Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

sábado, 22 de octubre de 2022

En la Eucaristía, Jesús nos da su Sagrado Corazón

 



Una vez, en una de sus apariciones a Santa Margarita, Jesús le dijo lo siguiente: le dijo que le diera su corazón y la santa así lo hizo, entregándoselo a Jesús. Ella decía que su corazón, comparado con el horno de fuego que era el pecho de Jesús, era como un granito de arena en un inmenso horno de fuego.

Entonces Jesús tomó el corazón de la santa y lo introdujo en su pecho, luego lo sacó y se lo devolvió, pero no ya como corazón de carne, sino como una llama en forma de corazón. Estas llamas eran las llamas del Amor de Dios, el Espíritu Santo, las mismas llamas que envuelven al Sagrado Corazón. El Sagrado Corazón había convertido al corazón de Margarita en una pequeña copia de su propio Corazón Divino.

Cuando pensamos sobre esta experiencia, nos ponemos a pensar cuán dichosa fue la santa, porque Jesús convirtió su corazón en una copia del suyo. Pero cuando nos ponemos a pensar bien, con cada Comunión Eucarística -y no solo con la Primera Comunión-, Jesús hace con nosotros algo infinitamente más grande y hermoso: a nosotros, Jesús no nos pide nuestro corazón para introducirlo en su pecho, sino que NOS DA su propio Sagrado Corazón en la Eucaristía, para que nosotros lo introduzcamos en nuestros pechos por la Comunión. Y una vez que el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús está en nuestro pecho, le transmite las llamas del Divino Amor, el Espíritu Santo, para que nuestros corazones se incendien de amor con el Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo. Aunque no sintamos nada, si recibimos la Eucaristía con fe y con amor y en estado de gracia, después de confesarnos, lo que sucede es eso: el Sagrado Corazón nos comunica su Amor, el Espíritu Santo, para que nuestros corazones ardan en el Fuego del Divino Amor. Por esta razón es que no hay nada más hermoso, en esta vida, que recibir la Sagrada Comunión, porque lo que recibimos, que por fuera parece un pan, en realidad es el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús. Cuando nosotros vemos una imagen del Sagrado Corazón, vemos una representación, pero en la Eucaristía, el Sagrado Corazón está vivo, palpitando de Amor Divino; está real, glorioso, resucitado, deseoso de concedernos su Amor.

Ustedes van a recibir ahora al Sagrado Corazón en la Eucaristía por primera vez, y eso es lo más hermoso que le puede pasar a una persona en esta vida. No cometan el error de muchos niños y jóvenes, para quienes la Primera Comunión es la última, porque nunca más vuelven a recibir a Jesús Eucaristía. En cada Santa Misa, Jesús repite el milagro de bajar del Cielo para dejar su Corazón en la Eucaristía, para que nosotros lo recibamos con un corazón puro y lleno de amor. Si ustedes no vienen a recibir al Sagrado Corazón en las misas de Domingo, Jesús se queda triste y solo en el sagrario. Hagamos el propósito de asistir a la Santa Misa del Domingo, para recibir al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

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