(Ciclo
B – 2017 – 2018)
¿Cómo fue el Nacimiento de Jesús? No fue un nacimiento
común, porque el Niño de Belén no era un niño más entre tantos: era Dios, y
como Dios, su nacimiento debía ser especial, como fue especial su Encarnación y
Concepción. Jesús fue concebido por el Espíritu Santo, el Amor de Dios, que fue
el que lo llevó desde el Cielo, el seno de su Eterno Padre, en donde vivía, a
ese Cielo en la tierra que eran el Corazón y el vientre de María. Es decir, su
concepción fue purísima, inmaculada, fue un milagro, porque fue obra del
Espíritu Santo. Y también su Nacimiento fue purísimo, inmaculado y un milagro,
porque también fue obra del Espíritu Santo. ¿Cómo fue su Nacimiento en el
Portal de Belén? Dicen los Padres de la Iglesia que fue como el rayo de sol
cuando atraviesa un cristal: así como el rayo de sol deja intacto el cristal
antes, durante y después de atravesarlo, así también Jesús, que es el Sol de
justicia en sí mismo, salió del seno virgen de María como un rayo de sol,
dejando intacta a la Virgen antes, durante y después del parto y es por esa
razón que la Virgen continúa siendo Virgen y lo continuará siendo por los
siglos sin fin.
Para darnos una idea de cómo fue el Nacimiento de Jesús,
imaginemos la siguiente escena: la Virgen está de rodillas, en medio del Portal
de Belén, en posición de rezar, con las manos juntas, en el pecho, y la cabeza
inclinada; San José está también de rodillas y rezando; incluso hasta el buey y
el burrito, que eran los que habitaban el Portal, estaban con sus patas
delanteras dobladas, como si estuvieran arrodillados, mirando en dirección de
la Virgen, en cuyo interior todavía estaba Jesús; afuera, está todo oscuro, porque
ha caído la noche. En un momento determinado, la Virgen, que está en silencio,
contemplando y adorando el misterio de su Hijo que es Dios, comienza a
iluminarse, con una luz que sale de la parte superior de su abdomen; esta luz
dorada ilumina todo su cuerpo, pero luego se concentra y se hace más fuerte a
la altura de la parte superior de su abdomen. No solo la Virgen, sino también
San José, el buey y el burrito, y todo el Portal de Belén, quedan envueltos por
esa hermosísima luz dorada que brota del interior de María Virgen. La luz se
hace cada vez más intensa, más brillante, y resplandece tanto, que parece que
hubiera en el vientre de la Virgen miles de millones de soles juntos; toda la
luz que se concentra en la Virgen, sale lentamente, en forma de un rayo de luz,
como la luz del sol, y es tan resplandeciente y hermosa esa luz, que el que la
ve, no quiere ver nada que no sea esa luz, porque esa luz, que es la gloria de
Dios, no deja ciego a nadie y además llena al alma de paz y al corazón del Amor
y de la Alegría de Dios. El rayo de luz termina por salir de María, y mientras
el cuerpo purísimo de la Virgen vuelve a la normalidad, el rayo de luz, que ya
ha salido de María, se convierte en el Niño Dios, que es recibido por unos
ángeles y luego entregado a la Virgen, la cual lo recibe con todo el amor de
Dios, lo estrecha contra su Corazón Inmaculado y comienza a vestirlo y a
alimentarlo, mientras San José continúa con la tarea de preparar el fuego, que
había interrumpido por el Nacimiento.
Por último, ¿para qué vino el Niño Dios? Vino para "destruir las obras del Diablo", como dice la Escritura, y también para quitar nuestros pecados y para vencer a la muerte, con su sacrificio en Cruz. Pero sobre todo, vino para darnos su Amor, el Amor infinito y Eterno de su Sagrado Corazón, porque Él no tenía ninguna obligación de salvarnos. El Niño Dios vino por amor y para darnos su Amor y es por eso que debemos recibirlo con amor en Navidad, por eso que dice el dicho: "Amor con amor se paga".
Por último, ¿para qué vino el Niño Dios? Vino para "destruir las obras del Diablo", como dice la Escritura, y también para quitar nuestros pecados y para vencer a la muerte, con su sacrificio en Cruz. Pero sobre todo, vino para darnos su Amor, el Amor infinito y Eterno de su Sagrado Corazón, porque Él no tenía ninguna obligación de salvarnos. El Niño Dios vino por amor y para darnos su Amor y es por eso que debemos recibirlo con amor en Navidad, por eso que dice el dicho: "Amor con amor se paga".
Así fue entonces el Nacimiento del Niño Dios y eso es lo que
recordamos en la Misa y, por la Misa, se hace Presente, misteriosamente, sobre
el altar. Que nuestros corazones sean como el Portal de Belén, para que en
ellos también nazca el Niño Dios y nos colme con su luz, que es la gloria de
Dios, y nos comunique su Vida divina, su Amor y su Paz.