(Domingo XXXIII - TO - Ciclo C - 2013)
En este Evangelio Jesús nos dice que, antes de su Segunda Venida, a todos los que crean en Él y lo amen, los van a perseguir y los van a
poner presos, pero que Él les va a estar con ellos, a su lado, invisible y, más
que a su lado, va a estar en sus corazones, y les va a dictar en secreto lo que
tienen que decir en esos momentos: que Jesús es el Hijo de Dios y que ha muerto
en la Cruz y ha resucitado para salvarnos, para derrotar al diablo y al pecado,
para hacernos ser hijos adoptivos de Dios y llevarnos al cielo.
Lo que sucede es que todo este mundo, así como lo conocemos,
va a desaparecer en el Último Día, el Día del Juicio Final, así como se enrolla
una hoja de papel, para que todos podamos ver a las Tres Personas de la
Trinidad; en ese momento, Dios nos va a juzgar por nuestras obras y, si son
buenas, nos dará como premio el cielo. Si alguien no tiene obras buenas, nunca
va a poder entrar en el cielo y va a tener que ir a un lugar de mucho
sufrimiento que se llama “Infierno”.
Pero antes de que pase eso, a todos los que crean en Jesús
en la Eucaristía y lo amen y lo adoren, los van a poner presos y les va a pasar
algo parecido a los cristianos de antes, que los llevaban presos y después los
llevaban al circo romano para que los coman los leones. Pero así como estos
cristianos, antes de morir, les decían a todos que amaban a Jesús y que con gusto
daban sus vidas por Jesús, y esto lo podían hacer porque el Espíritu de Dios
les daba fuerzas y amor -estos cristianos se llaman "mártires" y e que muere como mártir tiene un lugar en el cielo, al lado de Jesús-, así también, a los que los persigan y pongan presos
antes del Juicio Final, también va a estar con ellos el Espíritu Santo y
también les va a dar fuerzas y amor para que puedan decirles a todos que Jesús
ha resucitado y está vivo en la Eucaristía. Y así, ellos se van a salvar, porque todo el que da la vida por Jesús se salva.
A
nosotros no nos llevan al circo romano para que nos coman los leones, ni
tampoco nos llevan presos porque creemos y amamos a Jesús, pero igualmente,
todos los días, tenemos que decirle al mundo, con nuestras buenas obras, que Jesús
ha muerto en la Cruz y ha resucitado y está vivo, con su Cuerpo resucitado y
lleno de la gloria de Dios, en la Eucaristía, y que lo amamos y adoramos con
toda la fuerza de nuestros corazones. Si hacemos así, dice Jesús que vamos a salvar nuestras almas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario