Cristo Eucaristía, Luz de la niñez y de la juventud

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sábado, 12 de octubre de 2013

El Evangelio para Niños: “Sólo uno volvió para dar gracias a Dios”


(Domingo XXVIII – TO – Ciclo C - 2013)
         En el Evangelio de hoy, Jesús sana a diez enfermos que tenían una enfermedad que se llama “lepra”, pero de los diez, solo uno se vuelve para dar gracias por haber sido curado.
La lepra es una enfermedad que va destruyendo todo el cuerpo y en los tiempos de Jesús, no había ningún remedio para curarla y aunque hoy sí se puede curar, cuando ataca a una persona destruye igualmente su cuerpo. En la Antigüedad, a los enfermos de lepra no los dejaban acercarse a los poblados, y tenían que anunciarse haciendo sonar un cencerro, para que todos se apartaran de él, porque nadie quería contagiarse de la lepra.
Pero lo más importante que tenemos que ver en este Evangelio es que, además de ser una enfermedad, la lepra es figura del pecado y entonces, en estos enfermos de lepra, tenemos que vernos a nosotros porque todos somos pecadores. Lo que hace la lepra al cuerpo, así hace el pecado al alma, y así como Jesús curó a los leprosos en el Evangelio, así también nos cura a nosotros, por la confesión sacramental. En el Evangelio, los leprosos quedaron todos curados, en un segundo, por el poder de Jesús y eso mismo pasa con nosotros cuando nos confesamos: en un segundo, por el poder de Jesús que actúa a través del sacerdote ministerial, nuestra alma queda limpia y pura, sin ninguna mancha de esa lepra del espíritu que es el pecado. Si Jesús no nos perdonara nuestros pecados, estos seguirían pegados al alma, y esta quedaría cada vez más oscura y fea, porque el pecado la vuelve cada vez más oscura y fea. Pero Jesús nos perdona nuestros pecados y nos lava el alma con su Sangre que cae de la Cruz, cada vez que nos confesamos, y por este motivo, tenemos que agradecerle, así como le agradeció uno de los diez leprosos curados en el Evangelio. 

No seamos desagradecidos con Jesús, como lo fueron los otros nueve que a pesar de ser curados, se olvidaron de Jesús; no nos olvidemos que Jesús nos ama con un Amor infinito y que por ese Amor infinito que nos tiene, nos perdona cada vez que nos enfermamos con esa enfermedad espiritual que es el pecado. Seamos agradecidos, como ese único leproso que se volvió para dar gracias a Jesús y postrémonos ante Jesús Eucaristía, dándole gracias por su infinito Amor.

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