(Domingo
XX - TO - Ciclo C - 2013)
Para entender el Evangelio de hoy, en donde Jesús nos dice que "no ha venido a traer la paz, sino la división", tenemos que imaginarnos a dos ejércitos que están luchando, uno dirigido por un
capitán bueno, y otro, por un capitán malo. De pronto, en medio de la lucha, el
capitán de uno de los ejércitos, el capitán bueno, sin tener miedo, se mete
dentro de las filas de los soldados del otro ejército, y los convence, uno por
uno, de que dejen de pelear contra él y comiencen a pelear contra el otro
capitán, que es muy malo. así, este capitán bueno, introduce la división dentro
del ejército enemigo, y hace que muchos de los que eran sus enemigos, ahora
sean amigos de él y enemigos del capitán malo.
Los dos ejércitos, que luchan uno
contra otro, son el ejército de Jesús y María, y el ejército de Satanás. El
ejército de Jesús está en un lugar alto, con mucho césped, con el cielo
despejado y con un sol resplandeciente; el Jefe y Supremo Capitán de este
ejército bien disciplinado y aguerrido es Jesucristo, y su estandarte es el
estandarte ensangrentado de la Cruz; al lado suyo, está su Mamá, la Virgen, que
es la celestial Capitana de este ejército; está rodeada de sus hijos más
fieles, los que aman con todo el corazón y se han consagrado a Ella; los que
rezan el Rosario todos los días; los que obran la misericordia, corporal y
espiritual, por amor a su Hijo Jesús; los que prefieren morir antes de cometer
un pecado mortal o venial deliberado. Los integrantes de este ejército tienen
una coraza poderosísima, y es la humildad, que está reforzada a la altura del
corazón, y esta humildad así reforzada hace que sea un corazón contrito y
humillado. El casco y el escudo protector es la oración, y las armas que usan,
poderosísimas, son el Santo Rosario, el amor a la Eucaristía y a la Santa Misa.
Sus otras armas, igualmente poderosas, son: castidad, diligencia, templanza,
paciencia, generosidad y, la más poderosa de todas, la caridad, que es el Amor
mismo del Sagrado Corazón.
El otro ejército, es el ejército de
Satanás, que es su capitán; este ejército está en una hondanada, un lugar todo
sucio con barro y agua estancada; el lugar está lleno de humo, que se levanta
desde el trono de Satanás, pero el humo, en vez de subir al cielo, no lo hace,
porque no puede entrar en el cielo el humo de Satanás, y entonces este humo,
oscuro, espeso, de mal olor, invade todo su ejército. Este está formado por los
ángeles caídos y por los hijos de las tinieblas, que son los hombres aliados
con ellos; las armas son la soberbia, que hace que el corazón sea duro y frío
como una piedra, y todos están atados al trono del demonio con gruesas cadenas
de hierro, que tienen distintos nombres: pereza, gula, avaricia, ira, lujuria y
envidia. Este ejército malo hace la guerra a Dios, a su Iglesia y a los hombres
de buena voluntad.
Los dos ejércitos están así, uno
frente al otro, dispuestos para la batalla, pero en un momento determinado, el
Capitán del ejército bueno, Jesús, acompañado por su Mamá, se dirige hacia el
campamento del ejército malo. Nadie los puede ver, porque la soberbia los
vuelve ciegos a todo lo que se refiere a Dios, y así es como se acercan a los
hombres que están encadenados al trono de Satanás, y les hablan al corazón,
primero la Virgen y después Jesús, para que se conviertan y se pasen al ejército
bueno. A los que aceptan, Jesús y la Virgen los liberan de sus cadenas de
hierro, y los llevan al campamento del ejército bueno; a los que no aceptan,
los dejan así, para volver después y tratar de convencerlos.
Esta es la división que viene a traer
Jesús: la división dentro del ejército malo, convirtiendo los corazones de los
que estaban atadas con cadenas de hierro al trono de Satanás y luchaban contra
Dios. Antes eran enemigos de Dios por el pecado; ahora son amigos de Dios por
la gracia.
Esto es lo que Jesús quiere decir
cuando dice que "no ha venido a traer la paz, sino la división",
porque el cristiano no está en paz con el Demonio; el enemigo del cristiano no
es su hermano, sino el Demonio, y Cristo ha venido para hacerle la guerra al
Demonio, y por eso dice que "no ha venido a traer la paz".
Jesús quiere que estemos en paz con
Dios y con los hermanos y que, unidos a Él y a la Virgen, con la Cruz y con el
Rosario, le hagamos la guerra al Demonio. Jesús ha venido para que dejemos de
ser amigos del Demonio y seamos sus enemigos; Jesús ha venido para que, de
enemigos de Dios que éramos, nos convirtamos en sus amigos.
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