Doctrina
¿Qué
prometió Jesucristo al subir a los cielos? Jesucristo,
al subir a los cielos, prometió que nos enviaría el Espíritu
Santo.
¿Quién
es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad,
que procede del Padre y del Hijo.
La
Escritura dice que el Espíritu Santo es “el Espíritu del Padre”
(Mt
10, 20) y es también el “Espíritu del Hijo” (Gál
4, 6). La Iglesia nos enseña en el Credo: “Que procede del Padre y
del Hijo, y que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria”. El Espíritu Santo recibe “la misma adoración y gloria”
que el Padre y el Hijo, por ser Dios como ellos.
El
Espíritu Santo es Dios verdadero, como el Padre y el Hijo. Leer Hech
5, 3-5, donde se dice que “mentir al Espíritu Santo es mentir a
Dios”.
¿Cuándo
envió Jesucristo el Espíritu Santo? Jesucristo
envió el Espíritu Santo a su Iglesia el día de Pentecostés, diez
días después de su Ascensión al cielo.
¿Para
qué envió Jesucristo el Espíritu Santo? Jesucristo
envió el Espíritu Santo para santificar nuestras almas y asistir a
su santa Iglesia.
Explicación
En
esta imagen se representa la venida del Espíritu Santo sobre los
apóstoles, reunidosen oración con María Santísima, en el
Cenáculo de Jerusalén.
A
los diez días de la Ascensión del Señor, estando los apóstoles
con la Virgen María reunidos en oración, se produjo un gran ruido y
bajó sobre ellos el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego,
posándose sobre su cabeza y llenándoles de sabiduría, don de
lenguas y concediéndoles gran valor para la predicación del
Evangelio.
En
la parte superior se ve al Espíritu Santo en forma de paloma
(recordemos que se apareció como paloma en el bautismo de Jesús en
el Jordán); de Él salen rayos (son sus siete dones) de luz en todas
direcciones. Esto sucedió el día de Pentecostés, cincuenta días
después de Pascuas de Resurrección.
En
medio de la imagen está la Virgen, y a su alrededor los apóstoles,
sobre cada uno de los cuales desciende una lengua de fuego,
proveniente del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se representa,
además de como paloma, como fuego, porque es Fuego de Amor divino;
es un fuego que, a diferencia del fuego que conocemos, no produce
dolor, sino gozo, alegría, paz, amor. En una de las apariciones de
la Virgen en Fátima, los tres pastorcitos fueron envueltos en la luz
de Dios, y ellos declararon que “sentían una gran paz y mucha
alegría”.
Práctica:
Rezaré
con frecuencia: “Ven, oh Espíritu Santo, llena los corazones de
tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor”.
Palabra
de Dios: “Recibiréis
el poder del Espíritu Santo y seréis mis testigos en Jerusalén…
y hasta los confines de la tierra” (Hech
1, 8). “Al cumplirse el día de Pentecostés, estando todos (los
apóstoles) en un lugar, se produjo de repente un ruido proveniente
del cielo como el de un viento que sopla impetuosamente, que invadió
toda la casa en que residían. Aparecieron, como divididas, lenguas
de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos
llenos del Espíritu Santo; y comenzaron a hablar en lenguas
extrañas...” (Hech
2, 1-4).
Ejercicios
bíblicos:
Mt
28, 18-19; Gál
5, 22; 1
Cor
6, 9; Jn
15, 26.
Oración
al Espíritu Santo
(de
la Sierva de Dios Francisca Javiera del Valle)
¡Ven,
Santo y Divino Espíritu! ¡Ven como Luz, e ilumínanos a todos! ¡Ven
como fuego y abrasa los corazones, para que todos ardan en amor
divino! Ven, date a conocer a todos, para que todos conozcan al Dios
único verdadero y le amen, pues es la única cosa que existe digna
de ser amada. Ven, Santo y Divino Espíritu, ven como Lengua y
enséñanos a alabar a Dios incesantemente, ven como Nube y cúbrenos
a todos con tu protección y amparo, ven como lluvia copiosa y apaga
en todos el incendio de las pasiones, ven como suave rayo y como sol
que nos caliente, para que se abran en nosotros aquellas virtudes que
Tú mismo plantaste en el día en que fuimos regenerados en las aguas
del bautismo.
Ven como agua vivificadora y apaga con ella la sed de placeres que tienen todos los corazones; ven como Maestro y enseña a todos tus enseñanzas divinas y no nos dejes hasta no haber salido de nuestra ignorancia y rudeza.
Ven y no nos dejes hasta tener en posesión lo que quería darnos tu infinita bondad cuando tanto anhelaba por nuestra existencia.
Condúcenos a la posesión de Dios por amor en esta vida y a la que ha de durar por los siglos sin fin. Amén.
Divina esencia: recibe este DECENARIO que os dedico y que todo sea para provecho de las almas, fin glorioso; pues en ello tenéis Vos vuestra mayor honra y gloria, y porque sois Dios infinito en bondades, os pido, Señor, me deis el consuelo de verte amado de mí y de todas las criaturas, en el tiempo y en la eternidad, y que sea de todos conocido tu Santo y Divino Espíritu.
Ven como agua vivificadora y apaga con ella la sed de placeres que tienen todos los corazones; ven como Maestro y enseña a todos tus enseñanzas divinas y no nos dejes hasta no haber salido de nuestra ignorancia y rudeza.
Ven y no nos dejes hasta tener en posesión lo que quería darnos tu infinita bondad cuando tanto anhelaba por nuestra existencia.
Condúcenos a la posesión de Dios por amor en esta vida y a la que ha de durar por los siglos sin fin. Amén.
Divina esencia: recibe este DECENARIO que os dedico y que todo sea para provecho de las almas, fin glorioso; pues en ello tenéis Vos vuestra mayor honra y gloria, y porque sois Dios infinito en bondades, os pido, Señor, me deis el consuelo de verte amado de mí y de todas las criaturas, en el tiempo y en la eternidad, y que sea de todos conocido tu Santo y Divino Espíritu.
1
Adaptado de El
Catecismo ilustrado,
de P. BENJAMÍN SÁNCHEZ, Apostolado Mariano, Sevilla3
1997.
No hay comentarios:
Publicar un comentario