Primer Misterio de dolor:
La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos (Lc 22, 39-44). En el Huerto
de los Olivos, Jesús ve cómo nuestros pecados serán los que le harán sufrir la
Pasión y ve también cómo su sacrificio será en vano para muchos, porque no lo
aceptarán como a su Salvador. Sin embargo, pide que se haga la voluntad del
Padre y no la suya: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se
haga mi voluntad, sino la tuya”. ¡Virgen
Santísima, Nuestra Señora de la Eucaristía, concédenos amar siempre y en todo
momento la divina voluntad y que, detestando el pecado, vivamos siempre en
gracia de Dios!
Un Padrenuestro, diez Avemarías y
un Gloria.
Segundo
Misterio de dolor:
La flagelación del Señor (Mt 27, 22; Mc 15, 15).
Jesús es condenado a muerte, siendo inocente, y siendo también inocente, es
condenado a recibir golpes de látigo que lastiman su piel y su cuerpo y hacen
salir ríos de Sangre Preciosísima. Con esa Sangre lava mis pecados, sobre todo
los pecados de impureza. ¡Oh Madre de
Dios y Madre mía, haz que yo sea puro de cuerpo y alma, para que en mí habite
Jesús!
Un Padrenuestro, diez Avemarías y
un Gloria.
Tercer
Misterio de dolor:
La coronación de espinas (Mc 15, 16-18). Para burlarse de
Jesús, los soldados le colocan una tela color púrpura y trenzan una corona de
duras, gruesas y filosas espinas, diciéndole burlonamente: “¡Salve, Rey de los
judíos!”. Jesús se deja coronar de espinas para expiar mis pecados de
pensamientos y se deja humillar, para expiar mi soberbia y vanidad. ¡Madre de Dios y Madre de mía, que yo
siempre tenga los pensamientos santos y puros de Jesús y que mi corazón no se
deje llevar por la soberbia y la vanidad, y que sea manso y humilde como el Sagrado
Corazón!
Un Padrenuestro, diez Avemarías y
un Gloria.
Cuarto
Misterio de dolor:
Jesús con la cruz a cuestas (Jn 19, 16-18). Jesús abraza la
Cruz, que es muy pesada y le provoca mucho dolor en sus hombros fatigados,
porque el peso de la Cruz hace que en su hombro se abra una gran herida, de la
cual brota mucha sangre. Lo que hace pesada a la Cruz, no es el madero, sino
mis pecados. ¡Nuestra Señora de los
Dolores, haz que yo prefiera morir antes que pecar, para no provocarle tantos
dolores a Jesús!
Un Padrenuestro, diez Avemarías y
un Gloria.
Quinto
Misterio de dolor:
Jesús muere en la cruz (Jn 19, 26-27; Lc 23, 44-46).
Al pie de la Cruz, mientras Jesús agoniza a causa de mis pecados, la Virgen
Santísima lo acompaña y así Jesús ve suavizados sus dolores, al saber que su
Madre está con Él. ¡Virgen Santísima,
acompáñame tú por el Camino del Calvario, y dame de tus lágrimas, para poder
llorar mis pecados!
Un Padrenuestro, diez Avemarías y
un Gloria.