Doctrina
¿Qué quiere decir
estar sentado a la derecha de Dios Padre? Quiere decir que Jesucristo en
cuanto Dios tiene igual poder y gloria que el Padre y mayor poder y gloria que
ninguna criatura en cuanto hombre. También quiere decir que Jesucristo como
hombre tiene parte en el poder y gloria del Padre celestial; en otras palabras:
Jesús es el Hombre-Dios y por eso tiene, como Dios, igual poder y gloria que
Dios Padre y como Hombre, es el que más poder y gloria tiene inmediatamente
después de Dios.
¿Para qué quiso
Jesucristo subir al cielo en presencia de sus discípulos? Para que pensemos
que el cielo es donde está nuestra verdadera Patria y que estamos en este mundo
y en esta vida terrena sólo de paso, como peregrinos que vamos de camino. Recordemos
que Santa Teresa de Ávila decía que esta vida era “como una mala posada, en una
mala noche”. Así como la mala noche termina para que llegue el día y podemos
salir de la mala posada para ir al prado verde y a la luz del sol, así esta vida,
llena de peligros y tribulaciones, termina pronto, y comienza la vida eterna,
la vida que no tiene fin.
¿Qué hace Jesucristo
en el cielo por nosotros? Jesucristo en el cielo intercede por nosotros
ante el Padre. Esto quiere decir que, mientras estamos en esta tierra y
caminamos hacia el cielo, Jesucristo ruega al Padre para que nos conceda su
Espíritu Santo, que nos da la Sabiduría y el Amor de Dios y así seamos capaces
de discernir cuál es la Voluntad de Dios en nuestras vidas, y podamos cumplir
los Diez Mandamientos y vivir en gracia.
Explicación
En el ángulo superior derecho, vemos el cielo, morada de
Dios, y a Jesús sentado ya a la derecha del Padre. Jesús aparece con la cruz en
la que murió; el Eterno Padre tiene el globo del mundo, y entre los dos
resplandece el Espíritu Santo en forma de paloma.
“Estar sentado a la derecha del Padre” es una forma de
decir, ya que el Padre no tiene derecha o izquierda, ni manos porque es
espíritu purísimo. Esto quiere decir que Jesús en el cielo ocupa como hombre el
puesto más honorífico. Así como aquí en la tierra el que tiene más poder
después del rey es el que se sienta a su derecha, así Jesucristo, por tener más
poder que nadie después de Dios, se dice que está sentado a la derecha de Dios
Padre, con autoridad, como en trono, y esto en cuanto hombre; en cuanto Dios,
como ya dijimos, es igual al Padre y uno con el Padre (Jn 10, 30) y tiene la misma autoridad que el Padre y se sienta en
el mismo sitio que el Padre. Por eso dijo Jesucristo: “Se me ha dado todo poder
en el cielo y en la tierra” (Mt 28, 18).
La parte baja de la lámina representa el martirio de San
Esteban. Mientras le estaban apedreando, él tenía los ojos fijos en el cielo;
veía la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra del Padre (Hech 7, 55-56). El Espíritu Santo lo
asistía para que no sufriera los dolores de su martirio, al mismo tiempo que
llenaba su alma del Amor y de la gracia de Dios, para que fuera inmediatamente
al cielo luego de morir, lo cual es un privilegio de los mártires.
El hombre que está de pie, hacia atrás, con unas vestimentas
en la mano, es San Pablo, quien observaba y aprobaba la muerte de San Esteban. Pablo
-entonces Saulo-, en ese entonces, todavía no estaba convertido, y es por eso
que perseguía a los cristianos; pero luego de que Jesucristo se le apareciera
en su alma como una brillante luz en el camino a Damasco (Hech 9), se convirtió en gran predicador y apóstol de Jesús.
Práctica:
Jesucristo es Señor y Dueño de nuestra vida. Por eso, cada mañana, le consagraremos,
por intermedio del Inmaculado Corazón de María, no sólo nuestras obras del día,
sino nuestra mente, nuestro corazón y todo nuestro ser.
Palabra de Dios: “Tenemos
un Pontífice que está sentado a la diestra del trono de la majestad de los
cielos” (Hech 8, 11); “Y es, por
tanto, perfecto su poder de salvar a los que por Él se acercan a Dios y siempre
vive para interceder por ellos” (Hech
7, 25); “Al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la
tierra y en los abismos, y toda lengua confiese, para gloria de Dios Padre, que
Jesucristo es el Señor” (Fil 2,
10-11).
Ejercicios bíblicos:
Mc 16, 19; Heb 1, 3; Mt 25, 31; Col 3, 1.
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