(Domingo
XVI - TO - Ciclo B – 2018)
“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella,
porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato” (Mc 6,30-34). Para saber qué quiere decir
este Evangelio, pensemos en qué es lo que les sucede a las ovejas cuando están
sin pastor. Cuando están sin pastor, las ovejas pasan hambre y sed porque por
ellas mismas no saben dónde están los pastos verdes y el agua fresca y pasan
tanta hambre y sed, que algunas hasta mueren por falta de alimento y de agua. Además,
las ovejas están desamparadas frente al lobo porque el lobo es cobarde: cuando
ve al pastor, huye, pero cuando ve a las ovejitas solas, se abalanza sobre
ellas y con sus dientes afilados desgarra la tierna carne de las ovejitas. Otra
cosa que les sucede es que algunas ovejas, desorientadas, caminan cerca del
barranco y muchas se caen por el barranco y en su caída, se lastiman, se abre
su piel y les sale sangre y muchas hasta sse fracturan sus huesos y por eso, al
llegar al final del barranco, quedan malheridas, sin poder moverse siquiera. Y como
el lobo huele el olor a sangre, es muy posible que las ovejitas mueran por las
dentelladas del lobo.
Bueno,
las ovejitas somos nosotros y cuando no hay un sacerdote católico, que nos dé
el pasto fresco y el agua fresca de la gracia de los sacramentos, nuestras
almas, al no alimentarse de la Eucaristía, sufren hambre y al no poder beber
del agua de la gracia que nos viene del sacramento de la confesión, morimos por
el pecado mortal. Además, cuando estamos sin sacerdote católico, somos presa
fácil de las mentiras y engaños de Satanás, que nos quiere engañar con las
sectas y con toda clase de oraciones falsas.
“Jesús
vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin
pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”. Para que no pasemos hambre y sed,
para que nos veamos libres del Lobo infernal, acudamos siempre a los sacerdotes
de nuestra Iglesia Católica, para que ellos nos den el pasto fresco y el agua
fresca de la gracia sacramental, de la Palabra de Dios y de la Eucaristía y así
seremos ovejas sanas, fuertes, al lado de Jesús y de la Virgen, la Buena Pastora.
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