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viernes, 23 de octubre de 2015

Jesús quiere entrar en sus corazones por la Eucaristía


(Homilía para Santa Misa de Primeras Comuniones)

         Queridos niños, ustedes van a recibir hoy la Primera Comunión. ¿Cómo qué podemos comparar a la Primera Comunión? Para saberlo, veamos cómo está como está preparado hoy el templo, de manera especial: el templo está limpio, iluminado, con el perfume de las flores que están a los pies del altar, se escuchan cantos y reina un ambiente de mucha alegría; las puertas están abiertas de par en par, para que ustedes entren en la Iglesia para participar de la Santa Misa. Así como es el templo, así es nuestro corazón en este día de la Primera Comunión: por la gracia de la Confesión Sacramental, nuestro corazón está limpio, sin pecado; está iluminado, porque la gracia es luz y disipe las tinieblas del pecado; está perfumado con el “buen aroma de Jesús”, que es el perfume de la santidad; al igual que en el templo, que se escuchan canciones y hay ambiente de alegría, nuestra alma entona cantos y está alegre porque está por llegar Jesús, y al igual que en el templo las puertas se abrieron de par en par, así tenemos que abrir, de par en par, las puertas de nuestros corazones, para que entre en ellos Jesús Eucaristía.
Pero lo más importante es el altar: sobre ese altar, bajará Jesús desde el cielo, en la Santa Misa, en la Consagración del pan y del vino, para quedarse en la Eucaristía, y es por eso que después de la Consagración, ya no hay más pan y vino, sino el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Jesús va a bajar del cielo hasta el altar, para quedarse en la Eucaristía. Entonces, así como en el templo hay un altar, también en nosotros, en nuestro interior, hay un altar y ese altar es nuestro corazón, adonde irá Jesús cuando entre por la Comunión. Ahí, en el altar de nuestro corazón, vamos a recibir a Jesús, cuando Él entre en nosotros por medio de la Primera Comunión.
Tenemos que ver el altar, para saber qué debemos hacer en la Primera Comunión: cuando vemos el altar, vemos que está Jesús Eucaristía. ¿Hay alguien más aparte de Jesús Eucaristía en el altar? No, porque el altar es sólo de Jesús Eucaristía y de nadie más que de Jesús Eucaristía; entonces, así como pasa en el altar de la misa, así tiene que pasar en nuestro corazón, que es nuestro altar interior: allí tiene que estar Jesús y sólo Jesús y nadie más que Jesús. Entonces, esto es lo que tenemos que hacer en la Primera Comunión: amar y adorar a Jesús Eucaristía, porque si en el altar de la misa sólo se adora a Jesús Eucaristía y a nadie más que Él, entonces, en el altar de nuestro corazón lo vamos a amar y adorar, sólo a Jesús Eucaristía y a nadie más que Él.
         ¿Qué hará Jesús cuando entre en nuestros corazones? Cuando entre Jesús Eucaristía, Él nos donará todo el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico, que es como un océano sin playas y sin fondo; su Amor es como un Fuego, pero un fuego que no arde ni quema, sino que llena al alma de amor, alegría y paz, porque ese Fuego que está en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, es el Amor de Dios, el Espíritu Santo. Jesús quiere entrar en nuestros corazones por la Eucaristía, sólo para darnos su Amor y nada más que para darnos su Amor; no tiene ningún otro interés que darnos su Amor, el Espíritu Santo. Entonces, si Jesús nos da su Amor, también nosotros debemos darle nuestro amor y para eso, tenemos que estar muy concentrados al recibir la Comunión y pensar en Jesús y sólo en Jesús, y decirle: “Jesús, te amo; Jesús, te amo; Jesús, te amo; te doy gracias por haber venido a mi corazón”. Así, va a haber un intercambio de amor entre Jesús y nosotros, y como los que se intercambian amor son los que se aman, entonces vamos a amar a Jesús Eucaristía y vamos a querer comulgar no solo en la Primera Comunión, sino todas las veces que sea posible, incluso diariamente, porque el que ama a una persona, desea estar con esa persona todo el tiempo que sea posible. Si nos enamoramos de Jesús Eucaristía, vamos a querer tenerlo en nuestro corazón todo el tiempo y para eso vamos a venir a la Iglesia, a la Santa Misa, sin que nadie nos diga nada, porque vamos a querer tener a Jesús en nosotros. Así, la Primera Comunión no va a ser la última –lamentablemente, para muchos, la Primera Comunión es la última-, sino la Primera de muchas, porque vamos a querer comulgar, con el alma limpia por la Confesión, todos los días que sea posible.

         Entonces, recordemos que tenemos que estar en silencio en el momento de la Comunión y cuando lo recibamos a Jesús, decirle, con todo el amor del que seamos capaces: “Jesús Eucaristía, te amo; Jesús Eucaristía, te amo; Jesús Eucaristía, te amo y te doy gracias por haber venido a mi corazón para darme el Amor de tu Sagrado Corazón Eucarístico; toma a cambio todo el amor que hay en mi pobre corazón, y no permitas que nunca salga de tu Corazón”.

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