(Homilía para la IAM)
La
Infancia y Adolescencia Misionera tienen una característica que está definida
por su nombre y es el de la “misión”. Por eso podemos preguntarnos qué significa
la palabra “misión”, para recordar y tener presentes cuáles son los objetivos
de la IAM.
Según la
Real Academia Española, la palabra “misión” significa “Acción
de enviar” y también “Poder, facultad que se da a alguien de ir a desempeñar
algún cometido”[1].
Es decir, el misionero es aquel que “es enviado” y además de ser enviado, recibe
un poder para “desempeñar un cometido”, es decir, para hacer algo.
Los integrantes de la IAM, entonces,
son “enviados para cumplir un encargo”.
¿De qué se trata este envío y este
encargo que tienen los integrantes de la IAM?
Al ser un grupo católico, debemos tener
en cuenta que antes de todo, todos los católicos, desde el Bautismo, somos
enviados y tenemos que cumplir un encargo de parte de Dios. El envío es hacia
el mundo y el encargo a cumplir, como todo bautizado, es el de anunciar la
Buena Noticia de Jesucristo. Este mismo envío lo tienen los integrantes de la
IAM: son niños y adolescentes misioneros, es decir, enviados para cumplir un
encargo. ¿Enviados por quién y para qué? Enviados por Dios Padre, para dar testimonio
de Nuestro Señor Jesucristo, bajo el carisma propio de la IAM.
Entonces, los niños y jóvenes de la
IAM, son enviados con el encargo de anunciar el Evangelio, la Buena Noticia de
Jesucristo. ¿Cuál es esa novedad? La unión con Cristo Eucaristía, en el Amor de
Dios, el Espíritu Santo, para ser llevados por el Espíritu Santo al seno del
Padre.
Para poder cumplir con su misión, el
integrante de la IAM debe primero conocer a Jesucristo, para así amarlo y darlo
a conocer, porque nadie ama lo que no conoce, como dice el dicho. Y este
conocimiento de Jesucristo, se hace por medio de la oración y por la frecuencia
de los sacramentos, por eso los niños y jóvenes de la IAM deben hacer oración y
deben frecuentar los sacramentos, ya que es la única forma de conocer y amar a
Jesucristo.
Por último, el primer lugar en donde
la IAM debe misionar, es en la propia familia: los integrantes de la familia
son los primeros prójimos que tienen que recibir la caridad, el amor, la
paciencia, la humildad, la dulzura, la comprensión, de parte de los niños y
jóvenes de la IAM; luego, eso mismo, lo deben transmitir a todo prójimo. Es decir,
el integrante de la IAM debe entonces, conocer y amar a Jesucristo, que está en
Persona en la Eucaristía y luego transmitir ese amor recibido de parte de Jesús
y comunicarlo, primero a los integrantes de la familia y luego a todo prójimo,
como el prójimo es imagen de Dios y esto quiere decir que, así como tratamos a
nuestro prójimo, como integrantes de la IAM, es así cómo tratamos en realidad a
Dios. Y así, amando a Dios y al prójimo, los integrantes de la IAM cumplirán la
hermosa tarea recibida de Dios y de la Iglesia: anunciar a todo el mundo la
Buena Noticia de Nuestro Señor Jesucristo.
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