En esta semana semana que pasó, festejamos los días de los Arcángeles Miguel, Gabriel, y Rafael, y también el día de nuestros Ángeles Custodios, por eso hoy vamos a hablar de los ángeles, principalmente de San Miguel.
La Biblia cuenta que San Miguel peleó en el cielo contra el diablo: “…hubo una lucha en el cielo”, dice la Biblia (cfr. Ap 12, 7-9. ¿Cómo era esta lucha? ¿Vieron cómo pelean los soldados? Bueno, en el cielo era algo así, solo que los que peleaban eran ángeles: San Miguel y los ángeles buenos de un lado, y Lucifer y los ángeles malos, de otro.
Después dice la Biblia: “San Miguel y sus ángeles ganaron, y los echaron a los ángeles malos del cielo. El diablo y sus ángeles cayeron a la tierra (cfr. Ap 12, 9)”.
Quiere decir entonces que San Miguel y sus ángeles les ganaron en el cielo a los ángeles malos, y los echaron del cielo, y como esos ángeles ya no podían estar en el cielo, cayeron a la tierra. Y desde entonces, andan dando vueltas por la tierra. Ya nunca más pueden ir al cielo, porque las alas de los ángeles malos son pesadas y negras, y no les sirven para ir al cielo, en cambio, las alas de los ángeles buenos, son blancas y bien livianitas.
¿Por qué pelearon los ángeles buenos, mandados por San Miguel, y los ángeles malos, que tenían de jefe al diablo? ¿Qué pasó para que se pelearan?
Lo que pasó fue que el diablo, que es muy mentiroso, dijo una mentira: él estaba viendo a Dios, pero después se dio vuelta y ya no quiso más mirar a Dios, y les dijo a los otros ángeles que él era igual a Dios, y que lo tenían que querer a él y no a Dios, porque él era igual y más grande que Dios.
Entonces, San Miguel Arcángel, que quería mucho pero mucho a Dios, y que sabía que eso era mentira, porque nadie puede ser igual a Dios, dijo, con voz muy fuerte: “¿Quién es como Dios? ¡No hay nadie como Dios, y el que diga que es como Dios es un Mentiroso y se tiene que ir del cielo!”. Y el diablo le contestó: “Yo soy el Mentiroso, que dijo eso, y lo vuelvo a decir: ‘Yo soy como Dios, y no quiero servirlo ni lo quiero amar!”.
Y ahí fue que se agarraron a pelear, en medio del cielo, los ángeles buenos, con San Miguel Arcángel a la cabeza, contra los ángeles malos, todos oscuros y con alas como de murciélagos, y con dientes como de león y de tigre. Los ángeles malos querían morder con sus dientes grandes, y rasguñar con sus garras, que eran como las de los osos, a los ángeles buenos, pero los ángeles buenos sabían pelear muy bien, y ninguna sufrió ni siquiera un rasguño, porque tenían escudos fuertes y espadas grandes.
Además, los ángeles malos tenían alas como las de murciélago, grandes, negras, y muy pesadas, y por eso no podían pelear bien, además que no sabían pelear, y así fue como les terminaron ganando a los ángeles malos. Cuando ya estaba terminando la pelea, los ángeles buenos los hicieron caer del cielo a los ángeles malos, y todos cayeron a la tierra, Satanás primero de todos. ¿Vieron cuando va a haber una tormenta, que empiezan a caer rayos del cielo, que se pone todo oscuro, se ve el rayo, que es blanco, y se escucha un trueno? Bueno, así fue la caída del diablo, el ángel malo, y de todos los ángeles malos, desde el cielo: como cuando cae un rayo a la tierra.
Y Jesús, que era Dios y por eso estaba en el cielo, vio cuando el ángel malo cayó, y lo llamó a San Miguel Arcángel y le dijo que tenía un excelente-diez en su libreta de servicio a Dios, porque había peleado muy bien. Y le puso un excelente-diez, y lo nombró como Jefe de todos los ángeles buenos del cielo, y además le dijo lo siguiente: “Arcángel San Miguel, has peleado muy bien en el cielo para defender el Nombre Santo de Dios. Ahora te encargo que vayas a la tierra, y cuides a mis hermanos, los niños y los hombres, y cuando ellos te recen, quedate al lado de ellos, para que el diablo nunca les haga nada malo. Y después, cuando terminen sus días en la tierra, traelos a los niños y a los hombres aquí, al cielo, para que estén Conmigo por toda la eternidad, para siempre”.
Y San Miguel Arcángel le contestó a Jesús: “Será como Tú digas, oh Jesús, Gran Dios, que eras, que eres y que serás. Yo iré a la tierra y me quedaré al lado de los niños y hombres buenos que me llamen, y cuando me llamen, los ayudaré en su lucha contra el diablo, y le voy a ganar al diablo en Tu Nombre, como ya le gané aquí en el cielo. Ahora mismo bajo para recorrer la tierra a Tus órdenes”.
Y desde entonces, San Miguel Arcángel está en la tierra, y viene al lado nuestro, invisible, cuando rezamos esta oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, oh Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo. Amén”.
Aprendamos esta oración y la recemos siempre, para que San Miguel Arcángel venga en nuestra ayuda.