(Domingo
XVII – TO – Ciclo C – 2013)
Una vez los
amigos de Jesús le pidieron que les enseñara a rezar, porque ellos
no sabían rezar. Entonces Jesús les dijo que cuando rezaran, no lo
hicieran solamente con los labios, sino que la oración tenía que
nacer del amor del corazón; Jesús les enseñó que para poder
rezarle a Dios, tenían que tener amor en el corazón, un amor de
hijos, y que así como un hijo se dirige a su padre no de cualquier
manera, sino con amor, así también había que rezarle a Dios: con
amor de hijos, y por eso había que nombrarlo con un nombre
nuevo, un nombre que nadie le había dado antes a Dios, y era el
nombre de: “Padre”. Jesús nos enseña entonces que para rezar,
antes que mover los labios, hay que mover el corazón con la fuerza
del amor; para rezar, antes que decir palabras, hay que decirle a
Dios desde el corazón: “Te amo, Dios mío, Te amo, Jesús, ven a
mi corazón”.
Otra cosa
que nos enseña Jesús para rezar es que tenemos que rezar con
confianza, sabiendo que Dios es tan pero tan bueno, y tiene
tanto pero tanto amor -su amor es como un océano sin playas, me
decía mi mamá-, que cuando le pedimos algo, Él siempre nos dará
cosas buenas y nada más que cosas buenas; Dios nunca puede darnos
algo malo, porque aunque Él es Todopoderoso y tiene más fuerza que
trillones de ángeles juntos, hay algo que Él no puede hacer, y es
el mal. Dios amás puede hacer el mal, ni tampoco desearlo, ni
siquiera el más pequeñito mal, porque Él es infinitamente bueno;
entonces, cuando rezamos, tenemos que saber que siempre Dios nos dará
cosas buenas, porque si ningún padre de la tierra, cuando un hijo le
pide pan, le da piedra, y cuando le pide un huevo, no le da un
escorpión, mucho menos Dios, que es nuestro Padre del cielo, porque
es un Dios en cuyo Corazón solo hay Amor y más Amor. Y si deja que
algo malo nos pase, es porque por su poder, puede convertir ese
poquitito de mal que deja que nos pase, en un bien inmensamente
grande.
Hay algo
más que nos enseña Jesús es que, cuando recemos, no tenemos que
contentarnos con rezar un día, o dos, o tres: tenemos que rezar con
perseverancia, todos los días, porque si rezar es recibir el
Amor de Dios, para que nuestro corazón se llene de su Amor; si rezar
es que nuestro corazón se llena del Fuego de Dios, que es Amor,
entonces, ¿por qué no rezar más seguido? ¿Acaso no es lo más
lindo del mundo, que nuestro corazón, que es como un carbón, negro,
frío y duro, se convierta, por el fuego del Amor de Dios, en una
brasa ardiente, que se enciende en el Amor divino? ¿No nos gusta que
nuestro corazón sea como un nido de luz y de amor, en donde venga a
descansar la Dulce Paloma divina, el Espíritu Santo, y nos llene de
Dios, que es Amor?
Entonces,
si esto es rezar, ¿qué esperamos para rezar?
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años