Misterios gozosos
Primer Misterio. El Ángel del Señor
anunció a María y concibió por obra del Espíritu Santo. Ante el anuncio del
Ángel, con gran gozo y alegría, la Virgen dice “Sí” a la Palabra de Dios que,
de esta manera, se encarna en su seno virginal. De la misma manera, la
Encarnación del Verbo en las culturas humanas por acción de los sacerdotes y
religiosos misioneros, produce un gran gozo, el gozo de saber que Dios “está
con nosotros” y que con Él desaparece toda tiniebla del paganismo.
Segundo Misterio. La Visitación de
María Santísima a su prima Santa Isabel. La Virgen visita a su prima Santa
Isabel y con la Virgen llegan también Jesús y el Espíritu Santo, que es el que
ilumina al Bautista para que sepa que el que viene en el seno de la Virgen es
Dios Hijo y es también quien ilumina a Santa Isabel para que ella sepa que la
Virgen es Madre de Dios. De la misma manera, la Iglesia anuncia, por medio de
los misioneros, que el Verbo se hizo carne y que ha venido para salvarnos e
infundirnos el espíritu de santidad, el Espíritu Santo, que nos quita el pecado
y nos concede la vida de Dios Trinidad.
Tercer Misterio. El Nacimiento de
Nuestro Señor Jesucristo. Jesús, la Palabra de Dios encarnada, nace
milagrosamente del seno de María Virgen, para iluminar nuestro mundo que vive
en tinieblas. De la misma manera, por medio de los sacerdotes y religiosos, la
Palabra de Dios es alumbrada en medio de las naciones y así disipa, con su
fulgor divino, las tinieblas del pecado, de la idolatría y del paganismo.
Cuarto Misterio. La Presentación de
Nuestro Señor en el templo. La Virgen lleva al Niño para consagrarlo a Dios,
tal como lo establecía la ley, según la cual todo primogénito debía ser
consagrado a Dios. Así como la Virgen presenta a Jesús, la Palabra de Dios
encarnada, así la Iglesia presenta al mismo Jesús, Palabra de Dios encarnada, a
los pueblos, para que estos adoren a Jesús Eucaristía como el Único y verdadero
Dios, que ha venido para salvar al mundo de las tinieblas del error y la
ignorancia.
Quinto Misterio. Nuestro Señor
perdido y hallado en el templo. Luego de perder y buscar a Jesús durante tres
días, la Virgen y San José encuentran al Niño en medio del templo, impartiendo
la luz de su sabiduría a los doctores de la ley. De la misma manera, los
sacerdotes enseñan a los fieles que han perdido a Jesús, que lo encontrarán en
medio del templo, en el sagrario, en la Eucaristía, irradiando la luz de su
gracia y de su sabiduría divina a quien se acerque a hacer adoración
eucarística.
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