Dos amigos
de Jesús van caminando hacia un pueblito llamado Emaús. En el camino, van muy
tristes, porque se acuerdan del Viernes y Sábado Santo, cuando Jesús murió en
la cruz y después fue sepultado. Están tristes porque piensan que Jesús está muerto,
que no ha resucitado.
En ese
momento se les aparece Jesús, quien los saluda y comienza a caminar con ellos. Los
discípulos de Emaús, a pesar de que conocían a Jesús, no lo reconocen, porque
tenían “algo” que no les dejaba conocerlo, algo como una nube oscura en sus
mentes y corazones. Como Jesús los ve tristes, les va explicando en el camino
las Escrituras, en todas las partes en donde decía que el Mesías iba a
resucitar, para darles ánimo.
Al llegar
a Emaús, Jesús quería seguir de largo, pero ellos le piden que se quede con
ellos, porque ya es tarde y comienza la noche: “Quédate con nosotros, Señor”.
Jesús les da el gusto y se queda con ellos.
Una vez
en Emaús, Jesús celebra la Misa y, en el momento en el que parte el pan, Jesús
sopla sobre ellos el Espíritu Santo, que es luz de Dios, les quita esas nubes
oscuras que tenían en los ojos y en el corazón, los ilumina con la luz de Dios
y entonces los discípulos de Emaús se dan cuenta que es Jesús y se dicen uno a
otro: “¡Es Jesús, nuestro Maestro!”. Y en ese momento, Jesús desaparece. También
se acuerdan que cuando Jesús les explicaba las Escrituras, les ardía el pecho,
porque era el Amor del Espíritu Santo el que les hacía arder el pecho por tanto
amor. Entonces deciden volver a Jerusalén, ahora contentos y muy alegres, para
contarles a todos que Jesús está vivo, que ha resucitado y está entre sus
amigos.
También
a nosotros nos puede pasar que nos olvidemos que Jesús resucitó y que Jesús
está no solamente en el Cielo, sentado a la derecha de Dios Padre, sino que
está también en la Eucaristía, en el sagrario, vivo, glorioso y resucitado,
esperando que vayamos a visitarlo y a decirle que lo amamos que lo queremos con
todo el corazón.
Porque sabemos
que Jesús ha resucitado y está con nosotros, le vamos a decir esta oración: “Jesús
Eucaristía, quédate con nosotros, todos los días de nuestra vida, y enciende
nuestros corazones con el Fuego del Divino Amor”.
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