(Domingo II – TA – Ciclo C - 2015-16)
En
la primera parte del Adviento la Iglesia nos hace acordar que Jesús, que ya
vino por Primera Vez, en el Portal de Belén, va a venir por Segunda Vez, “en
una nube del cielo, lleno de poder y gloria”, para dar el premio a los buenos y
el castigo a los malos.
Y
para que nos preparemos para su Segunda Venida –la cual no sabemos cuándo habrá
de suceder, porque eso sólo lo sabe Dios Padre- la Iglesia nos hace acordar lo
que dijo el Profeta Isaías y que luego repitió San Juan Bautista: “Preparen el
camino del Señor. Enderecen los caminos sinuosos (…) Los valles serán
rellenados, las colinas y las montañas aplanadas” (cfr. Lc 3, 1-6).
Es
decir, para esperar a Jesús que vendrá al final de los tiempos, parece que
tuviéramos que traer una topadora y hacer que los caminos que tienen muchas
curvas, queden todos derechitos; después, tendríamos que traer muchos camiones
de tierra, para rellenar los valles, y por último, tendríamos que hacer que
todas las montañas queden planas. ¿Eso nos pide la Iglesia? No, porque eso es
sólo una forma de decir, que se llama “metáfora”: se usan imágenes que
conocemos, de la tierra, para que nos demos cuenta de cosas que nos vemos, que
pertenecen al alma y al corazón.
Los
caminos llenos de curvas que tienen que ser enderezados, son las personas que
se acostumbran a decir cosas que no son verdaderas, es decir, cosas falsas y
por eso es que no hay que decir ninguna mentira, nunca, ni siquiera la más
pequeñita; los valles que tienen que ser aplanados, son los corazones que no
tienen amor a Dios y al prójimo y por eso hay que llenar el corazón de Amor
verdadero, porque ése es el Primer Mandamiento y es el más importante; las
montañas que tienen que ser aplanadas, son el orgullo y la soberbia de los
corazones, que se levantan como montañas entre Jesús y el alma y no dejan que
llegue Jesús, y por eso es que no hay que ser orgullosos, sino tratar siempre
de ser humildes como Jesús y María.
Entonces,
en esta parte del Adviento, tenemos que recordar que Jesús va a venir por Segunda
Vez, pero no importa cuándo viene, si viene hoy, o mañana, o dentro de cien
años: lo que importa es que estemos preparados para cuando venga en la gloria,
porque cuando venga, Él va a buscar Amor en nuestros corazones y obras buenas
en nuestras manos. Es por eso que tenemos que preguntarnos: si Jesús viniera
hoy, ¿encontraría Amor a Dios y al prójimo en mi corazón? ¿Qué obras buenas
tendría yo para darle, hechas con mis manos? Entonces, para prepararnos para la
Segunda Venida, le tenemos que pedir a la Virgen que nos dé la gracia de amar
mucho a Jesús y a nuestros hermanos, siendo buenos con todos, sobre todo, con
los más necesitados.
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