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domingo, 23 de abril de 2023

Jesús y los discípulos de Emaús

 


         Dos amigos de Jesús van caminando hacia un pueblito llamado Emaús. En el camino, van muy tristes, porque se acuerdan del Viernes y Sábado Santo, cuando Jesús murió en la cruz y después fue sepultado. Están tristes porque piensan que Jesús está muerto, que no ha resucitado.

         En ese momento se les aparece Jesús, quien los saluda y comienza a caminar con ellos. Los discípulos de Emaús, a pesar de que conocían a Jesús, no lo reconocen, porque tenían “algo” que no les dejaba conocerlo, algo como una nube oscura en sus mentes y corazones. Como Jesús los ve tristes, les va explicando en el camino las Escrituras, en todas las partes en donde decía que el Mesías iba a resucitar, para darles ánimo.

         Al llegar a Emaús, Jesús quería seguir de largo, pero ellos le piden que se quede con ellos, porque ya es tarde y comienza la noche: “Quédate con nosotros, Señor”. Jesús les da el gusto y se queda con ellos.

         Una vez en Emaús, Jesús celebra la Misa y, en el momento en el que parte el pan, Jesús sopla sobre ellos el Espíritu Santo, que es luz de Dios, les quita esas nubes oscuras que tenían en los ojos y en el corazón, los ilumina con la luz de Dios y entonces los discípulos de Emaús se dan cuenta que es Jesús y se dicen uno a otro: “¡Es Jesús, nuestro Maestro!”. Y en ese momento, Jesús desaparece. También se acuerdan que cuando Jesús les explicaba las Escrituras, les ardía el pecho, porque era el Amor del Espíritu Santo el que les hacía arder el pecho por tanto amor. Entonces deciden volver a Jerusalén, ahora contentos y muy alegres, para contarles a todos que Jesús está vivo, que ha resucitado y está entre sus amigos.

         También a nosotros nos puede pasar que nos olvidemos que Jesús resucitó y que Jesús está no solamente en el Cielo, sentado a la derecha de Dios Padre, sino que está también en la Eucaristía, en el sagrario, vivo, glorioso y resucitado, esperando que vayamos a visitarlo y a decirle que lo amamos que lo queremos con todo el corazón.

         Porque sabemos que Jesús ha resucitado y está con nosotros, le vamos a decir esta oración: “Jesús Eucaristía, quédate con nosotros, todos los días de nuestra vida, y enciende nuestros corazones con el Fuego del Divino Amor”.

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