(Domingo
V – TP - 2014)
Jesús en el Evangelio nos dice que Él es tres cosas: Camino,
Verdad y Vida (Jn 14, 1-12).
Jesús es el Camino, el Único Camino, para ir al Cielo, y no
hay otro camino que no sea Jesús. Nadie puede ir al cielo, sino es por el
Camino que es Jesús. Es verdad que no es un camino fácil, porque se trata del
camino de la cruz y además, es un camino en subida y muy estrecho, pero es el
único camino y no hay otro camino que el Camino que es Jesús. En este camino,
Jesús va delante, llevando la cruz, y nosotros lo seguimos por detrás, pero no
estamos solos: con nosotros está la Virgen, que nos ayuda a llevar la cruz y
por eso el camino de la cruz, aunque sea en subida y aunque sea difícil y
largo, se hace fácil y corto, porque la Virgen nos acompaña con su amor
maternal, así como lo acompañó a Jesús en su camino al Calvario y así la cruz
se nos hace mucho más liviana. Jesús es el camino, pero, ¿dónde termina este
camino? El camino de la cruz, por el que nos conduce Jesús, nos lleva a un
lugar es más hermoso que el cielo y que es la Casa de Dios Padre, una casa
enorme, más grande que el cielo, donde hay infinitas habitaciones, en donde
entramos todos los seres humanos. Jesús es el Camino que por la Cruz, nos lleva
a la Casa de su Papá, que es más grande que el cielo y por eso es que Jesús
dice: “Yo Soy el Camino”.
Jesús es la Verdad, y es la única Verdad que tenemos que
saber para poder salvarnos. ¿Cuál es esta Verdad? La que nos enseña la Iglesia
en el Credo: que Dios es Padre Todopoderoso y que Él creó todo con su poder;
que Jesús es Dios Hijo, que se hizo hombre sin dejar de ser Dios; nació de
Santa María Virgen, padeció en tiempos de Poncio Pilato, murió en la cruz,
resucitó el Domingo de Resurrección, subió a los cielos, envió al Espíritu
Santo en Pentecostés, y se quedó en la Eucaristía para estar con nosotros todos
los días, hasta el fin del mundo, y al fin del mundo, vendrá para juzgar a
vivos y muertos; a los buenos les dará como recompensa el cielo, y a los malos,
les dará lo que los malos eligieron, que es el infierno. No hay otra Verdad que
debamos creer, sino esta, y es la única verdad, la Verdad que nos enseña el
Credo de nuestra Santa Iglesia Católica.
Jesús es la Vida, y una vida muy especial, que se llama “eterna”,
porque es la vida de Dios. Solo Dios tiene “Vida eterna”, y como Jesús es Dios,
solo Él tiene “Vida eterna”. Nadie más que Jesús da la “Vida eterna”, y Jesús
da la Vida eterna en la Eucaristía, por eso la Eucaristía se llama “Pan de Vida
eterna”. La Eucaristía no es un pan sin vida, como el pan de mesa, sino que es
un Pan que tiene vida, la vida misma de Dios y como viene del cielo hasta el
altar de la misa, se llama también “Pan Vivo bajado del cielo”. Cuando comulgamos,
no consumimos un pan sin vida, como el pan de mesa, sino que consumimos un Pan
Vivo, un Pan que late con los latidos de un corazón, porque la Eucaristía es el
Sagrado Corazón de Jesús, que late con el Amor de Dios, el Espíritu Santo, y
por eso, cuando comulgamos, recibimos toda la vida de Dios, que es la Vida y
que es Amor al mismo tiempo.
Y todo esto es Jesús en la Eucaristía: Camino, Verdad y
Vida.
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