Los padres de familia deben
tomar conciencia de la importancia literalmente vital de la Catequesis para la vida
espiritual de sus hijos. Así como se preocupan por la alimentación del cuerpo,
porque es obvio que si no comen se desnutren y mueren por inanición, así también
el alma debe alimentarse, de lo contrario, muere por hambre de Dios. El
alimento del alma es la Palabra de Dios, que está en la Biblia, para ser leída
y está en la Eucaristía, para ser consumida. Si un alma no se alimenta de la
Palabra de Dios, irremediablemente muere. Los Padres de familia deben ser
conscientes de que sus hijos tienen hambre, no solo corporal, sino espiritual, aun
cuando no la expresen verbalmente. Es muy importante que acompañen a los hijos
con sus tareas de Catecismo, así como los acompañan con las tareas de la
escuela, para que les expliquen lo que no entiendan o acudan a quien está
capacitado para buscar respuestas, ya sea el catequista o el sacerdote.
Los Padres deben acompañar a
sus hijos a la Santa Misa dominical, que es la Misa de precepto. La Misa para
niños es a las 10.00, aunque pueden asistir a cualquier otro horario. Lo importante
es que acudan con ellos a la Santa Misa y sobre todo es importante que vean a
la Santa Misa como un encuentro personal con Jesús Eucaristía y como lo que es,
la renovación incruenta del Santo Sacrificio del Calvario. Asistir a la Misa
dominical debe ser la primera y más importante ocupación no solo del Domingo,
sino de toda la semana. Los Padres deben también construir un pequeño altar,
con un crucifijo, una imagen de la Virgen, de San Miguel Arcángel y de los
santos a los que más devoción se les tenga y reunirse, al menos una vez a la
semana, alrededor de este altar casero, para rezar todos juntos en familia.
Los Padres deben tomar conciencia que si no satisfacen esa
hambre espiritual que sus hijos tienen, con la Palabra de Dios y los
sacramentos, la satisfarán con el ocultismo, que hoy está más activo que nunca.
En casi todos los programas de televisión y en las películas de cine y en
internet, se presentan a la magia, a los duendes, a las hadas, como algo bueno,
cuando en realidad son obra y tarea del Demonio. Un ejemplo clarísimo de cómo
se enseña ocultismo a los niños son las películas de Harry Potter, pero hay
decenas y decenas de programas destinados a niños y adolescentes cuyo contenido
es claramente esotérico y satánico, disfrazándolos a estos como algo bueno e
inocente.
Los niños juegan con juegos
satánicos como por ejemplo el Charly-Charly, el juego de la copa, el Mono
espacial, el Juego de la muerte. Son juegos para nada inocentes; son diabólicos
y traen todo tipo de cosas malas, que pueden terminar incluso con el suicidio
de los niños y adolescentes. Estos juegos no tienen nada de inocente ni de
bueno y son, en la práctica, una forma encubierta de espiritismo, nigromancia e
invocación directa al demonio, que entra en las vidas de los niños y de las
familias, así como un ladrón entra cuando se le deja abierta la puerta de casa.
Los Padres deben vigilar y estar atentos y advertir a sus hijos que JAMÁS deben
jugar a estos juegos, ya que son una invitación al demonio para que entre en
sus vidas. Deben, por el contrario, enseñarles a acudir al Ángel de la Guarda,
a San Miguel Arcángel, a la Virgen y a Nuestro Señor Jesucristo. Deben
enseñarles también a huir de los lugares en donde haya alguna imagen del
Gauchito Gil, de la Difunta Correa o de San La Muerte, ya que son servidores
del Demonio y en el caso de San La Muerte, es el Demonio en persona.
Otro aspecto a tener en
cuenta es el ESI o Educación Sexual Integral, un programa de educación
elaborado por el Ministerio de Educación según el cual los niños serán sustraídos
de la esfera de educación de los padres, para ser introducidos en esta nefasta
ideología que llama “bueno” a toda clase de perversión moral y sexual. Si los
Padres no educan a los hijos según la doctrina moral de la Iglesia, los niños y
adolescentes inevitablemente serán arrastrados por esta corriente de
inmoralidad y será muy difícil o casi imposible que vuelvan a la visión
correcta de la sexualidad y de la vida.