Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

sábado, 3 de diciembre de 2022

Comulgar es abrir el corazón para recibir al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús

 



(Homilía en ocasión de la Santa Misa de Primeras Comuniones, Villa Regina, Leales)

Si alguien, que no conoce nuestra religión católica, al ver que un católico comulga, diría que la Comunión es nada más que recibir un pedacito de pan sin levadura, de forma circular y de color blanco, que ha sido bendecido en una ceremonia religiosa. Pero el que dice esto, es porque solo ve con los ojos del cuerpo, pero no ve con los ojos del alma, iluminados por la luz de la fe católica. El que tiene los ojos del alma abiertos e iluminados por la luz de la fe, puede “ver”, por así decir, que la Comunión, la Sagrada Eucaristía, no es un pedacito de pan bendecido, sino una Persona, la Segunda Persona de la Trinidad, Jesús, el Hijo de Dios, que bajando del cielo en la consagración, convierte el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre, para quedarse en Persona en la Eucaristía, para que cuando nosotros comulguemos, lo recibamos a Él en Persona.

Por eso, si alguien nos preguntara qué es la Comunión, nosotros, que podemos “ver” con los ojos de la fe católica, fe que hemos recibido en el Bautismo, tendríamos que contestarle que la Comunión es abrir el corazón, purificado previamente por el Sacramento de la Confesión, para recibir a una Persona, a Jesús, que ingresa en nuestros corazones con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad y que, al ingresar, derrama sobre nosotros el Amor de su Sagrado Corazón, el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

Esto es así porque en la Santa Misa, cuando el sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino y pronuncia las palabras de la consagración –“Esto es mi Cuerpo, Ésta es mi Sangre”-, Jesús baja desde el cielo y con su poder divino, convierte la substancia del pan en su Cuerpo y convierte la substancia del vino en su Sangre, de manera que antes de la consagración solo hay pan y vino, mientras que después de la consagración ya no hay más pan y vino, sino el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

Algo más que debemos tener en cuenta es que la expresión “Primera Comunión” significa “Primera de muchas”, tantas como pueda recibir a lo largo de la vida terrena; no significa “última”, como lamentablemente muchos parecen así creer, porque muchos niños y jóvenes, reciben la Primera Comunión y luego no regresan nunca más a comulgar, no se vuelven a confesar nunca más, no preparan sus corazones para la Comunión y no asisten nunca más a la Santa Misa dominical, con lo cual se privan de recibir al Corazón Eucarístico de Jesús.

El niño o el joven que ame verdaderamente a Jesús, no cometerá este error, porque se dará cuenta que no hay nada más hermoso y grandioso en esta vida, que comulgar, es decir, abrir el corazón para recibir a Jesús Eucaristía, quien a su vez nos dará el Amor de su Sagrado Corazón, el Espíritu Santo.

No cometamos el error de cerrar el corazón, impidiendo el ingreso de Jesús; por el contrario, acudamos cada vez a la Santa Misa, para abrir nuestros corazones, purificados por el Sacramento de la Penitencia, para recibir a Jesús Eucaristía, para adorarlo en nuestros corazones, convertidos en otros tantos altares y para darle, por medio de la Virgen, a cambio de su Corazón Eucarístico, nuestro pobre corazón.

jueves, 24 de noviembre de 2022

Cristo Eucaristía es la luz que guía nuestros pasos, en la escuela y en la vida

 



(Homilía en ocasión de Santa Misa de fin de ciclo escolar, Mancopa, Leales)

         Al finalizar el año escolar, los alumnos cristianos debemos pensar en lo que hemos vivido en la etapa escolar, en lo que hemos aprendido, y también en lo que nos queda por delante, sea en la vida de todos los días, como en la propia escuela, en el tiempo que queda por venir, por cursar en ella.

         La reflexión, como alumnos cristianos, debe ser la siguiente: al mirar hacia el año transcurrido, debemos considerar si lo que hemos aprendido lo hemos aprendido a la luz de Cristo y sus Mandamientos, porque si hay algo que se contradice con los Mandamientos de Cristo, entonces eso, aunque lo hayamos aprendido, no podemos incorporarlo a nuestras vidas. Solo debemos saber que eso aprendido, contrario a Cristo, no debe nunca ingresar en nuestras vidas, en nuestras creencias, en nuestras conductas.

         Luego, al mirar hacia adelante, la reflexión debe ser la misma: cuando comience un nuevo año escolar, debemos tener siempre presente a Cristo en nuestras mentes y corazones, para que lo que vayamos a aprender nos sirva para saber discernir, diferenciar, qué es lo que podemos aplicar en nuestras vidas y qué es lo que no: todo lo que se oponga a Cristo y a sus Mandamientos, debemos dejarlo de lado. La razón de esta reflexión es que Cristo es la Sabiduría Divina encarnada; es el Verbo del Padre, es Dios Hijo, a quien Dios Padre le comunica toda su Sabiduría Divina desde toda la eternidad. Ejemplos de cosas que aprendemos y que no debemos incorporar a nuestra conducta cotidiana, sobran, pero podemos hacer referencia brevemente a algunos hechos, teniendo en cuenta que en nuestros días, a lo que es bueno -la virtud- se le llama malo y a lo que es malo -el pecado- se lo llama bueno. Por ejemplo, hoy se enseña que la madre puede eliminar a su niño en su vientre -el aborto- y que los hijos pueden eliminar a sus padres cuando ya están ancianos o terminales -eutanasia-, en ambos casos, se manda la muerte, sea del niño o del adulto, lo cual es contrario al mandamiento de Dios que dice: "No matarás".

          Otro ejemplo es la ideología de género o también ideología LGBT: se enseña que eso es bueno, pero estas ideologías son contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica, que enseña que el varón ha sido creado para la mujer y la mujer para el varón y que si se unen en matrimonio sacramental, debe ser "uno con una, para siempre". Como estos ejemplos, hay muchos más, pero estos nos sirven para reflexionar acerca de qué es lo que podemos incorporar a nuestra vida cotidiana y qué no, a la luz de la Cruz de Cristo, a la luz del Cristo Eucarístico, Luz del mundo y Sabiduría de Dios encarnada.

         Algo que debemos tener en cuenta es que el Cristo al que hacemos referencia, es el Cristo Eucarístico, el Único Cristo verdadero, el Cristo de la Iglesia Católica, ya que cualquier cristo que no sea el Cristo crucificado y el Cristo de la Eucaristía, es un cristo falso y no debemos seguirlo. Cristo Eucaristía es la luz que guía nuestros pasos, en la escuela y en la vida, todos los días y si Cristo no nos ilumina, vivimos en tinieblas, porque el mundo en el que vivimos es un mundo que está sumergido en las más oscuras tinieblas espirituales.

         Si tenemos siempre presente a Cristo Eucaristía, en nuestras mentes y corazones, no solo en la escuela sino en la vida cotidiana, nunca estaremos solos, porque Cristo es el Amigo Fiel, el Amigo que nunca abandona. El cristiano nunca debe sentirse solo, aun cuando esté solo de compañía humana, porque si está con Cristo Eucaristía, está acompañado por Cristo. Para esto, es necesario acudir a visitarlo en la Iglesia, allí donde Cristo se encuentra vivo, glorioso, resucitado, en Persona, en la Sagrada Eucaristía, en el Sagrario.

         Hagamos entonces el propósito de tener siempre a Cristo Eucaristía en la mente y en el corazón, para que todo lo que hemos aprendido y todo lo que nos quede por aprender, sea siempre para mayor gloria de Dios y salvación de nuestras almas.

viernes, 11 de noviembre de 2022

Tomar la Primera Comunión es comenzar a vivir una vida nueva en Cristo

 



(Homilía en ocasión de Santa Misa de Primeras Comuniones, Fronterita, Leales)

         ¿Qué es recibir la Primera Comunión?

         Visto desde afuera, es como si alguien recibiera en su boca un pedacito de pan blanco, sin levadura.

         Sin embargo, tomar la Primera Comunión es algo muy distinto, porque la Eucaristía no es un pedacito de pan, es una Persona, Jesús, el Hijo de Dios encarnado, que está vivo, glorioso, resucitado, en persona, en la Eucaristía. Jesús baja del cielo, en la Santa Misa, para quedarse en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos en nuestros corazones, que deben estar purificados por la gracia que recibimos en la Confesión sacramental.

         Entonces, si recibir la Primera Comunión no es comer un pedacito de pan, sino recibir a una Persona, al Hijo de Dios, entonces la Primera Comunión es comenzar una nueva vida en la que Jesús es el centro. Recibir la Primera Comunión es recibir a Jesús en Persona y como es una persona -la Segunda de la Trinidad-, entonces comulgar es establecer una relación de vida y de amor con Dios Hijo, con Jesús. Cuanto más lo reciba en mi corazón, con amor, con fe, con piedad, en estado de gracia, tanto más crecerá mi amistad y mi amor con Jesús Eucaristía.

         Muchos pueden decir: “Yo no siento nada, no escucho a Jesús, no veo a Jesús” y es así, porque no vemos ni escuchamos a Jesús con los ojos y los oídos del cuerpo, pero no porque no lo veamos, no quiere eso decir que Jesús no esté Presente, en Persona, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía. Por eso es tan importante y tan hermoso recibir la Comunión, porque es recibir a Jesús en Persona, quien me da todo el Amor de su Sagrado Corazón.

         No cometamos el error de muchos niños y jóvenes, para quienes la Primera Comunión es la última, porque luego nunca más vuelven a la Iglesia para recibir a Jesús. Primera Comunión no significa “última”, sino la primera de muchas, tantas como pueda recibirlas. Además, si recibir la Comunión es lo más hermoso de esta vida, ¿porqué nos vamos a privar de lo más hermoso que tiene esta vida?

         Antes de comulgar por primera vez, digamos esta oración a Jesús: “Querido Jesús Eucaristía, Tú bajas desde el cielo en cada Santa Misa, para venir a mi corazón y para darme tu Amor; ayúdame a recibirte con amor y piedad y que esta Primera Comunión sea la primera de muchas más. Jesús Eucaristía, Tú me das tu Corazón en cada comunión, yo a cambio te doy mi pobre corazón, para que lo enciendas en el Fuego de tu Amor. Amén”.

jueves, 10 de noviembre de 2022

Por el Espíritu Santo recibido en la Confirmación, somos convertidos en soldados de Cristo

 



Cuando recibimos el Sacramento de la Confirmación, el Espíritu Santo en Persona ingresa en nuestras almas, para convertirnos en templos suyos, en templos del Espíritu Santo y para convertir nuestros corazones en altar de Jesús Eucaristía.

Pero, además, el Espíritu Santo realiza en nosotros muchas otras cosas y entre ellas, está la de convertirnos en soldados de Cristo. Ser soldados de Cristo quiere decir ser pertenecer a la Iglesia Militante, a la Iglesia que peregrina en la tierra hacia la Jerusalén celestial, en el Reino de los cielos y que en ese peregrinar debe luchar contra los enemigos de la Fe Católica, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y contra las “potestades de los aires”, es decir, los demonios, los ángeles caídos.

El Espíritu Santo, entonces, nos convierte en soldados de Cristo y para saber qué significa eso en la realidad de todos los días, recordemos qué es lo que hace un soldado en la tierra, como por ejemplo, un soldado de nuestro Ejército Argentino. El soldado, en primer lugar, está para defender a la Patria; no está para atacar a nadie injustamente, sino para defender la Patria, cuando la Patria es agredida injustamente. Eso es lo que pasó en Malvinas, por ejemplo, los soldados argentinos lucharon para defender a nuestra Patria, que estaba siendo ocupada -y lo sigue estando- por los usurpadores británicos.

De la misma manera a como un soldado en la tierra defiende a la Patria, así un soldado de Cristo defiende a Cristo, pero no a cualquier cristo, sino al Único Cristo Verdadero, el Cristo de la Iglesia Católica, el Cristo Eucarístico, el Dios del sagrario y lo defiende de los enemigos de la Santa Fe Católica y del Altar Eucarístico. Y las armas que utiliza el soldado de Cristo, no son armas materiales, sino armas espirituales, principalmente la penitencia, el ayuno, la oración, el Santo Rosario y los Sacramentos, sobre todo la Confesión y la Sagrada Eucaristía. De entre muchísimos soldados de Cristo, se destacan los valientes cristeros, los soldados mexicanos católicos que defendieron con sus vidas a Cristo y a la Iglesia Católica, como el mártir adolescente San José Sánchez del Río.

Y así como un soldado de la tierra rinde homenaje a su Patria honrando a su bandera, así el soldado de Cristo le rinde honores, adorándolo en el altar de su corazón, cuando Cristo Dios ingresa en su alma por medio de la Comunión Eucarística.

jueves, 27 de octubre de 2022

En la Confirmación el Espíritu Santo convierte sus cuerpos en su templo y sus corazones en altares de Jesús Eucaristía

 


(Homilía en ocasión de Santa Misa de Confirmaciones)


¿Qué sucede en la Confirmación?

A decir verdad, suceden varias cosas, pero nos detendremos en un solo aspecto: cuando alguien recibe el Sacramento de la Confirmación, su cuerpo se convierte en algo especial, en algo más valioso que todo el oro del mundo entero: se convierte en templo del Espíritu Santo. Además, el corazón se convierte en altar en donde debe ser adorado única y exclusivamente, Jesús Eucaristía.

¿De qué manera el cuerpo se convierte en templo del Espíritu Santo? Lo hace porque, en primer lugar, Nuestro Señor Jesucristo lo “compró”, por así decirlo, a un precio altísimo, al precio de su Preciosísima Sangre derramada en la Cruz y vertida en el Cáliz del altar.

Para darnos una idea de cómo el cuerpo es templo del Espíritu Santo, imaginemos que nuestro cuerpo es como este templo: el altar es el corazón, las paredes y el techo son la cabeza y el resto del cuerpo. Ahora hagamos este ejercicio de reflexión: a este templo material, en el que estamos celebrando la Santa Misa, ¿podríamos convertirlo en un establo para caballos, por ejemplo? Por supuesto que no, porque sería una gran ofensa a Jesús Eucaristía; de la misma manera, no podemos dejar que las pasiones sin la gracia -ira, envidia, gula, lujuria- dominen nuestro cuerpo. A este templo, ¿podríamos pintarlo con toda clase de letreros, de frases indecentes? Por supuesto que no, y por eso no podemos hacernos tatuajes en nuestro cuerpo. A este templo, ¿podríamos poner música a todo volumen, música indecente, que incite a cosas malas, y podríamos colocar luces de colores, como se hace un lugar donde se va a bailar? ¿Podríamos consumir cosas que no se deben consumir? Por supuesto que no, y por esa razón, nuestro cuerpo no puede escuchar música inapropiada, ni tampoco beber cosas que no se deben beber, ni consumir cosas que no se deben consumir.

En otras palabras, a partir de la Confirmación, nuestro cuerpo es sagrado y por este motivo es que el cuerpo debe ser tratado con respeto, con veneración, porque ya no nos pertenece: es propiedad del Espíritu Santo. Esto incluye muchas cosas, como por ejemplo, no escuchar música indecente, no mirar cosas que no se deben mirar, no colocarse tatuajes, no colocarse cosas de metal incrustadas en la piel, no modificarlo con  cirugías innecesarias -hay quienes se hacen cirugías para parecerse a marcianos, o a vampiros, por ejemplo-.

Por el contrario, en nuestro cuerpo deben resonar cantos de alabanza a Dios, de adoración a Jesús Eucaristía y así como en el altar y en el sagrario se adora a Jesús Eucaristía, así también en nuestro corazón no se debe adorar a nadie más que no sea Jesús Eucaristía. Por el Sacramento de la Confirmación, nuestro cuerpo es propiedad del Espíritu Santo, es templo del Espíritu Santo, del Amor de Dios y por eso debemos cuidarlo y respetarlo.

sábado, 22 de octubre de 2022

En la Eucaristía, Jesús nos da su Sagrado Corazón

 



Una vez, en una de sus apariciones a Santa Margarita, Jesús le dijo lo siguiente: le dijo que le diera su corazón y la santa así lo hizo, entregándoselo a Jesús. Ella decía que su corazón, comparado con el horno de fuego que era el pecho de Jesús, era como un granito de arena en un inmenso horno de fuego.

Entonces Jesús tomó el corazón de la santa y lo introdujo en su pecho, luego lo sacó y se lo devolvió, pero no ya como corazón de carne, sino como una llama en forma de corazón. Estas llamas eran las llamas del Amor de Dios, el Espíritu Santo, las mismas llamas que envuelven al Sagrado Corazón. El Sagrado Corazón había convertido al corazón de Margarita en una pequeña copia de su propio Corazón Divino.

Cuando pensamos sobre esta experiencia, nos ponemos a pensar cuán dichosa fue la santa, porque Jesús convirtió su corazón en una copia del suyo. Pero cuando nos ponemos a pensar bien, con cada Comunión Eucarística -y no solo con la Primera Comunión-, Jesús hace con nosotros algo infinitamente más grande y hermoso: a nosotros, Jesús no nos pide nuestro corazón para introducirlo en su pecho, sino que NOS DA su propio Sagrado Corazón en la Eucaristía, para que nosotros lo introduzcamos en nuestros pechos por la Comunión. Y una vez que el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús está en nuestro pecho, le transmite las llamas del Divino Amor, el Espíritu Santo, para que nuestros corazones se incendien de amor con el Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo. Aunque no sintamos nada, si recibimos la Eucaristía con fe y con amor y en estado de gracia, después de confesarnos, lo que sucede es eso: el Sagrado Corazón nos comunica su Amor, el Espíritu Santo, para que nuestros corazones ardan en el Fuego del Divino Amor. Por esta razón es que no hay nada más hermoso, en esta vida, que recibir la Sagrada Comunión, porque lo que recibimos, que por fuera parece un pan, en realidad es el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús. Cuando nosotros vemos una imagen del Sagrado Corazón, vemos una representación, pero en la Eucaristía, el Sagrado Corazón está vivo, palpitando de Amor Divino; está real, glorioso, resucitado, deseoso de concedernos su Amor.

Ustedes van a recibir ahora al Sagrado Corazón en la Eucaristía por primera vez, y eso es lo más hermoso que le puede pasar a una persona en esta vida. No cometan el error de muchos niños y jóvenes, para quienes la Primera Comunión es la última, porque nunca más vuelven a recibir a Jesús Eucaristía. En cada Santa Misa, Jesús repite el milagro de bajar del Cielo para dejar su Corazón en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos con un corazón puro y lleno de amor. Si ustedes no vienen a recibir al Sagrado Corazón en las misas de Domingo, Jesús se queda triste y solo en el sagrario. Hagamos el propósito de asistir a la Santa Misa del Domingo, para recibir al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

viernes, 14 de octubre de 2022

Recibir la Primera Comunión es recibir al Rey del cielo, Cristo Jesús


 


         ¿Qué es recibir la Primera Comunión?

         Cuando uno mira desde afuera y ve que alguien comulga, le parece como si estuviera recibiendo un pedacito de pan; en este caso, un pan bendecido en una ceremonia religiosa.

         Pero la Sagrada Comunión, la Eucaristía, no es eso, no es un pedacito de pan bendecido: es una Persona y esa Persona es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es Dios Hijo encarnado que continúa su Encarnación en la Eucaristía. En la Eucaristía está Jesús en Persona, vivo, glorioso, resucitado, con su Corazón Eucarístico lleno del Amor de Dios, el Espíritu Santo, para darnos todo su Amor cuando lo recibimos en gracia, con fe, con piedad y con amor.

         Comulgar no es comer un pedacito de pan, es recibir al Rey del cielo, al Rey de reyes y Señor de señores, que viene desde el cielo solo para quedarse en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos con un corazón puro y santo por la gracia santificante de la Confesión sacramental. Comulgar es abrir de par en par las puertas del corazón para que ingrese el Rey de los cielos, Cristo Jesús. No hay nada más hermoso en este mundo que recibir la Sagrada Eucaristía, porque es recibir al Rey de los ángeles y de los hombres, Cristo Jesús, nuestro Dios, nuestro Señor y nuestro Redentor. Somos nosotros los que necesitamos de su Amor, de su Fuerza, de su Paz, de su Alegría y no es Él quien necesita de nosotros. A partir de ahora debe comenzar una nueva vida en ustedes, niños, una vida caracterizada por la relación de amor personal con Cristo Jesús en la Eucaristía, pero si ustedes no vienen los Domingos, nunca van a ser amigos de Jesús y se van a perder lo mejor de esta vida, que es la amistad y el Amor con Jesús Eucaristía.

Por eso da tanta pena ver a tantos niños y jóvenes que desprecian la Eucaristía, toman la Primera Comunión y ya no la vuelven a tomar más, dejándolo solo a Jesús en el Sagrario. No cometan el mismo error, no dejen a Jesús solo en el sagrario, vengan a visitarlo, a conversar con Él, a dejarse amar por Él, vengan los Domingos a recibirlo en la Eucaristía, con el corazón purificado por la Confesión Sacramental.

        

miércoles, 12 de octubre de 2022

Recibir la Primera Comunión quiere decir comenzar una nueva vida en Cristo

 



(Homilía en ocasión de Santa Misa de Primeras Comuniones)

         Muchos niños y jóvenes, cuando toman la Primera Comunión, al terminar el tiempo de formación en Catequesis, piensan que con eso, han terminado sus compromisos con la Iglesia y con Dios. Muchos piensan, equivocadamente, que recibir la Primera Comunión es como cuando alguien termina la primaria o la secundaria: así como quien termina la primaria y la secundaria no regresa más, así también muchos, luego de recibir la Primera Comunión, no regresan más y nunca más vuelven, ni a confesarse, ni a comulgar. Alguno, con suerte, asistirá a alguna misa cuando lo inviten para el aniversario de un difunto, o para cuando algún conocido cumpla años, pero por lo general, no volverá nunca más, ni a la Confesión sacramental, ni a la Sagrada Comunión. Para estos, la Primera Comunión es la última, pero eso indica que no entendieron nada de lo que en realidad se trata el Sacramento de la Eucaristía.

         Recibir la Primera Comunión no es finalizar algo, sino comenzar algo, es comenzar una nueva vida, una vida caracterizada por la relación personal con Jesús, que es Dios y que se queda en Persona en la Eucaristía, para venir a nuestros corazones y para colmarnos con el Amor de su Sagrado Corazón. Por esta razón es que comulgar no es comer un pedacito de pan bendecido: comulgar es abrir el corazón para recibir a Jesús con todo el amor del que seamos capaces, para adorarlo, para darle gracias, para bendecirlo y para hablar con Él, así como se habla con un padre, con un amigo, con un hermano. Comulgar es recibir a una Persona, la Segunda Persona de la Trinidad, que por la Eucaristía viene a habitar en mi corazón, pero no porque Él tenga obligación de hacerlo, sino solamente porque me ama con todo el Amor de su Corazón, que es el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

         No cometamos el error de muchos que toman la Primera Comunión y luego desaparecen de la Iglesia. Recibir la Primera Comunión es comenzar una nueva vida, la vida de los hijos de Dios, la vida de la luz de Dios, la vida en la que Jesús Eucaristía tiene que ocupar el centro de mi vida y de mi corazón.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Oración a San Ignacio de Loyola

 


Oración a San Ignacio de Loyola

Querido San Ignacio/

Tú que en el Cielo/

Eres mi santo protector/

Ruega a Jesús y María por mí/

Para que la Sabiduría, el Amor/

Y la Fuerza de Dios/

Me hagan crecer cada día más/

En la vida de la gracia./

Protégenos desde el Cielo/

Querido San Ignacio/

A mí, a mis padres/

Y a mis seres queridos/

Para que, amparados por el Amor Divino,/

Lleguemos un día al Reino de Dios. Amén./

Un Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

sábado, 24 de septiembre de 2022

Recibir la Primera Comunión es recibir a Jesús

 



         El día de la Primera Comunión es un día muy importante en la vida de una persona, en la vida de un niño y la razón es que van a comenzar una nueva vida, porque van a recibir a una Persona muy pero muy especial y esa Persona se llama Jesús. Es muy especial porque Él es Dios, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad y también porque Él está, escondido, en la Eucaristía, en algo que parece un pedacito de pan, pero no lo es, porque la Eucaristía es Jesús en Persona.

         Es por esto que tomar la Primera Comunión no es algo que puede pasar desapercibido: es lo más hermoso que le puede pasar a una persona en esta vida, porque lo más hermoso de esta vida es recibir a Jesús en el Corazón por medio de la Hostia consagrada.

         Por eso, al comulgar, no debemos estar distraídos ni pensando en cualquier cosa: en lo único en lo que tenemos que pensar, al recibir la Eucaristía, es en Jesús, que, por la Comunión, viene para darnos todo el Amor de su Sagrado Corazón. Jesús viene a nosotros por la Comunión para darnos su Amor; por eso mismo, nosotros debemos responder dándole a Jesús todo el amor de nuestro corazón, como dice el dicho: “Amor con amor se paga” y si Jesús me da su Amor, el Amor de su Corazón, entonces yo tengo que darle el amor de mi corazón.

         La Primera Comunión es la primera de muchas, de ahora en adelante, ustedes van a comenzar una nueva vida, en la que van a entrar en relación de amor con Jesús Eucaristía y para eso tienen que venir los Domingos, para recibir a Jesús y al Amor de su Corazón en la Eucaristía.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

La Tercera Persona de la Trinidad les concederá el Amor y la Fortaleza de Cristo para que sean sus soldados ante el mundo

 



         ¿Qué sucede en el Sacramento de la Confirmación? Sucede algo tan grandioso, tan maravilloso, tan asombroso, que si pudiéramos verlo con nuestros ojos del cuerpo, moriríamos de amor en el acto. No podemos ver con los ojos del cuerpo qué es lo que sucede cuando se imparte el Sacramento de la Confirmación, pero sí podemos saber lo que sucede por medio del don de la fe.

         La Santa Fe Católica nos dice que en el Sacramento de la Confirmación nuestro corazón se abre, por la gracia, para recibir a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo, el Amor del Padre y del Hijo y obrará grandes milagros en el alma de quien lo reciba en gracia y con amor.

         ¿Cuáles son las obras de la Tercera Persona de la Trinidad en el alma, en el Sacramento de la Confirmación?

         Convertirá al alma y al cuerpo del confirmando en un templo suyo, en un templo del Espíritu Santo. Imaginemos el templo católico más hermoso que seamos capaces de imaginar: pues bien, el Espíritu Santo convertirá el cuerpo y el alma del confirmando en un templo infinitamente más hermoso que el más hermoso de los templos terrenos; convertirá sus corazones en el altar de Jesús Eucaristía; convertirá sus almas en morada de la Santísima Trinidad.

         Otra acción del Espíritu Santo es comunicar al alma el Amor de Dios: así como el carbón, negro y oscuro y frío, al contacto con el fuego, se convierte en una brasa ardiente, que transmite luz y calor, así el Espíritu Santo, Fuego del Divino Amor, enciende los corazones en este Fuego Santo, convirtiéndolo en una brasa ardiente de Amor a Dios, que brilla con la luz de Dios y ama con el Amor de Dios.

         Otra acción del Espíritu Santo es el comunicar al alma la Fortaleza de Cristo, para que el alma no sólo pueda llevar su Cruz hasta el fin de sus días, sino que pueda dar testimonio de Cristo Dios, Presente en Persona en la Eucaristía, con sus obras de misericordia e incluso hasta con su vida si fuera necesario.

         El Sacramento de la Confirmación es algo tan grandioso, tan maravilloso, tan lleno del Amor de Dios, que moriríamos de alegría y de amor, si pudiéramos verlo con los ojos del cuerpo.

viernes, 26 de agosto de 2022

El Niño Dios, ejemplo a imitar para todo niño que desee ser santo

 



         La sociedad civil acostumbra a celebrar lo que se ha denominado “Día del Niño”. Ahora bien, aunque no se trata en absoluto de una festividad religiosa, es una buena ocasión para recordar a un Niño absolutamente especial, el Niño Dios, Jesús.

         Jesús, siendo Dios Hijo del Padre Eterno, quiso encarnarse y nacer, por medio del Espíritu Santo, como niño y fue eso lo que sucedió, de manera que Jesús, desde su Nacimiento, creció bajo la custodia de su Padre adoptivo, San José y de su Madre, la Virgen.

         Si queremos ser niños no solo buenos, sino santos, es decir, que se ganen el ingreso en el Reino de los cielos, entonces debemos mirar siempre al Niño Dios, porque Él es El ejemplo insuperable para todo niño que aspire a la santidad.

         Algo que se caracteriza en el Niño Dios es que Él jamás, pero jamás de jamás, dijo ni siquiera una pequeña mentira –no podía mentir al ser Dios-, jamás levantó la voz a sus padres, jamás hizo ningún mal a nadie. Al contrario, era un niño santo, bueno, paciente, servicial, amable, que amaba muchísimo a sus padres, a sus primos y a toda la gente.

         Es por esta razón que cualquier niño que desee ser santo, lo único que debe hacer es contemplar e imitar al Divino Niño Jesús.

domingo, 14 de agosto de 2022

Comulgar es abrir el corazón al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús



 (Homilía en ocasión de Santa Misa de Primera Comunión)


         Si alguien nos dijera que recibir la Primera Comunión es como comer un pedacito de pan, con la única diferencia que es un pan bendecido, nosotros deberíamos responderle con un fuerte “NO”, porque comulgar o recibir la Primera Comunión, no es comer un pedacito de pan, aunque por fuera pueda ser parecido a como cuando alguien come un pedacito de pan.

         El Catecismo nos enseña que en la Misa sucede algo inimaginable, algo misterioso, algo maravilloso: cuando el sacerdote extiende sus manos sobre las ofrendas del pan y del vino, Jesús baja desde el cielo y, a través del sacerdote y a través de la voz del sacerdote, pronuncia unas palabras –“Esto es mi Cuerpo, Éste es el cáliz de mi Sangre”-, que por el poder de Jesús, que es Dios, hacen que el pan y el vino se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Es por esto que nosotros adoramos la Eucaristía, porque la Eucaristía no es un pedacito de pan: parece un pedacito de pan, pero es el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

         Por esta razón, recibir la Primera Comunión, no es comer un pedacito de pan: es abrir el corazón para recibir al Sagrado Corazón de Jesús, que late, vivo y glorioso, en la Sagrada Eucaristía.

         Lo más hermoso que puede pasarle a una persona en esta vida, es recibir la Comunión, porque es recibir a Dios Hijo en Persona. No cometamos el error de muchos niños y jóvenes, para los cuales la Primera Comunión es la última. Si comulgar es lo más hermoso del mundo, porque es recibir al Sagrado Corazón de Jesús, ¿por qué no acudimos todos los Domingos, para recibir, con todo el amor posible, al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús?

sábado, 13 de agosto de 2022

Dejad que los niños vengan a Mí

 



         A pesar de que los discípulos tratan de impedir que los niños se acerquen a Jesús, Jesús, lejos de darles la razón, les dice que se lo permitan, que permitan que los niños se acerquen a Él, porque “el Reino de los cielos es de quienes son como ellos”.

         Ahora bien, esto suscita varias preguntas: por un lado, ¿qué sucede con nosotros, los adultos, que ya no somos niños? ¿Qué sucede con los que ahora son niños, pero luego serán adultos? ¿El Reino de los cielos ya no nos pertenece?

         Lo que tenemos que entender es qué entiende Jesús por “niños”: se trata de niños literalmente hablando, es decir, de quienes transitan por su niñez, pero también está hablando de todo católico, independientemente sea su edad, porque, a los ojos de Dios, todos somos niños, aun cuando tengamos noventa, cien o ciento veinte años. Entonces, estas palabras de Jesús se aplican a nosotros.

         Otra pregunta que surge es: ¿qué clase de niños? O mejor dicho: ¿niños de qué edad? Podríamos decir que se trata de niños de dos o tres años, por los siguientes motivos: son inocentes –aunque nacen con el pecado original, lo mismo conservan algo de la inocencia original con la cual Dios creó al hombre-, son obedientes a sus padres, aman a sus padres y tienen confianza en ellos. Esto se ve cuando la mamá o el papá les dice: “No vayas por ahí, porque te puedes hacer daño”, o también, cuando les ofrecen un trozo de pan o un poco de agua, el niño no desconfía de sus padres, sino porque confía en ellos y los ama.

         Lo mismo sucede con nosotros, espiritualmente hablando: nuestro Padre celestial es Dios Padre, que nos adoptó como hijos con el Bautismo; nuestra Madre espiritual es la Virgen pero también la Santa Madre Iglesia. ¿Qué nos dice la Santa Madre Iglesia? “No adores a ídolos demoníacos, como el Gauchito Gil, la Difunta Correa, la Santa Muerte, el dinero, la fama, el éxito”; “Aliméntate con el Pan de Vida eterna, la Eucaristía”; “Vive según los Mandamientos de la Ley de Dios”; “Recibe la gracia santificante, que te concede toda clase de bienes espirituales”.

         Si somos como niños espirituales, si hacemos lo que la Santa Madre Iglesia nos dice, entonces, al final de nuestra vida terrena, entraremos al Reino de los cielos para adorar a Jesús por toda la eternidad.

miércoles, 3 de agosto de 2022

Comulgar no es comer un poco de pan, es recibir al Hijo de Dios, Jesús

 



(Homilía en ocasión de Santa Misa de Primeras Comuniones)

         Recibir la Primera Comunión es el acontecimiento más maravilloso, más grandioso, más hermoso que pueda sucederle a una persona en esta vida terrena. Para saber por qué, recordemos qué es lo que enseña la Iglesia Católica acerca de la Santa Misa.

         Cuando el sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino y pronuncia las palabras de la consagración –“Esto es mi Cuerpo, Éste es el Cáliz de mi Sangre”-, sucede algo misterioso, invisible, pero no menos real: Jesús, el Hijo de Dios, baja desde el cielo y, con su poder divino, convierte el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre, de manera que la Eucaristía deja de ser pan, para ser solo apariencia de pan, puesto que es el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Ahora bien, el Cuerpo y la Sangre de Jesús no están solos, en el aire, por así decirlo, sino que pertenecen a Jesús y Jesús está donde está su Cuerpo y su Sangre, de la misma manera a como ahora, en este momento, nuestro cuerpo y nuestra sangre están con nosotros y nosotros estamos donde está nuestro cuerpo y nuestra sangre. Esto quiere decir que cuando decimos que la Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre de Jesús, estamos diciendo que con el Cuerpo y la Sangre de Jesús está Jesús en Persona. Esto quiere decir también que en la Eucaristía Jesús está en el altar así como está en el cielo, es decir, con su Cuerpo y con su Sangre gloriosos y resucitados y es por eso que nosotros adoramos la Eucaristía, porque adoramos a Jesús, que es el Cordero de Dios, que está en Persona y es Dios Hijo.

         Por todo esto, es que decimos que comulgar no es comer un pedacito de pan: es recibir al Hijo de Dios, Jesús, que está en Persona en la Eucaristía; comulgar es abrir el corazón para que ingrese Dios Hijo encarnado, Jesús, oculto en algo que parece pan, pero no es pan, sino el Hijo de Dios en Persona. No recibamos la Comunión como si fuera un poco de pan; antes de comulgar, hagamos un acto de amor y de adoración a Jesús Eucaristía y recibámoslo de rodillas, con todo el amor con el que seamos capaces de dar a Jesús. Por último, recordemos que recibir la Primera Comunión no es el fin de algo, sino el comienzo de una nueva vida, la vida de los hijos de Dios, en la que nos alimentamos con el Cuerpo y la Sangre de Jesús, recibidos en cada Domingo. Antes de recibir a Jesús, de rodillas y en la boca, debemos repetir interiormente esta oración: "¡Jesús, Dios Eterno, te amo, ven a mi corazón por la Sagrada Eucaristía!".

viernes, 29 de julio de 2022

La Sangre de Cristo nos purifica y nos hace santos

 



(Homilía para niños y jóvenes del Colegio La Asunción de Leales, Tucumán, Argentina)

En el mes de julio, la Iglesia Católica recuerda, celebra y adora a la Sangre de Cristo y la razón es que la Sangre de Cristo nos purifica y nos da la Vida eterna. Esto quiere decir que si no recibimos la Sangre de Cristo, no somos puros ni tampoco tenemos la Vida eterna. Para darnos una idea acerca de cuánta sangre derramó Jesús por nosotros, recordemos una anécdota de una santa de la Iglesia, Santa Brígida de Suecia.

Una vez, una santa, Santa Brígida de Suecia –una de las más grandes santas de la Iglesia Católica- viendo a Jesús todo cubierto de heridas, le preguntó cuántas heridas había recibido en la Pasión. Jesús le dijo que 5480[1]. 5480 heridas, todas profundas, desde la cabeza hasta los pies; heridas abiertas de las que brotaba sangre a borbotones. Imaginemos cómo se sentiría Jesús si hacemos la siguiente reflexión: supongamos que estamos cortando el pan en rebanadas para el almuerzo y, por un descuido, nos cortamos accidentalmente en el dedo, sin embargo, es un corte apenas superficial, pero como las yemas de los dedos están muy irrigadas, hay muchos vasos sanguíneos, casi siempre suele salir mucha sangre, en comparación con el tamaño del corte. Cuando nos cortamos, soltamos el cuchillo, nos tomamos el dedo en el que sufrimos el corte, nos quejamos, procuramos colocarnos una pequeña venda. Ahora, pensemos en Jesús, en el Cuerpo de Jesús en la Pasión y multipliquemos ese corte, en tamaño y profundidad, por diez; multipliquemos ese corte por cien; multipliquemos ese corte por mil; multipliquemos ese corte por cinco mil y nos daremos cuenta de la cantidad y profundidad de las heridas que recibió Jesús y de la cantidad de sangre que brotó de esas heridas. Esa Sangre de Jesús es la Sangre de Dios, que nos salva. Sin la Sangre de Jesús, estamos perdidos.

Si esto es así, entonces nos preguntamos: ¿cuándo recibimos la Sangre de Jesús? Es decir, ¿cómo llega la Sangre de Jesús a mi alma? Principalmente, a través de los Sacramentos, sobre todo la Confesión sacramental y la Eucaristía. Y cuando la recibimos, la sangre de Jesús nos purifica, nos quita nuestros pecados y además, nos santifica, nos da la gracia santificante, que nos hace santos, nos hace ser supra-humanos, porque nos hace ser hijos adoptivos de Dios, que viven con la vida misma de Dios, que es Vida eterna. Por eso es que decimos que la Sangre de Cristo nos purifica y nos da la Vida eterna.

La Sangre de Jesús comenzó, en la Pasión, en el momento en el que el jefe de los guardias del Sumo Sacerdote, luego de que Jesús dijera que Él es el Hijo de Dios, le diera una bofetada en la cara, con el revés de la mano: como el jefe de los guardias tenía un anillo, además del golpe, Jesús recibió un corte en la cara y comenzó a sangrar. Luego siguieron los azotes, con distintos instrumentos, que literalmente arrancaron la piel de Jesús, haciendo que su Sangre corriera a borbotones. Si Jesús no hubiera sido Dios, no habría podido soportar ni un uno por ciento de todos los latigazos que recibió. Con su Sangre, Jesús nos salva, nos quita los pecados y nos da la Vida eterna. Por eso es que debemos siempre estar agradecidos a Jesús y en acción de gracias a Jesús por haber derramado su Sangre para salvarnos y llevarnos al Cielo, le decimos a Jesús crucificado esta oración: “Oh Jesús mío, beso y adoro la Sangre que brota de tus manos y pies desgarrados por clavos de hierro; beso y adoro la Sangre que brota de tu Cabeza coronada de espinas; beso y adoro la Sangre que brota de tu Corazón traspasado; a cambio de mi beso, te pido que por tu Sangre me des el Amor de tu Corazón, el Amor de Dios, el Espíritu Santo. Amén”.

 



[1] Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole: “Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.480 azotes. Si queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15 veces el Ave María, con las siguientes oraciones, durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis Llagas”. (Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a la santa.). Cfr. https://www.corazones.org/santos/brigida.htm

jueves, 14 de julio de 2022

Comulgar no es comer un pedacito de pan, sino abrir el corazón para recibir a Jesús, el Hijo de Dios, en Persona

 



(Homilía en ocasión de Santa Misa de Primeras Comuniones)

¿Qué es lo mejor que puede sucederle a alguien en esta vida? Cuando se hace esta pregunta, muchos responden que lo mejor es ganarse la lotería, o tener mucho dinero, o ser famoso, o ser un futbolista exitoso, o ser un cantante de moda, o tener muchos seguidores en las redes sociales y cosas así por el estilo. Pero nada de esto es verdad. Lo mejor que puede sucederle a una persona en esta vida es comulgar, es decir, recibir la Comunión, recibir la Eucaristía. ¿Y por qué es lo mejor de esta vida? Porque la Comunión, o la Eucaristía, no es lo que parece: parece un pedacito de pan, que tiene sabor y apariencia de pan, pero no es pan; la Eucaristía es una Persona y esa Persona se llama Jesús de Nazareth. Debido a que Jesús es Dios, Él nos ama tanto, pero tanto, que inventó una forma de quedarse en medio nuestro, aquí en la tierra, así como está en el Cielo, con su Cuerpo lleno de la luz de la gloria de Dios, resplandeciente como un sol, con su Corazón envuelto en las llamas del Amor de Dios, el Espíritu Santo y esa forma de quedarse entre nosotros, es la Eucaristía. En la Eucaristía, Jesús está oculto -escondido, podemos decir- en algo que parece pan, pero ya no es pan, sino Jesús, con su Corazón vivo y glorioso, latiendo con todo el Amor de Dios, el Espíritu Santo. Por eso es que decimos que no hay nada mejor en el mundo que comulgar, que recibir la Sagrada Eucaristía, porque la Eucaristía es Jesús, que es Dios, y cuando Jesús entra en nuestros corazones por la Comunión, nos sopla el Espíritu Santo, el Amor de Dios. ¡Y no hay nada más hermoso que el Amor de Dios!

Comulgar, entonces, no es lo que parece: parece como si alguien recibiera un pedacito de pan, pero nosotros sabemos, por la fe, que comulgar es recibir a Jesús en Persona, que nos regala su Sagrado Corazón, envuelto en las llamas del Amor de Dios; comulgar no es comer un pedacito de pan, sino abrir el corazón para recibir a Jesús, el Hijo de Dios, en Persona, por eso nosotros tenemos que pedir que nuestros corazones sean como el leño seco o como el pasto seco, para que al contacto con las llamas del Corazón de Jesús, se enciendan en el Amor de Dios. No hay nada más hermoso que recibir a Jesús en la Comunión. Preparemos nuestros corazones para recibir a Jesús, diciendo: “Jesús, te amo, ven a mi corazón por la Sagrada Eucaristía”.

miércoles, 29 de junio de 2022

Recibir la Sagrada Eucaristía es lo mejor que le puede pasar a alguien en esta vida

 


(Homilía en ocasión de Santa Misa de Primeras Comuniones)

Cuando vemos la Eucaristía con los ojos del cuerpo, vemos algo que parece pan, pero no es pan: la Eucaristía no es lo que parece, un trocito de pan; es una Persona y esa Persona se llama Jesús de Nazareth. Jesús es Dios, es el Hijo de Dios Padre, que se encarnó en el seno de la Virgen Madre y que en cada Santa Misa, baja del cielo para dejar su Cuerpo en la Eucaristía y su Sangre en el Cáliz. Por eso es que, cuando el sacerdote comulga, no comulga un trozo de pan, aunque tenga sabor a pan, sino que comulga el Cuerpo de Cristo y cuando el sacerdote bebe del Cáliz, no bebe vino, aunque tenga sabor a vino: bebe la Sangre de Cristo.

Porque la Eucaristía es Jesús en Persona, con su Sagrado Corazón lleno del Amor de Dios latiendo en la Eucaristía, comulgar, es decir, recibir la Sagrada Comunión, es lo mejor que le puede pasar a una persona en esta vida. Lo mejor que le puede pasar a alguien en esta vida no es tener fama, ni dinero, ni éxito, ni ser aplaudido y homenajeado por los hombres: lo mejor que le puede pasar a una persona en esta vida es recibir la Sagrada Comunión, porque en la Comunión está Jesús, con su Corazón lleno del Espíritu Santo y Jesús quiere entrar en nuestros corazones para colmarnos del Amor de Dios, para colmarnos de la Paz, la Alegría, la Sabiduría, la Vida de Dios Trinidad.

Es por esto que, antes de comulgar, debemos hacer esta oración, en nuestro interior, en silencio: “Jesús Eucaristía, ven a mi corazón y haz que yo te ame con el Amor de Dios”. Antes de comulgar, hay que hacer esta oración o alguna parecida, pero además, hay que hacer un acto de amor y de adoración interior y después adorarlo externamente, por medio de la Comunión en la boca y de rodillas. Y, por supuesto, luego de haber realizado una buena Confesión Sacramental. Sólo así estaremos en condiciones de recibir a Jesús como Él lo merece, con el alma limpia, en gracia y con todo el amor de nuestros corazones. Que no nos suceda como a muchos niños y jóvenes, para quienes la Primera Comunión, lamentablemente, es la última: le pidamos a la Virgen, Nuestra Señora de la Eucaristía, que aumenta cada vez más en nosotros el deseo de recibir a Jesús, el Hijo de Dios, Presente en Persona en la Eucaristía. No nos perdamos lo mejor que nos puede pasar en esta vida, que es recibir al Hijo de Dios, Jesús, en la Sagrada Comunión.

viernes, 24 de junio de 2022

El Sagrado Corazón de Jesús está vivo y lleno del Amor de Dios en la Eucaristía

 


(Homilía en ocasión de una Santa Misa celebrada para niños y jóvenes del Colegio La Asunción, Leales, Tucumán)

Jesús se le apareció a una monja santa llamada Margarita María de Alacquoque como el Sagrado Corazón de Jesús y, estando delante de ella, se sacó el Corazón y se lo mostró, colocando a su Corazón delante de ella.

¿Cómo era el Corazón de Jesús?

Era transparente como el cristal y esto quiere decir que Dios es así, es transparente, en el sentido de que en Él no hay mancha alguna de error, de falsedad, de mentira. Dios jamás puede mentir, en Él no hay el más pequeño rastro de maldad, porque es la Bondad Increada en Sí misma; si nosotros queremos ser como el Sagrado Corazón de Jesús, si queremos ser transparentes como Él, no debemos nunca decir mentiras y debemos amar siempre la Verdad.

El Corazón de Jesús tenía una cruz en la base y esto significa que quien quiera disfrutar de las delicias del Corazón de Jesús, tiene que subirse a la cruz, porque el Corazón de Jesús está en la cruz, que por eso se llama “Árbol de la Vida”; es como cuando uno ve un fruto muy rico en la rama alta de un árbol, para conseguirlo, hay que subirse al árbol; bueno, así pasa con el que quiera disfrutar del fruto exquisito del Árbol de la Vida, la Santa Cruz, debe subirse a la Cruz, para así poder tomar ese fruto delicioso que se llama “Sagrado Corazón de Jesús”.

El Corazón de Jesús estaba envuelto en llamas y esto quiere decir que en el Corazón de Jesús está todo el Amor de Dios, que es el Espíritu Santo y que es como un Fuego de Amor Divino y por eso, quien recibe al Corazón de Jesús en la Eucaristía, recibe el Fuego del Amor de Dios, el Espíritu Santo.

El Corazón de Jesús tenía una corona de espinas que lo apretaba fuertemente a su alrededor, produciéndole mucho dolor en cada latido: cuando el corazón se ensancha, las espinas entran en el Corazón y le provocan mucho dolor a Jesús; cuando el Corazón se contrae, para expulsar la sangre, las espinas también le provocan dolor, porque le provocan un desgarro. ¿Qué significan las espinas de la corona? Son nuestros pecados: cuando nos enojamos, cuando peleamos, cuando contestamos mal, cuando somos perezosos, a nosotros no nos pasa nada, pero a Jesús le provoca mucho pero mucho dolor en su Sagrado Corazón, por eso hoy vamos a hacer el propósito de ser buenos y santos, para no provocarle dolor a Jesús.

Finalmente, al Sagrado Corazón nosotros podemos verlo en las imágenes, ya sea pintado, dibujado, o esculpido en una escultura y por eso para nosotros esas imágenes y esculturas del Sagrado Corazón las queremos mucho y las veneramos, pero ahí no está en la realidad. Hay un lugar en donde el Sagrado Corazón sí está en la realidad y es en la Eucaristía: en la Eucaristía late, con el Amor de Dios, el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso es que, antes de comulgar, tenemos que hacer un acto de amor y de adoración interior al Sagrado Corazón de Jesús; al acercarnos a comulgar, nos arrodillamos para adorarlo no solo interiormente sino también exteriormente y para expresarle nuestro amor, podemos decirle esta oración: “Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, te amo con toda mi alma”.

jueves, 23 de junio de 2022

La Bandera Argentina es el Manto celeste y blanco de la Virgen Inmaculada

 


(Homilía para niños y jóvenes del Colegio La Asunción de Leales, Tucumán, Argentina)

         Cuando vemos el origen de las banderas de otros países, vemos que en las banderas sus creadores han tenido la intención de destacar algún aspecto característico del lugar –como por ejemplo, la bandera de Ucrania, el celeste simboliza el cielo y el amarillo los campos de trigo, ahora bombardeados por los comunistas rusos-, o las banderas de países árabes, en donde se colocan imágenes de palmeras, características de esos lugares. En otros casos, simbolizan algún hecho histórico. Sin embargo, ninguna de las banderas del mundo tiene el origen de la Bandera Argentina: la Bandera Argentina, con sus colores celeste azul y blanco, no simbolizan el cielo cósmico, sino que son una prolongación del Manto celeste azul y blanco de la Virgen Inmaculada de Luján. Esto no lo inventamos nosotros, sino que así lo dice la historia: entre otros datos, un historiador cita al hermano del General Belgrano, el Sargento Carlos Belgrano, quien dijo que su hermano –el General Belgrano- “había decidido que la Bandera de la Nación Argentina llevara los colores del Manto celeste y blanco de la Virgen Inmaculada, de la cual era ferviente devoto”. Esto quiere decir que Belgrano hizo acto de devoción a la Virgen al crear la Bandera y la quiso honrar, disponiendo que la bandera de nuestra Nación llevara los colores del Manto de la Inmaculada Concepción. Él era muy devoto de la Virgen, estaba consagrado a la Virgen, pertenecía a una cofradía de la Inmaculada Concepción, hacía celebrar la Misa para el Ejército Argentino y a cada soldado le hacía imponer el Escapulario de la Virgen del Carmen, además de hacerlos rezar el Rosario.

Esto es muy importante saberlo, porque la Bandera Argentina viene de Dios, porque fue Dios quien inspiró al General Belgrano para que la Bandera Argentina llevara los colores del Manto celeste y blanco de la Virgen Inmaculada. Por esta razón, Nuestra Bandera Nacional jamás podrá ser reemplazada con una trapo multicolor, ni con un trapo rojo, ni con ningún otro color de ninguna otra bandera, porque los argentinos jamás cambiaremos nuestra Bandera Nacional, el Manto de la Virgen Inmaculada, por ninguna otra bandera y si alguien hiciera eso, cometería una grave falta contra Dios y contra la Patria y tendría que pedir perdón por ese acto de atrevimiento.

         Como vemos, entonces, nuestra Bandera Nacional no solo es única en el mundo, sino que es la más hermosa del mundo, porque son una prolongación del Manto celeste y blanco de la Virgen Inmaculada Concepción. Por eso, como decía Liniers a sus soldados antes de salir a luchar contra los invasores ingleses, “besar la Bandera es como besar el Manto de la Virgen” y nosotros podemos decir que besar el Manto de la Virgen es besar nuestra Bandera Nacional Argentina. Éste es el verdadero y único origen de nuestra Bandera Nacional, el Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción.

        

viernes, 20 de mayo de 2022

En la Santa Misa sucede algo misterioso: Jesús baja del cielo para quedarse en la Eucaristía

 


(Homilía para niños del Ciclo Primario del Colegio La Asunción, Leales, Tucumán, Argentina)

¿Qué sucede en la Santa Misa?

Para saberlo, debemos tener en cuenta que existe una realidad invisible a los ojos del cuerpo, misteriosa, sobre el altar, cuando se celebra la Misa. Necesitamos para eso, no solo usar la imaginación, sino pedirle al Espíritu Santo que nos ilumine la mente y el corazón, así podremos saber qué es lo que pasa en la Santa Misa. Para eso, podemos rezar la siguiente oración: “Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, ilumina nuestras mentes y corazones, para que veamos a Jesús en la Cruz del Altar”.

Una vez que pedimos la ayuda del Espíritu Santo, tenemos que saber lo siguiente: cuando se celebra la Misa, primero el altar se convierte en una parte del Cielo y segundo, cuando el sacerdote dice las palabras de la consagración sobre el pan y el vino –cuando el sacerdote pone las manos sobre el pan y el cáliz y dice “Esto es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre”-, Jesús baja del Cielo, con su cruz y convierte con su poder divino el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. Por eso, cuando comulgamos, no comulgamos un trocito de pan sin levadura, aunque tenga sabor a pan sin levadura, sino que comulgamos el Corazón de Jesús, que está envuelto en las llamas del Amor de Dios, el Espíritu Santo y cuando el sacerdote bebe del cáliz, no bebe vino, aunque tiene sabor a vino, sino que bebe la Sangre del Corazón de Jesús y con la Sangre de Jesús, bebe el Espíritu Santo.

Otra cosa que tenemos que saber es que en la Misa Jesús hace, invisiblemente, lo mismo que hace en el Calvario: ofrece su Cuerpo en la Eucaristía y derrama su Sangre en el Cáliz y todo esto, sin que sepamos cómo y sin que nos demos cuenta de cómo sucede, porque es algo que Jesús hace de forma invisible, pero sucede realmente. Por eso la Misa es como viajar en el tiempo, es como si nosotros viajáramos a Palestina, en el día del Viernes Santo, o como si Jesús, con su Cruz, viniera hasta nosotros. En la Misa Jesús renueva su sacrificio de la Cruz y por eso debemos estar en Misa como estuvieron la Virgen y San Juan al pie de la Cruz: adorando a Jesús, que por nuestra salvación se ofreció al Padre para morir en la Cruz.

Entonces, cuando participemos de la Santa Misa, pidamos al Espíritu Santo su luz celestial, para que seamos capaces de ver, con los ojos de la fe, lo que pasa sobre el altar: Jesús baja del Cielo para quedarse en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos, con un corazón puro y en gracia y así nuestro corazón se convierta en el Cielo del Rey del Cielo.