1º.
La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní (Lc. 22, 41-44). Huerto
por nuestra salvación, pero está solo, porque sus discípulos, llevados por el
desamor, duermen. También hoy sucede lo mismo: Jesús está solo en el sagrario,
porque muchos niños y jóvenes eligen divertirse, en vez de acompañar a Jesús en
la Eucaristía. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que mi corazón se encienda en
el Amor de Jesús Sacramentado, para que nunca lo deje solo y abandonado en el
sagrario!
2º.
Jesús es flagelado (Jn 18, 38 - 19, 1). Los soldados
atan a Jesús a una columna y comienzan a golpearlo cruelmente con látigos y
azotes con punta de hierro. Son tantos los azotes, que le arrancan casi toda la
piel, haciendo que su Sangre brote a borbotones. Con esa Sangre Preciosísima lavará
los pecados de impureza. ¡Nuestra Señora
de la Eucaristía, que mi corazón sea siempre puro, como tu Inmaculado Corazón y
como el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús!
3º.
Jesús es coronado de espinas (Mt 27, 27-29).
Jesús
es el Rey de cielos y tierra, pero mientras en el cielo los ángeles le cantan
cánticos de alabanza y lo adoran, en la tierra, los hombres le tejemos una
corona de gruesas, duras y afiladas espinas, que le provocan mucho dolor y le
hacen salir mucha sangre. Cada espina, es un pecado mío de pensamiento.
Perdóname, Jesús, por herirte con mis malos pensamientos. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que tengamos siempre pensamientos y
sentimientos puros y santos, como los de tu Hijo Jesús!
4º.
Jesús con la cruz a cuestas. (Jn 19, 15-18).
Jesús lleva la Cruz sobre sus hombros. La Cruz es tan pesada, que lastima los
hombros de Jesús, provocándole una llaga muy dolorosa. El peso de la Cruz no se
debe al madero, sino a mis pecados: cada pecado mío, sea de pensamiento, de
palabra o de obra, aumenta el peso de la Cruz de Jesús, hace más grande la
herida de su hombro, y lo caer de rodillas. ¡Nuestra
Señora de la Eucaristía, que yo ame a Jesús Eucaristía con el amor de tu
Inmaculado Corazón, para que no aumente más el peso y el dolor de la Cruz de
Jesús!
5º.
Jesús muere en la cruz. (Jn 19, 18; 25-27, 30).
Luego de tres horas de estar crucificado, Jesús muere en la Cruz. Era tanto el
Amor que nos tenía que, antes de morir, lavó nuestros pecados con su Sangre,
nos entregó a su Madre amadísima como Madre nuestra, y se quedó misteriosamente
en la Eucaristía. ¡Nuestra Señora de la
Eucaristía, “amor con amor se paga”, aumenta entonces mi amor por Jesús
Eucaristía, para que recibiéndolo yo en la Comunión Eucarística, pueda
retribuirle al menos un poquito del amor por el que Jesús murió por mí en la
Cruz!
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