Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud
viernes, 25 de noviembre de 2011
El Adviento explicado para Niños y Adolescentes (I)
sábado, 19 de noviembre de 2011
Jesús es Rey, en la Cruz y en la Eucaristía
Jesús es Rey, porque Él mismo se lo dijo a Pilatos: “Yo Soy Rey”. Pero es un rey distinto a los reyes de la tierra.
A los reyes de la tierra les dan una corona de oro y plata, con muchas piedras preciosas, como rubíes, diamantes, zafiros, esmeraldas.
A Jesús, en cambio, le dan una corona de gruesas y duras de espinas, que le provocan mucho dolor, y hacen que su cabeza y su rostro se llenen de sangre. Y Jesús recibe la corona de espinas, para reparar por nuestros malos pensamientos.
A los reyes de la tierra, cuando los nombran reyes, les visten con vestimentas de seda roja y púrpura, bordados con hilos de oro.
A Jesús, Rey del cielo, le quitan la túnica que llevaba, empapada en su sangre y llena de tierra y barro, y lo dejan vestido con una túnica roja, sí, pero no de seda, sino formada por su propia sangre. Y Jesús se viste con su propia sangre, para expiar los pecados de impureza de los hombres.
A los reyes de la tierra les dan guantes de seda y anillos de oro fino para sus manos.
A Jesús, Rey de los hombres y de los ángeles, le dan para sus manos dos clavos de hierro, que le provocan muchísimo dolor y le hacen salir mucha sangre. Y Jesús se deja clavar las manos, para reparar por todas las cosas malas que hacen los hombres con sus manos.
A los reyes los calzan con fines calzados.
A Jesús, Rey del universo, le quitan sus sandalias, y atraviesan sus pies con un grueso clavo de hierro. Jesús se deja atravesar los pies, para reparar por todos los pasos malos dados por los hombres, y por todas las veces que nos dirigimos en dirección contraria a
Los reyes de la tierra, aunque poseen muchos bienes, siempre quieren más y más, y por eso tratan a los demás de modo despectivo y con dureza de corazón.
Por el contrario Jesús, Rey de los hombres y de los ángeles, Rey que reina en
Jesús, Rey de cielos y tierra, quiere llevarnos a todos al cielo, para que vivamos para siempre en la feliz eternidad, en la compañía de su Papá, del Espíritu Santo, de su Mamá,
viernes, 11 de noviembre de 2011
Santa Misa de Primeras Comuniones
¿A qué podemos comparar la Primera Comunión?
A la visita de un ser muy querido, al cual hace mucho tiempo que no vemos. Puede ser, por ejemplo, papá, mamá, algún hermano, algún abuelo, primo, tío, o algún amigo, que regresan luego de un viaje que ha durado mucho tiempo, y viene de un lugar muy lejano y muy lindo.
Pensemos en el ser más querido de nuestras vidas, pero para nuestra historia, nos quedemos con la imagen de un querido amigo. Viene a nuestro encuentro, y aunque no hemos visto nada, nos han dicho que nos trae regalos hermosísimos del lugar donde estuvo, y los que han visto los regalos que nos trae, se han quedado sorprendidos, y tan sorprendidos, que nos dicen: “¡No vas a poder creer cuántos regalos te trae, y cuando los veas, no vas a poder decir ni una palabra, de tan contento que vas a estar!”. Estamos ansiosos por los regalos que nos trae, pero más lo estamos por su presencia, porque nos quiere tanto este ser, que su sola presencia es ya un regalo.
Con esta expectativa, nos apuramos por arreglar la casa, nuestra habitación, y también nos preocupamos por estar limpios y perfumados, con la ropa impecable y los zapatos brillantes, para cuando llegue.
¿Qué pasa cuando llega?
Pueden pasar dos cosas.
La primera es que, cuando llega, lo recibimos fríamente, apenas le decimos “hola”, lo hacemos pasar, le decimos que se siente, y que nos espere, que ya venimos. Nos vamos, y en vez de estar con él y decirle que lo extrañábamos, lo dejamos solo y nos ponemos a jugar con los juegos de la computadora, o salimos por la ventana a jugar al fútbol con otros amigos, o nos quedamos viendo televisión.
Luego de pasado un tiempo largo, nuestro querido, que venía con la ilusión de dejarnos muchísimos regalos, tantos, que no iba a haber lugar en toda la casa, se retira, desilusionado y triste, llevándose todo lo que había traído.
Esto es lo que pasa con
Jesús es ese gran amigo, que viene de muy lejos, viene del Cielo, donde vive para siempre junto a su Padre Dios, y junto al Espíritu Santo, y cuando viene por la comunión, nos trae algo más valioso que miles de millones de regalos: nos trae su gracia, que es la vida de Dios, algo que vale más que todo el universo y que todos los ángeles juntos.
En cada Comunión, Jesús nos hace el regalo de su gracia divina, y todavía más que eso: nos regala su Corazón, que late en
Jesús no se contenta con dejarnos el gran regalo de la gracia: nos regala su mismo Corazón, para que nos deleitemos y nos alegremos con él, para que nos sumerjamos en el océano infinito de Amor que hay dentro suyo.
Pero Jesús se pone muy triste cuando ve que, al recibirlo, en vez de alegrarnos por su Presencia en nuestra alma, en vez de hacer actos de amor y de adoración a Él que por
Lo otro que puede pasar, cuando viene Jesús a nuestra alma, es que lo recibamos con alegría, y para poder escuchar su Voz, que nos dice cuánto nos ama, hacemos silencio, cerramos los ojos, nos olvidamos de todo lo que nos rodea, incluso de nuestros papás, de nuestros hermanos, y hasta de nosotros mismos, y nos concentramos en
Desde ahí, le decimos que lo amamos, y que queremos recibir los infinitos tesoros de gracia divina que están en su Corazón; le decimos que queremos sacar de su Corazón tantos tesoros como nos sea posible, para nosotros y para los demás; le decimos que, ya que hemos recibido de Él en
Cada uno puede elegir cómo es su Comunión, no solo
Cerremos los ojos del cuerpo, y abramos las puertas del corazón a Jesús que viene en
sábado, 5 de noviembre de 2011
La Comunión Reparadora de los cinco primeros sábados de mes
¿En qué consiste la comunión reparadora de los cinco primeros sábados de mes?
Como sabemos,
Si bien las apariciones finalizaron en ese mismo año, no terminaron ahí, pues
Así fue como
Poniéndole la mano en el hombro, le mostró un corazón rodeado de espinas, que tenía en la otra mano. El Niño Jesús, señalándolo, le dijo a
¿Qué representan estas espinas que hieren el Corazón de
Pero hay otra cosa que representan las espinas: todos aquellos que, sabiendo qué es lo que le pasa a
Después que Jesús le dijo esto, le habló
Luego, en otra aparición, Jesús le dijo que la confesión podía ser hecha dentro de los ocho días, e incluso muchos días más, pero que, en el momento de recibirlo a Él en la comunión, se debía estar en gracia. Ante la pregunta de Sor Lucía sobre los días de confesión, Jesús dijo: “Sí, puede ser, y hasta de muchos días más, con tal de que cuando me reciban estén en gracia y tengan la intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María”.
En esa misma aparición,
Y en la vigilia del 29 al 30 de mayo de 1930, Nuestro Señor, hablando interiormente a
Esto quiere decir que para cumplir el pedido de
Es como si un hijo le dijera a su mamá que llora por la ingratitud de otro hijo: “No te preocupes, mamá, ya no llores, yo te doy mi amor, por todo el amor que no te dan otros”.
La devoción de
viernes, 4 de noviembre de 2011
La comunión y la confesión reparadoras de los Primeros Viernes de mes
Cuando Jesús se le apareció a Santa Margarita, le dijo que había sufrido mucho en su Pasión, a causa del abandono de sus discípulos, y que ahora también lo dejaban solo en el Sagrario, y le pidió que al menos ella no lo dejara solo, y que confesara y comulgara los Primeros nueve Viernes de mes.
Recordemos la Pasión de Jesús, para darnos cuenta de que también nosotros debemos hacer como Margarita María: confesar y comulgar los Primeros nueve Viernes de mes, para reparar por los que no lo hacen.
Jesús acaba de ser coronado de espinas y flagelado. Su rostro está todo cubierto de sangre, de polvo, de salivazos. Su cabello está todo mojado con su sangre y también con su sudor, además de estar mezclado con tierra, de modo que parece un pegote sucio.
Está temblando de frío, porque cuando lo llevaban desde el Huerto de los Olivos se cayó en el torrente Cedrón y se cubrió de lodo y fango, quedando tirado en medio del agua helada, pero además tiene frío porque ha perdido mucha sangre, y como la sangre es lo que da calor al cuerpo, su cuerpo tiembla de frío. Pero al mismo tiempo, tiene fiebre, porque ha recibido muchos golpes y latigazos, y eso da fiebre. También tiene sed, por el mismo motivo. No come nada desde la noche del Jueves Santo, cuando comió cordero asado en la Última Cena, y por eso también tiene hambre. Su Cuerpo está todo cubierto de heridas, tantas, que parece que no hubiera ni un poco de piel sana. Toda su espalda está en carne viva, y también sus brazos y sus piernas. Lleva puesto un manto púrpura, que se le ha pegado a la espalda sin piel; además, el manto está sucio, y eso le aumenta el dolor y la inflamación.
Jesús busca, con su mirada, a sus discípulos, pensando que alguno de ellos lo va a venir a ayudar, va a venir a salir en su defensa, pero ninguno aparece. Encima de todo, su Mamá,
Jesús se siente apenado porque no solo ninguno de sus discípulos aparece, sino porque Pedro, que había sido nombrado Papa por Jesús, y al que le había dado toda su amistad, porque lo había llamado “amigo” en la Última Cena, al igual que a los demás Apóstoles, lo traiciona, porque niega conocerlo delante de los demás. Aunque luego se arrepentirá y remediará su error, Pedro ahora se comporta como un cobarde, negando conocer a Jesús, y eso le provoca a Jesús un dolor más grande todavía en su Sagrado Corazón.
Todo lo que pasó en
Cualquier distracción es mejor que venir a adorar a Jesús en
Jesús sufrió en
Para reparar por tanta indiferencia, por tanta ingratitud, y por tanto desamor a Jesús en
Y si lo recibimos los Primeros Viernes de mes, con la intención de reparar por todas las ingratitudes e indiferencias, dándole a Jesús todo nuestro amor, Jesús nos dará un premio que ni siquiera podemos imaginarnos, como se lo prometió a Santa Margarita: “Un viernes, en la sagrada comunión, me dijo estas Palabras: “Te prometo, en la excesiva Misericordia de Mi Corazón, que Su Amor Omnipotente concederá a todos los que comulguen Nueve Primeros Viernes de mes seguidos,
jueves, 3 de noviembre de 2011
Hora Santa para NACER
Escuchemos a Jesús que nos habla:
Los espero en
Vengan a Mí, porque quiero vestirlos de gala, adornándolos con mis joyas preciosas, vistiéndolos con sayal porque sois mis Hijos amados, hijos que sí me saben descubrir en
Desde
Supliquen a mi Madre para que encienda en sus corazones su Llama de Amor vivo, y déjenla arder para que se consuman como cirios prendidos en el Sagrario, cirios que se transformarán en lámparas del Amor divino, lámparas que no cesarán jamás de alumbrar en toda
Querido Jesús Eucaristía:
Nos postramos ante tu humilde Presencia en
Estamos aquí, querido y amado Jesús, con los ojos del alma bien abiertos, para verte, con la luz de la fe, Presente en
Háblanos al corazón, muéstranos los inmensos tesoros de tu Amor, danos la sublime Sabiduría que no se encuentra en los libros de la tierra, porque viene del cielo, viene de Ti.
Tú serenas nuestro espíritu, porque eres el Hijo de Dios, que calmó la tempestad, mientras los discípulos estaban inquietos en altamar.
Tú nos haces gustar un pedacito de Cielo, Cielo en el cual nos gozamos, nos alegramos, nos deleitamos.
Venimos ante Ti, para orar y reparar, para así mitigar un poco las ofensas, los agravios, las indiferencias y los ultrajes que sufre tu Sagrado Corazón Eucarístico y el Inmaculado Corazón de María.
Venimos a orar y reparar, para que cese el pecado en el mundo, para que todos los hombres vuelvan a Dios.
Oramos y reparamos para que todas las fuerzas del mal, que se manifiestan por la televisión, Internet, la música, el cine, y los espectáculos indecentes, sean aniquiladas, para que todas las criaturas cierren las puertas de sus corazones a las seducciones del demonio.
Oramos y reparamos porque muchas almas mueren en pecado mortal, recibiendo de esa manera el justo pago por sus malas acciones, y pedimos que ninguno más muera en pecado mortal, por los méritos de tu Pasión, y por los dolores de tu Madre, María Santísima.
Oramos y reparamos porque Tú eres nuestro Dios, un Dios de amor infinito, como un océano sin playas, y eterno, que sobrepasa todo tiempo y continúa por los siglos sin fin, y a pesar de que Tú eres el Amor de los amores, pocos, muy pocos, son los que te aman “en espíritu y en verdad”.
Oramos y reparamos porque muchos profanan tu Presencia Eucarística con irreverencias, y no escuchan tu dulce Voz, porque se entretienen con conversaciones inútiles y superficiales, cuando no directamente malas y pecaminosas.
Oramos y reparamos, porque hoy muchos niños y jóvenes, en vez de venir a adorarte, a bendecirte, a alabarte en
Oramos y reparamos porque muchos niños y jóvenes, en vez de venir el Domingo a recibirte en
Jesús, Dios del Amor, Dios del Sagrario, Dios de
Virgen Santísima, tú que fuiste el Primer Sagrario y Sagrario viviente, que albergó en su seno purísimo a Jesús, Pan de Vida eterna, enciende en nuestros corazones y en los de nuestros seres queridos, tu Llama de Amor Vivo, para que se conviertan también en otros tantos sagrarios que custodien, con amor y adoración, a Jesús Eucaristía.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Sea por siempre bendito y alabado el Santísimo Sacramento del altar.
(Adaptado del libro: “Apostolado de Reparación”, de Agustín del Divino Corazón)