En este domingo festejamos el día que Jesús subió a la Casa
de su Papá. Jesús había prometido a sus amigos que después de morir en la Cruz,
iba a resucitar al tercer día, y que luego iba a subir al cielo, a la Casa de
su Papá, para prepararles habitaciones para ellos, para que ellos estuvieran
ahí donde iba a estar Él.
La Casa de su Papá es el cielo, y tiene muchísimas
habitaciones porque es muy pero muy grande; es mucho más grande que una casa
gigante, porque es el mismo cielo. Ahí, en el cielo, Dios Padre tiene lugar
para todos nosotros y nos está esperando para que después de esta vida, vayamos
a vivir ahí con Él, con Jesús, y con Dios Espíritu Santo.
Como Dios Padre quiere que todos vivamos en su casa, mandó a
su Hijo Jesús a la tierra, con un encargo para hacer: Él tenía que morir en
Cruz, para que se pudieran abrir las puertas de la Casa de Dios Padre, y eso
fue lo que hizo Jesús: bajó del cielo para llevarnos a todos junto a su Papá. Primero
subió Él con su propio poder, porque Él es Dios; después Él la fue a buscar a
su Mamá, la Virgen, y la llevó en cuerpo y alma, y ahora que Él está en el
cielo junto a su Mamá, nos está esperando a todos allá arriba.
¿Qué tenemos que hacer para subir al cielo para
estar con Jesús y la Virgen en la Casa de Dios Padre para siempre? Lo que
tenemos que hacer es hacer lo mismo que hizo Jesús: Él nació de la Virgen,
milagrosamente, y por eso se llama “Hijo de María Virgen”; después fue
creciendo “en gracia y en estatura”, como dice el Evangelio, y cuando fue
grande, cargó la Cruz sobre sus hombros y caminó por el Camino Real de la Cruz,
hasta llegar al Monte Calvario. Ahí, murió crucificado, ofreciéndose en
sacrificio para la salvación de todos los hombres, y después resucitó y subió
al cielo con su propio poder de Dios. Este camino que hizo Jesús se llama “misterio
pascual” y Él quiere que todos nosotros sigamos el mismo camino: nacer por la
gracia, como hijos de la Virgen; crecer en sabiduría y gracia todos los días –los
que son grandes ya no crecen más en estatura-; cargar la Cruz todos los días,
seguir a Jesús por el Camino del Calvario, subir a la Cruz y morir junto con
Él, crucificados. Si hacemos así, resucitaremos con Jesús y llegaremos al
cielo, a la Casa de Dios Padre, para estar para siempre junto a Jesús y la Virgen.
¿De dónde vamos a sacar fuerzas para recorrer este camino? ¿De dónde vamos a sacar fuerzas para cargar la Cruz todos los días? Porque el camino de la Cruz es difícil porque es angosto y en subida, y hay que tener mucha fuerza para poder llevar la Cruz. Las fuerzas las sacamos de un alimento muy especial, un pan que da una energía especial: la Eucaristía, que es el mismo Jesús en Persona, el mismo que subió al cielo, porque Jesús subió al cielo, para ir con su Papá, pero al mismo tiempo, como Él es Dios, inventó una manera de quedarse con nosotros, y ese invento es la Eucaristía. Jesús subió al cielo, pero se quedó en la Eucaristía, para darnos fuerzas para que podamos recorrer junto con Él el camino de la Cruz, el único camino que lleva al cielo.
¿De dónde vamos a sacar fuerzas para recorrer este camino? ¿De dónde vamos a sacar fuerzas para cargar la Cruz todos los días? Porque el camino de la Cruz es difícil porque es angosto y en subida, y hay que tener mucha fuerza para poder llevar la Cruz. Las fuerzas las sacamos de un alimento muy especial, un pan que da una energía especial: la Eucaristía, que es el mismo Jesús en Persona, el mismo que subió al cielo, porque Jesús subió al cielo, para ir con su Papá, pero al mismo tiempo, como Él es Dios, inventó una manera de quedarse con nosotros, y ese invento es la Eucaristía. Jesús subió al cielo, pero se quedó en la Eucaristía, para darnos fuerzas para que podamos recorrer junto con Él el camino de la Cruz, el único camino que lleva al cielo.
Pero
hay algo más: Jesús fue a prepararnos una habitación en la Casa de su Papá,
pero hasta que lleguemos ahí, Jesús
quiere que nuestro corazón sea como una habitación llena de luz y de amor, en
donde se quede Él a vivir, y el corazón se convierte en casa de luz y amor cuando
está en gracia de Dios y refleja a todos la paz y la alegría de Jesús. De lo contrario, el corazón está a oscuras, y la cara es una cara de "pepinos en vinagre", como dice el Papa Francisco.
Entonces, a vivir en gracia y alegres, llevando la Cruz de todos los días.
Hasta que subamos al cielo para ir a vivir en la habitación de la Casa que Dios Padre tiene preparada para nosotros, Jesús quiere venir a vivir en una habitación muy especial, nuestro corazón, y para que Él pueda vivir ahí, tenemos que vivir en gracia de Dios y alejar todo tipo de pensamientos, sentimientos y obras que no le agraden. Así Jesús vivirá con nosotros todos los días de la vida, hasta el día en que subamos para ir a la Casa del Padre, a la habitación que nos preparó Jesús para cada uno de nosotros.
Entonces, a vivir en gracia y alegres, llevando la Cruz de todos los días.
Hasta que subamos al cielo para ir a vivir en la habitación de la Casa que Dios Padre tiene preparada para nosotros, Jesús quiere venir a vivir en una habitación muy especial, nuestro corazón, y para que Él pueda vivir ahí, tenemos que vivir en gracia de Dios y alejar todo tipo de pensamientos, sentimientos y obras que no le agraden. Así Jesús vivirá con nosotros todos los días de la vida, hasta el día en que subamos para ir a la Casa del Padre, a la habitación que nos preparó Jesús para cada uno de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario