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miércoles, 30 de agosto de 2017

Santo Rosario meditado para Niños: Misterios Dolorosos


         Primer Misterio de dolor: La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos (Lc 22, 39-44). En el Huerto de los Olivos, Jesús ve cómo nuestros pecados serán los que le harán sufrir la Pasión y ve también cómo su sacrificio será en vano para muchos, porque no lo aceptarán como a su Salvador. Sin embargo, pide que se haga la voluntad del Padre y no la suya: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. ¡Virgen Santísima, Nuestra Señora de la Eucaristía, concédenos amar siempre y en todo momento la divina voluntad y que, detestando el pecado, vivamos siempre en gracia de Dios!

Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Segundo Misterio de dolor: La flagelación del Señor (Mt 27, 22; Mc 15, 15). Jesús es condenado a muerte, siendo inocente, y siendo también inocente, es condenado a recibir golpes de látigo que lastiman su piel y su cuerpo y hacen salir ríos de Sangre Preciosísima. Con esa Sangre lava mis pecados, sobre todo los pecados de impureza. ¡Oh Madre de Dios y Madre mía, haz que yo sea puro de cuerpo y alma, para que en mí habite Jesús!

Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Tercer Misterio de dolor: La coronación de espinas (Mc 15, 16-18). Para burlarse de Jesús, los soldados le colocan una tela color púrpura y trenzan una corona de duras, gruesas y filosas espinas, diciéndole burlonamente: “¡Salve, Rey de los judíos!”. Jesús se deja coronar de espinas para expiar mis pecados de pensamientos y se deja humillar, para expiar mi soberbia y vanidad. ¡Madre de Dios y Madre de mía, que yo siempre tenga los pensamientos santos y puros de Jesús y que mi corazón no se deje llevar por la soberbia y la vanidad, y que sea manso y humilde como el Sagrado Corazón!

Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Cuarto Misterio de dolor: Jesús con la cruz a cuestas (Jn 19, 16-18). Jesús abraza la Cruz, que es muy pesada y le provoca mucho dolor en sus hombros fatigados, porque el peso de la Cruz hace que en su hombro se abra una gran herida, de la cual brota mucha sangre. Lo que hace pesada a la Cruz, no es el madero, sino mis pecados. ¡Nuestra Señora de los Dolores, haz que yo prefiera morir antes que pecar, para no provocarle tantos dolores a Jesús!

Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

Quinto Misterio de dolor: Jesús muere en la cruz (Jn 19, 26-27; Lc 23, 44-46). Al pie de la Cruz, mientras Jesús agoniza a causa de mis pecados, la Virgen Santísima lo acompaña y así Jesús ve suavizados sus dolores, al saber que su Madre está con Él. ¡Virgen Santísima, acompáñame tú por el Camino del Calvario, y dame de tus lágrimas, para poder llorar mis pecados!


Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria.

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