(Domingo
VI – TP – Ciclo A - 2014)
En este Evangelio, Jesús nos da una llave con la que
nosotros podemos abrir las puertas del cielo. Es una llave muy especial, con la
cual podemos vivir los Mandamientos con mucha facilidad y viviendo los
Mandamientos con facilidad, entramos fácilmente en el cielo. ¿Cuál es la llave que
nos da Jesús en este Evangelio? La llave que nos da Jesús es el amor, porque
Jesús dice así: “El que me ama,
cumplirá mis mandamientos”. Jesús dice: “el que me ama”; no dice: “el que me
tiene miedo” cumplirá mis mandamientos; tampoco dice: “el que espera una
recompensa” cumplirá mis mandamientos; tampoco dice: “el que quiere el cielo más
que a Mí” cumplirá mis mandamientos; tampoco dice: “el que tiene miedo al
infierno” pero no me quiere a Mí” cumplirá mis mandamientos. Jesús dice: “el que
me ama” cumplirá mis mandamientos. Porque alguien puede cumplir los
mandamientos por temor a un castigo, pero eso no es amar a Jesús, porque cumple
los mandamientos para que no lo castiguen, pero no porque ama a Dios; alguien
puede cumplir los mandamientos porque quiere ganar una recompensa, pero eso no
es amar a Jesús; alguien puede cumplir los mandamientos porque ha oído que el
cielo es un lugar hermoso y que es como una fiesta maravillosa, en el que todo
el mundo está feliz para siempre, y quiere ir ahí, entonces cumple los
mandamientos para merecer el cielo, pero eso no es amar a Jesús, porque eso es
amar más al cielo que a Dios; alguien puede cumplir los mandamientos porque ha
oído que el infierno es un lugar horrible, en donde se sufre mucho y adonde van
los que no cumplen los mandamientos, entonces cumple los mandamientos porque no
quiere ir al infierno, pero no los cumple por amor a Dios, sino por temor al
infierno, y eso no es amar a Dios. Ninguno de estos tiene la llave para ir al
cielo.
El que escucha este Evangelio y lo pone en práctica, ése sí
tiene la llave para entrar en el cielo, porque ese no va a obrar, ni por miedo
al castigo, ni por deseo de recompensa, ni por miedo al infierno, ni por amor
al cielo, sino simplemente, por amor a Dios. El que escucha este Evangelio y lo
entiende, va a amar a Jesús por amarlo, por el solo hecho de ser Él quien es,
Dios de majestad infinita, de hermosura infinita, de bondad infinita, y lo va a
amar sin esperar nada a cambio, y lo va a amar, aun si no hubiera un cielo de
recompensa, y aun si no hubiera un infierno de castigo; lo va a amar por
amarlo, solo por amarlo y nada más que por amarlo, porque es Dios y por ser
Dios, porque es Dios y porque Dios es Amor Puro y merece ser amado y al amarlo,
va a cumplir sus mandamientos, porque el que ama a Dios, no comete ningún
pecado, porque el Amor le impide cometer faltas. Por eso Jesús dice: “El que me
ama, cumplirá mis mandamientos”. El que ama a Dios, se ve libre de toda falta,
de todo pecado, de toda cosa mala, por eso San Agustín decía: “Ama –a Dios- y
haz lo que quieras”. Todavía más, el que ama a Dios, vive siempre en el Bien,
en el Amor, y nada de lo malo lo alcanza, ni siquiera lo roza, porque el Amor
lo protege, lo cuida, lo tiene dentro de sí, como la sangre está dentro del
corazón, y así, el que ama a Dios, está dentro de Dios y Dios está dentro de
él.
“El que me ama, cumplirá mis mandamientos”. El amor a Dios, a Jesús, que es Dios, es
entonces la llave para entrar en el cielo. Y después Jesús promete, para
Pentecostés, el envío del Espíritu Santo, el Amor de Dios, que es como un Fuego
de Amor que nos hace amar todavía más a Dios, pero eso es otra historia.
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