(Domingo
I – TA – Ciclo C - 2015-16)
¿Qué es el Adviento? “Adviento” proviene del latín –adventus- y significa “venida” o “llegada”
y esto porque en Adviento celebramos la Primera Venida de Jesús, en Belén, y
también nos preparamos para la Segunda Venida de Jesús, en una nube del cielo,
al fin de los tiempos.
Por eso Adviento tiene dos partes: en la primera parte, que
va hasta el 16 de diciembre, la Iglesia nos ayuda para que estemos listos para
cuando Jesús venga por Segunda Vez, “montado en un caballo blanco”, como dice
el Apocalipsis, “en una nube, lleno de poder y de gloria”, para premiar a los
buenos y castigar a los malos. Por eso, para vivir bien el Adviento, debemos
preguntarnos: “Si Jesús viniera hoy, ¿estoy preparado para encontrarme con Él? Cuando
venga, Jesús nos juzgará “en el Amor”, como dice San Juan de la Cruz, ¿tengo
obras de amor para darle a Jesús? Jesús no me pedirá ni títulos, ni dinero, ni
cosas de valor, me pedirá obras de amor y se fijará dentro de mi corazón, para
ver si hay amor en él, tanto a Dios, como al prójimo. ¿Qué hay en mi corazón?
¿Hay amor a Jesús y al prójimo? ¿O hay cosas que desagradan a Jesús? ¿Tengo mis
manos llenas de obras buenas, para darle a Jesús, o mis manos están vacías de
obras buenas?”. Todo esto nos tenemos que preguntar para vivir bien la primera
parte del Adviento.
En la segunda parte del Adviento, que va desde el 16 de
diciembre al 24, la Iglesia nos coloca en un clima espiritual similar al que
vivían los justos del Antiguo Testamento, que esperaban la Venida del Mesías,
según estaba anunciado en las Escrituras. Para prepararnos para la Navidad, la
Iglesia nos hace recordar cómo el Nacimiento de Jesús estaba anunciado por los
profetas, como el profeta Isaías, por ejemplo, que había dicho que “una virgen
iba a concebir un hijo y que le pondría el nombre de Emmanuel” (cfr. Is 7, 14), que significa “Dios con
nosotros”. Los justos del Antiguo Testamento esperaban el nacimiento de Dios en
la tierra, por medio de una Virgen, y esa Virgen era María. sabemos que Jesús
ya vino, pero por el Adviento, “hacemos de cuenta” que todavía no vino, y que
lo estamos esperando, y para eso, para recibir al Niño Dios, es que tenemos que
disponer el corazón, como si fuera la Gruta de Belén, y también tenemos que
tener muchas obras buenas, que van a ser los regalos que, como los Reyes Magos,
le vamos a dar al Niño Dios. Para la segunda parte del Adviento, entonces,
tenemos que preguntarnos: “El Niño Dios quiere nacer en mi corazón, para
Navidad; ¿cómo está mi corazón para recibir al Niño Dios? ¿Tengo amor a Dios,
lo suficiente como para recibirlo? Y una vez que nazca, tengo que hacer igual
que los Reyes Magos, que le llevaron regalos, y como yo no tengo ni oro, ni
incienso, ni mirra, le puedo regalar las obras buenas que pueda hacer. ¿Tengo suficientes
obras buenas para regalarle al Niño Dios, que quiere nacer en mi corazón, para
Navidad?”. Todo esto nos tenemos que
preguntar para vivir bien la segunda parte del Adviento.
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