(Homilía para niños de Primera Comunión)
En el mundo del espíritu, Jesús es como un sol; de hecho, es
llamado “Sol de justicia”. ¿Por qué Jesús es llamado “Sol de justicia”? Porque
así como el sol de nuestra galaxia emite luz, calor y vida –si no hay sol, no
hay vida en nuestro planeta-, así también Jesús, al ser Dios, emite luz, calor
y vida, pero la diferencia es que se trata de la luz de Dios –Él es “Luz de Luz”
y por eso dice de sí “Yo Soy la luz del mundo”-, del calor del Amor de Dios –Él
junto al Padre nos donan el Espíritu Santo, el Divino Amor-, y la vida de Dios –Él
es la Vida Increada-. A su vez, nosotros somos como los planetas, porque
nuestras vidas giran alrededor suyo, así como los planetas giran alrededor del
sol. Pero, a diferencia de los planetas, que no pueden moverse de las órbitas
en los que Dios Creador los puso, nosotros tenemos libertad y por eso podemos
acercarnos o alejarnos a voluntad de ese Sol de justicia que es Jesús y que
está en la Eucaristía y en la Cruz. Si nos acercamos a la Eucaristía y a la
Cruz, recibiremos de Jesús todo lo que Jesús es y tiene para darnos: la luz de
Dios, el Amor de Dios y la vida de Dios. Si nos alejamos de Jesús Eucaristía –dejamos
la Confesión Sacramental y la Comunión Eucarística-, nos pasará lo que les pasa
a los planetas que están más lejos del sol: no reciben luz, y por están a
oscuras; no reciben calor, y por eso hacen temperaturas bajo cero en todo
momento; no reciben vida, y por eso son planetas inertes, sin vida. Así nos va
a suceder espiritualmente, si nos alejamos de Jesús Eucaristía: no vamos a
tener la luz de Jesús, no vamos a tener su amor y tampoco su vida divina. No cometan
el error de muchos niños de su edad, que eligen ser planetas oscuros, fríos y
sin vida, porque se alejan –muchos, para siempre- del Sol de justicia, que es
Jesús. Confiesen y comulguen con frecuencia, y tendrán la Luz, el Amor, la Vida
de Jesús, en sus corazones, en esta vida y en la otra.
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