Misterio Gozoso. La Visitación de María a Santa Isabel.
Cuando la Virgen se enteró que su prima Isabel había quedado embarazada, y a
pesar de que Ella llevaba a Jesús en su panza, emprendió un largo y peligroso
viaje para ir a ayudar a su prima, que ya era de edad avanzada (cfr. Lc 1,39-45). Al llegar la Virgen, Isabel
se llenó del Espíritu Santo y Juan Bautista saltó de alegría en su seno, al
escuchar la voz de la Virgen. Con la Virgen llegan siempre Jesús y el Espíritu
Santo y por eso el alma se llena de alegría cuando la Virgen entra en el
corazón de una persona. ¡Virgen de la
Eucaristía, te abrimos las puertas de nuestros corazones, para que venga a
nosotros Jesús y el Espíritu Santo y así nuestros corazones queden repletos con
la santa alegría de Dios!
Un Padre Nuestro, diez Ave María, un
Gloria.
“Oh Jesús mío, perdona nuestros
pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.
Tercer
Misterio Gozoso. El Nacimiento de Jesús. Al llegar a
Belén, María, que ya estaba a punto de dar a luz, y José, su esposo legal, no
encontraron albergue (cfr. Lc 2,1-7).
Las hosterías estaban ocupadas por gente que comía y bailaba, porque decía que
no necesitaba de Dios. Estas hosterías, en las que no hay lugar para el Niño
Dios, son como las personas que nunca vienen a Misa ni se confiesan, porque no
aman a Jesús. En cambio, en el pobre portal de Belén, que era un refugio para
el asno y el buey, sí hubo lugar para que allí naciera el Niño Dios. El Portal
de Belén es como las personas que aman a Jesús y que lo llevan siempre en sus
corazones. ¡Virgen de la Eucaristía, haz
que nuestros corazones sean como el pobre Portal de Belén, para que estén
siempre alumbrados por la Presencia de Jesús Eucaristía!
Un Padre Nuestro, diez Ave María, un
Gloria.
“Oh Jesús mío, perdona nuestros
pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.
Cuarto
Misterio Gozoso. La Presentación en el Templo.
La Virgen, acompañada por San José, lleva al Niño Dios al templo para consagrarlo
a Dios, porque así lo decía la ley de los hebreos (cfr. Lc 2, 22-24). Al llegar, los ancianos Simeón y Ana reconocieron en
Jesús a Dios hecho Niño sin dejar de ser Dios, para que los hombres, hechos
como niños por la gracia, pudieran entrar en el Reino de los cielos. ¡Virgen de la Eucaristía, haz que siempre
seamos como niños por la gracia, para que llevados por ti en tus brazos,
entremos en el Reino de Dios!
Un Padre Nuestro, diez Ave María, un
Gloria.
“Oh Jesús mío, perdona nuestros
pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.
Quinto Misterio Gozoso.
El Niño Jesús hallado en el Templo. Después de acudir al templo de Jerusalén
para festejar la Pascua, cuando Jesús tenía doce años, María y José se disponen
a regresar a su hogar (cfr. Lc
2,41-50). Pero cada uno piensa que el Niño está con el otro, de manera que
viajan así durante un día, hasta que se dan cuenta que Jesús no está con ellos.
Creyendo que se había perdido, lo buscan durante tres días, hasta que lo
encuentran en el templo. ¡Virgen de la
Eucaristía, ayúdanos para que siempre encontremos a Jesús en el templo, en el
sagrario, y nunca nos apartemos de Él!
Un Padre Nuestro, diez Ave María, un
Gloria.
“Oh Jesús mío, perdona nuestros
pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.
Un Padre Nuestro, tres Ave María, un
Gloria por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
Salve.
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