Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

lunes, 24 de enero de 2011

En el cielo, nos alegraremos para siempre al ver a la Virgen y a Jesús


¿Alguien vio alguna vez una foto de cuando nace una estrella?

¿Alguien vio alguna vez la cantidad de colores hermosos que aparecen en el cielo, cuando nace una nueva estrella?

Antes, cuando no había todo lo que hay ahora -naves espaciales, cohetes, telescopios gigantes, filmadoras y cámaras de fotos muy avanzadas-, no se podía saber cómo era cuando una nueva estrella aparecía en el cielo. Pero ahora sí se puede, porque se inventaron muchas cosas, y así los astronautas, subidos en los cohetes, van muy alto, hasta el cielo, cerca de las estrellas, y les sacan fotos, y así se puede ver lo hermoso que es el nacimiento de una estrella.

Gracias a los avances tecnológicos, como la estación espacial, el transbordador, el telescopio espacial Hubble, se han obtenido y se obtienen imágenes hermosísimas, fantásticas, luminosas y llenas de colorido, de la galaxia y del nacimiento de las estrellas.

Cuando alguien ve esto, le pasa algo que se llama "asombro", que es quedarse con la boca abierta, sin saber qué decir, porque la hermosura que visto en la naturaleza lo ha dejado sin palabras.

Si esto sucede con el nacimiento de una estrella en la galaxia; si este nacimiento es una explosión de colores y de majestuosidad; ¿qué es lo que sería ver el nacimiento, no de una estrella del cielo, sino el Nacimiento de la Virgen María, que es llamada "Estrella del Alba," "Lucero de la Nueva Mañana del Día eterno", que anuncia la próxima llegada del Sol de justicia, Jesucristo?

¿Sería alguien capaz de sobrevivir frente al espectáculo de semejante hermosura?

Si una estrella común y corriente deja estupefactos de admiración a quien lo contempla; ¿qué sucederá con quienes contemplen el nacimiento de la Virgen, Estrella Luciente y Llena de gracia, del seno de Dios Padre? Si alguien pudiera ver el Nacimiento de la Virgen, con toda seguridad, se quedaría mudo del asombro y de la alegría.

Sin embargo, si el sólo hecho de considerar estas cosas admirables, aún sin tener el privilegio de poder mirarlas tal como son, llenan de admiración, hay cosas todavía más esplendorosas y magníficas.

Hay otro espectáculo todavía más hermoso, y que nunca pasó en la Naturaleza: jamás, desde una estrella -brillante, luciente, con todo su luminoso esplendor-, surgió ni podrá surgir un sol, pero esto, que es imposible que pase en el universo que vemos, que es el universode los planetas, pasa en el mundo de los cielos invisibles, por el poder de Dios Padre.

Lo que no puede pasar en el universo que podemos ver, pasa en el universo invisible, en el que no podemos ver: de una Estrella, la Virgen María, surge un Sol esplendoroso, el Sol de justicia, Jesucristo.

De una Estrella surge el Sol; el Sol pasa a través de la Estrella del Alba, sin dañarla, dejando estupefactos de amor y de admiración a los ángeles y a los santos, testigos del prodigio.

Y ese Sol Naciente, que brota de la Estrella, se encarna en un Pan, que se encuentra en el altar, y desde ese Pan, ingresa en las almas, en los corazones humanos, para iluminarlos con su luz, para alumbrarlas con su calor en el frío invierno de la existencia humana, para darles el Amor de su Corazón de Hombre-Dios.

¿Alguien vio alguna vez cuando nace una estrella? ¿Alguien vio alguna vez a la Virgen María, más hermosa que todas las estrellas juntas?

Cuando estemos en el cielo, vamos a ver a la Virgen y a Jesús, y habrá alegría en nuestros corazones para siempre, para siempre.

lunes, 3 de enero de 2011

Los Reyes Magos visitan al Niño Dios para adorarlo


Cuando nació Jesús, muchos se alegraron de su Nacimiento, y fueron a visitarlo, porque querían conocerlo, y entre los que lo fueron a ver, estaban los pastores, y también los Reyes Magos.

¿Cómo fue que se enteraron que Jesús había nacido? ¿Quién les avisó a los pastores y a los Reyes que había nacido Jesús? Los que les avisaron que Jesús había nacido, fueron los ángeles y una estrella: a los pastores, le avisaron los ángeles, y a los Magos, una estrella.

¿Cómo eran los Reyes Magos? Los Reyes Magos venían de lejos, y venían en camellos. Tenían turbantes, joyas, y ropas y capas grandes y finas, porque eran gente muy importante, pero no porque tuvieran dinero, sino porque el Niño había nacido para ellos. Lo que hacía que ellos fueran gente importante no eran las cosas que poseían, sino que Dios Padre los amaba tanto, que para ellos les mandó a su Hijo a nacer en un Pesebre. Y entonces también nosotros somos importantes, porque también para nosotros nació el Niño Dios.

Los Magos, que siempre leían la Palabra de Dios, sabían que la señal de que iba a nacer el Salvador, era cuando apareciera una estrella en el cielo, y por eso siempre miraban al cielo, buscando esa estrella: si la veían, eso quería decir que había nacido el Mesías. Por eso, cuando nació Jesús, y vieron la estrella que Dios Padre había encendido en el cielo, prepararon todo para el viaje, pusieron en sus alforjas los regalos para el Niño Dios, se subieron a los camellos, y comenzaron a viajar. Miraban siempre al cielo, y caminaban siempre detrás de la estrella, con mucha alegría en el corazón, porque sabían que iban a conocer a su Salvador.

¿Y cómo fue que apareció la estrella en el cielo? Fue Dios Padre quien encendió la estrella, y la colocó encima de Belén. ¿Vieron como cuando mamá o papá encienden una vela en la noche, y llevan de un lugar para otro? Bueno, así, algo parecido, hizo Dios Padre con la estrella de Belén. ¿Y por qué usó una estrella? Porque el que iba a nacer era su Hijo, y como Él amaba mucho a su Hijo, quiso que el lugar de su Nacimiento estuviera alumbrado nada menos que por una estrella.

Al final, Dios Padre detuvo la estrella en Belén, y entonces los Magos supieron que ése era el lugar donde estaba el Niño, y se fueron despacito en los camellos, hasta que llegaron a Belén. Ahí encontraron a Jesús, que estaba recién nacido, envuelto en pañales, y la Virgen María lo tenía en sus brazos.

Apenas lo vieron, se alegraron mucho, y bajaron de sus camellos, y comenzaron a sacar todo lo que habían traído de sus alforjas: oro, incienso y mirra, para dárselos a Jesús como regalo. Y entonces nos podemos preguntar: ¿por qué los Magos le trajeron estos regalos a Jesús, en vez de traerle juguetes? Los Magos le trajeron estos regalos –oro, incienso y mirra-, en vez de juguetes, porque ellos sabían que Jesús no era un niño como todos los demás; ellos sabían que Jesús era Dios Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad, que había venido a este mundo envuelto en el cuerpo de un niño, y por eso, porque sabían que el Niño era Dios, le traían al Niño Dios regalos que sólo se hacen a Dios. A nadie más que a Dios se le hacían esos regalos, y como los Magos sabían que Jesús era Dios, por eso le hicieron esos regalos.

El Niño Jesús se alegró mucho por los regalos, pero más se alegró por los Magos, porque los Magos eran humildes y sencillos, a pesar de ser muy importantes. El Niño recibió los regalos, pero al mismo tiempo, Él les dio un regalo mucho, mucho más grande que el oro, el incienso y la mirra: les dio el Amor de Dios. Y es que para eso vino el Niño Dios: para regalarnos el amor de Dios, y ese regalo del Niño lo recibe todo aquél que se acerca con amor al Pesebre.

Seamos entonces como los Reyes Magos, nos acerquemos al Niño Dios, que está en el Pesebre, en brazos de la Virgen, con mucha alegría, y le hagamos también nosotros nuestro regalo. Pero como no tenemos oro, porque cuesta caro, y como tampoco tenemos incienso ni mirra, le podemos regalar otras cosas: en vez de oro, nuestras obras buenas; en vez de incienso, la oración de todos los días; en vez de mirra, el cuerpo y el alma puros.

Y Dios Niño, desde el Pesebre, desde los brazos de la Virgen, sonreirá, abrirá sus brazos con mucho amor, y nos dará el Amor de Dios Padre, para llevarnos a la vida eterna.