Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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jueves, 12 de mayo de 2022

Las Apariciones de Fátima nos enseñan la Adoración Eucarística, el rezo del Rosario y la existencia del Infierno

 



Hay tres cosas que nos enseñan las Apariciones de Fátima: la Presencia de Jesús en la Eucaristía, el rezo del Rosario y la existencia del Infierno.

Nos enseña que Jesús es Dios y está Presente en forma real, verdadera y substancial en la Eucaristía, porque los Pastorcitos relatan que estaban ellos haciendo pastar a las ovejas, cuando sintieron una fuerte ráfaga de viento y vieron una luz muy intensa y fue ahí que apareció, flotando en el aire, una Hostia, de la cual chorreaba sangre y debajo de la Hostia, un Cáliz, también flotando en el aire. La sangre que caía de la Hostia, era recogida en el Cáliz. En ese momento, se apareció un Ángel, que ellos describen como luminoso y como de una edad de unos catorce años; el ángel se colocó delante de la Hostia y el Cáliz y se arrodilló, postrándose con la frente en el suelo y dijo esta oración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”. Repitió esta oración por tres veces y luego les dio la Sagrada Comunión a los Pastorcitos, quienes la recibieron de rodillas. Luego les dijo: “Tomad y beber el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios”.

En otra ocasión, estando los niños jugando, se les apareció el Ángel y les dijo: “¿Que estáis haciendo? ¡Tenéis que rezar! ¡Rezar! Los corazones de Jesús y María tienen designios Misericordiosos para vosotros. Debéis ofrecer vuestras oraciones y sacrificios a Dios, el Altísimo. Ofreced constantemente al Altísimo  plegarias y sacrificios. De todo lo que podáis, ofreced un sacrificio en acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra Patria la paz. Yo soy el Ángel de su Guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe”. En la primera aparición, el Ángel les enseñó esta oración: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”.

Esto nos enseña, por un lado, que la Hostia consagrada es Jesús y que Jesús es Dios, porque sólo a Dios se debe adorar y el ángel se arrodilló en señal de adoración; nos enseña también que en la Hostia está el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, que derrama su Sangre sobre nuestras almas cuando comulgamos y, con su Sangre, el Amor de su Corazón, que es el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

El Ángel nos enseña lo que nos enseña el Catecismo: que Jesús es Dios Hijo, que está en Persona en la Eucaristía, que nos dona su Corazón en cada Comunión y con su Corazón, el Amor de su Corazón, el Espíritu Santo. Por eso es que debemos recibir a Jesús Eucaristía con el alma limpia por la Confesión y con el corazón lleno de amor agradecido a Jesús.

Otra cosa que nos enseñan las Apariciones de Fátima es el rezo del Santo Rosario: la Virgen pide que lo recemos todos los días y especialmente los días sábados, para pedir perdón por las ofensas que se hacen a los Sagrados Corazones de Jesús y María y también para pedir por la conversión de los pobres pecadores.

La tercera cosa que nos enseñan las Apariciones de Fátima es la existencia del Infierno: los tres Pastorcitos fueron llevados allí por la Virgen y vieron cómo caían en el lago de fuego las almas de los pecadores que morían en pecado mortal, es decir, sin arrepentirse de sus pecados. También la Virgen les dijo que muchos de los que caían en el Infierno, era porque no había nadie que rezara por ellos, por eso es que tenemos que rezar siempre el Rosario, pidiendo por la conversión de los pecadores, para que no caigan en el Infierno y se salven y vayan al Cielo.

Entonces, estas son las tres cosas principales que nos enseñan las Apariciones de la Virgen en Fátima: creer firmemente que Jesús está en Persona en la Eucaristía, adorarlo con el espíritu y con el cuerpo, recibiéndolo de rodillas en la Comunión; rezar el Rosario en desagravio por las ofensas contra el Inmaculado Corazón de María y vivir siempre en gracia, para evitar ir al Infierno y en cambio ir al Cielo, para vivir con Jesús y la Virgen para siempre.

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